Progresismo en la ¡°matriz roja¡±
La socialdemocracia deber¨ªa aspirar a generar el Estado de las Oportunidades
La ¡°matriz roja¡± es un modelo que intenta explicar el declive de la socialdemocracia en Espa?a y en Europa. Indica, consecuentemente, una senda cuyo tr¨¢nsito permitir¨ªa la recuperaci¨®n. El modelo es muy simple. Parte de la base de que hay tres variables fundamentales que explican el declinar de la socialdemocracia en el siglo XXI. Empleo el ejemplo espa?ol porque es el que tengo m¨¢s a mano, pero obviamente la ¡°matriz roja¡± podr¨ªa aplicarse a muchos otros partidos socialistas en Europa.
Las tres variables a las que me refiero son las siguientes: modernidad, progresismo e internacionalismo. Y la explicaci¨®n, como hab¨ªa prometido, es tambi¨¦n aproximadamente sencilla: la posici¨®n que la socialdemocracia ocupe en cada momento del ciclo pol¨ªtico depende directamente de esos tres factores. Por tanto, cuanto m¨¢s moderno, progresista e internacionalista es un partido socialdem¨®crata, m¨¢s altas son sus posibilidades de ganar elecciones y por tanto de gobernar. Y al rev¨¦s, cuando el partido es percibido como poco moderno, progresista e internacionalista, peor para sus perspectivas de futuro. La relaci¨®n es pues lineal y directa.
Lo primero que tenemos que decir es que la variable de la modernidad es, a primera vista, bastante elusiva. Desde mi punto de vista, el conceder o no la etiqueta de ¡°moderno¡± a un partido pol¨ªtico tiene que ver con muchas cosas, pero sobre todo, con la capacidad de generar equipos solventes. La gente tiene que percibir que los pol¨ªticos que forman parte de un partido socialdem¨®crata est¨¢n, al menos, tan bien preparados como ellos, si no mejor. Pues bien, existen muchas indicaciones que permiten pensar que los ciudadanos espa?oles no conceden al PSOE esa caracter¨ªstica en el momento actual. Por ejemplo, en la encuesta pre-electoral de Octubre de 2011, realizada por el CIS, se preguntaba qu¨¦ partido pol¨ªtico estaba m¨¢s capacitado para gestionar una serie de ¨¢reas de intervenci¨®n p¨²blica, 15 en total. El resultado fue que la gente pensaba que el PP estaba m¨¢s capacitado para gestionar 11 de esos 15 ¨¢mbitos. Entre ellos, por supuesto, la econom¨ªa: el 41% de la gente pensaba que el PP estaba mejor preparado, mientras que solamente el 15% pensaba que lo estaba el PSOE.
No siempre ha sido as¨ª. Ha habido ¨¦pocas, por ejemplo en 1993 o en 2008, en las que la gente entend¨ªa que era el PSOE el que estaba m¨¢s capacitado pa<CP8.8><CS8.8><CL10.5>ra gestionar las pol¨ªticas p¨²blicas, en particular la econom¨ªa. La tesis ser¨ªa pues la siguiente: mientras el PSOE no sea capaz de darle la vuelta a esta percepci¨®n, seguir¨¢ perdiendo una parte muy importante de su reputaci¨®n como partido de gobierno.
Hay que trazar una agenda m¨¢s espec¨ªfica para la UE, que tenga un papel activador m¨¢s claro
La siguiente variable que incluye la ¡°matriz roja¡± es el progresismo. Parece una variable contra-intuitiva: ?la socialdemocracia, poco progresista? Pues s¨ª, puede ocurrir. Y puede ocurrir incluso que se le conceda a la derecha, en determinadas circunstancias, esta etiqueta, antes que a la izquierda. Porque, ?qu¨¦ es ser progresista? De nuevo, estamos ante un concepto elusivo, dif¨ªcil de medir. Hasta ahora, la izquierda socialdem¨®crata ha identificado progresismo con igualdad. Y ello le ha permitido, efectivamente, ser vista como un partido, o un movimiento, sumamente progresista. Pero puede que haya llegado el momento en el que la igualdad no sea un elemento suficiente como para seguir manteniendo esa etiqueta. Sobre todo cuando la insistencia en la igualdad nos puede llevar, m¨¢s que al progresismo, a la sensaci¨®n justamente opuesta: la de conservadurismo.
