Los cl¨¢sicos salen de excursi¨®n
M¨¢s all¨¢ de airear los libros de historia en busca de inspiraci¨®n, hace ya a?os que numerosos empresarios tratan de rentabilizar la llama viva del fondo de sus cat¨¢logos para alimentar sus nuevas colecciones. Cambiados de color -como sucede habitualmente con la silla Panton que gestiona Vitra-, producidos por vez primera industrialmente ¨Ccomo ocurriera con la Superleggera de Gio Ponti- o alterando sus materiales -como apunta el ¨²ltimo invento de Cassina-, los dise?os de los maestros cl¨¢sicos no solo duran eternamente, tambi¨¦n parecen tener m¨¢s vidas que un gato. Y justo es decir que ese esfuerzo por mantener la vigencia de los muebles de la modernidad no se percibe ni como una momificaci¨®n ni como un desesperado intento quir¨²rgico. As¨ª no se puede decir que muchos de los asientos de Le Corbusier, Pierre Jeanneret y Charlotte Perriand renazcan este a?o, porque nunca han perdido la vigencia, pero s¨ª sucede que se reinventan como novedades, esta vez dispuestos a salir a la calle, convertidos en muebles de exterior.
Las butacas ideadas por Le Corbusier, Perriand y Jeanneret han mudado sus pieles para salir de paseo y se han convertido en la ¨²ltima novedad de la empresa italiana Cassina (del grupo Poltrona Frau). Es cierto que en casi tres cuartos de siglo ni la butaca LC1 ni el sill¨®n LC3 ni siquiera la silla LC7 ¨Cque ideara Perriand en solitario- han envejecido. Tambi¨¦n lo es que, desde que Le Corbusier firmara un acuerdo con Cassina en 1964, poco antes morir, para que dicha firma representara sus intereses en el mundo del mobiliario, los italianos han velado por mantener los muebles del arquitecto suizo asociados a la mejor arquitectura de cada momento. Y lo han conseguido. Pero mantenerse es cambiar. En el caso de los cl¨¢sicos: cambiar sin dejar de ser.
Pernette Perriand-Barsac, la hija y ¨²nica heredera de la interiorista Charlotte Perriand y la Fundaci¨®n Le Corbusier, representando los intereses del arquitecto, firmaron un acuerdo con la productora italiana Cassina para, asesorados por el historiador Arthur R¨¹egg, alterar los materiales y acabados de las m¨ªticas piezas para que nuevos tejidos y pinturas met¨¢licas permitiesen a los incombustibles muebles LC resistir al agua, la humedad y el calor. El resultado son nuevos colores y tactos en viejas estampas. Una especie de retrato de Dorian Gray hecho dise?o que entra por el ojo y lo sorprende con familiaridad. As¨ª, no parece dif¨ªcil que muebles capaces de resistir el paso del tiempo y el peso de su propia reputaci¨®n democr¨¢tica y elitista a la vez puedan soportar, sin inmutarse, las condiciones m¨¢s extremas. Incluso bajo las estrellas.
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