Ello conecta directamente con el Estado del Bienestar. El Estado del Bienestar ha sido la herramienta que ha inventado sobre todo la socialdemocracia para hacer m¨¢s iguales a las sociedades. ?Cu¨¢l es el problema? El problema se llama globalizaci¨®n. Y con la globalizaci¨®n ser¨¢ dif¨ªcil mantener el Estado del bienestar tal y como lo conocemos. A pesar de ello, el acento del discurso socialdem¨®crata actual est¨¢ puesto en su protecci¨®n, su mantenimiento. Por ejemplo, en el ¨²ltimo programa electoral del PSOE, se emple¨® el t¨¦rmino ¡°Estado del Bienestar¡± en 14 ocasiones. Todas ellas, asociadas a palabras como ¡°proteger¡± ¡°preservar¡± o ¡°salvaguardar¡±, salvo en una, en la que se mencionaba de manera casi circunstancial la reforma del Estado del Bienestar. Sin quererlo, con la globalizaci¨®n, nos hemos metido en un discurso no s¨¦ si conservador, pero al menos s¨ª ¡°conservacionista¡±. Y ese discurso de la conservaci¨®n casa mal con la idea de progreso, con la idea de transformaci¨®n, incluso aunque le demos un matiz igualitario.
El problema, desde mi punto de vista, ha estado en centrarse tanto en la igualdad en su vertiente m¨¢s pasiva, olvidando la igualdad en su vertiente m¨¢s activa, en su vertiente de generaci¨®n de oportunidades. Por decirlo de manera muy breve: la socialdemocracia tendr¨ªa que ser capaz de pasar del Estado del Bienestar al Estado de las Oportunidades. Ello podr¨ªa reconciliarla con la idea m¨¢s general de progresismo.
Por ¨²ltimo, el internacionalismo. Por volver los ojos hacia el PSOE (aunque insisto, la ¡°matriz roja¡± puede ser de aplicaci¨®n general), es evidente que este partido tuvo un d¨ªa esta etiqueta que retuvo, adem¨¢s, durante mucho tiempo. Cuando lleg¨® al poder en 1982, el PSOE ten¨ªa dise?ada una agenda internacional clara, la incorporaci¨®n a la Uni¨®n Europea. Y una vez que nos incorporamos, la agenda se transform¨® en alcanzar al resto de Europa. Hoy en d¨ªa, en pleno siglo XXI, una vez en Europa y una vez hemos alcanzado al resto de Europa, pareciera como si la agenda internacionalista de la socialdemocracia espa?ola hubiera quedado vac¨ªa de contenido. El problema se complica, una vez m¨¢s, con la globalizaci¨®n. Y es que si la socialdemocracia no tiene respuestas para la globalizaci¨®n en el ¨¢mbito interno, todav¨ªa las tiene menos en el ¨¢mbito internacional. Hay incluso tentaciones involucionistas ¡ªafortunadamente no dentro de la socialdemocracia espa?ola¡ª puesto que en algunos lugares se empieza a coquetear con una ret¨®rica anti-globalizaci¨®n. Desde luego ese no es el camino. El camino para la socialdemocracia est¨¢ en desarrollar mucho m¨¢s ampliamente un discurso favorable a la gobernanza internacional en el que sobre todo la Uni¨®n Europea tenga un papel central en ella.
Eso implica que hay que trazar una agenda mucho m¨¢s espec¨ªfica para la UE, en la que esta organizaci¨®n haga menos, pero lo que haga tenga un perfil activador mucho m¨¢s claro. E implica, en segundo lugar, dejar a un lado el discurso sobre la democratizaci¨®n de la UE. Sobre todo porque el problema no est¨¢ ah¨ª: el problema est¨¢, ahora mismo, en la capacidad de la UE de hacer, m¨¢s que en su capacidad de decidir c¨®mo se hacen las cosas.
Antonio Estella es profesor de Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid.
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