Gesto sin precedentes
Gobierno y Casa del Rey deben aplicarse ahora a modernizar la instituci¨®n y formalizar sus relaciones
El Rey hizo ayer un gesto que le honra. Sus palabras a la salida de la cl¨ªnica ¡ª¡°lo siento mucho, me he equivocado y no volver¨¢ a ocurrir¡±¡ª en referencia a un viaje privado para cazar elefantes en plena tormenta financiera constituyen un hecho sin precedentes, reconocido as¨ª por numerosos pol¨ªticos del arco parlamentario. Ninguna autoridad ha hecho algo parecido en Espa?a, ni tampoco don Juan Carlos hab¨ªa reconocido p¨²blicamente un error. Es de destacar que el Rey haya optado por hablar en persona, descartando la frialdad de un comunicado que habr¨ªa restado verosimilitud a sus palabras y que no habr¨ªa permitido observar su contrici¨®n ante una c¨¢mara de televisi¨®n, consciente de la importancia del error cometido, del malestar causado y de su perjuicio para el prestigio de la Monarqu¨ªa.
Don Juan Carlos ha prometido que ¡°no volver¨¢ a ocurrir¡±, y ahora corresponde a los pol¨ªticos, al Gobierno sobre todo, la tarea de definir c¨®mo debe actualizarse una instituci¨®n que ha rendido probados servicios a la ciudadan¨ªa. Hace tiempo que est¨¢ pendiente la modernizaci¨®n de sus pautas de funcionamiento. Tras el incidente de la cacer¨ªa en Botsuana se hace todav¨ªa m¨¢s indispensable la formalizaci¨®n de las relaciones de la Casa del Rey con el Gobierno.
Constitucionalmente, el monarca necesita el refrendo del jefe del Ejecutivo, de un ministro o del presidente del Congreso para que sus actos tengan fuerza jur¨ªdica. Pero no se agota ah¨ª la responsabilidad del Ejecutivo respecto a las actividades del monarca que, si bien debe disponer de la necesaria privacidad, precisa del conocimiento y la aprobaci¨®n del Gobierno en lo que tenga trascendencia pol¨ªtica. Para fortalecer su autoridad a la hora de ejercer el papel arbitral y moderador que la Constituci¨®n le asigna, pero tambi¨¦n para trabajar discretamente en las relaciones exteriores de Espa?a y, en general, para mantenerse como punto de referencia de la cohesi¨®n nacional en estos tiempos de crisis econ¨®mica y social.
El papel positivo que el jefe del Estado debe jugar le conecta, necesariamente, con el Gobierno y la sociedad espa?ola, sin que sea posible prescindir del Ejecutivo ni de la ciudadan¨ªa. Tambi¨¦n deben resolverse otras ambig¨¹edades y rigideces que rodean las actividades de la familia real, acentuando la transparencia de la Casa del Rey, clarificando los comportamientos profesionales de los familiares del monarca y formalizando el estatuto jur¨ªdico del pr¨ªncipe heredero.
Hay que reiterarlo: solo el populismo o el amarillismo period¨ªstico permiten confundir la cr¨ªtica que merece el comportamiento de un familiar del Rey, o del propio Rey en un caso concreto, con un debate sobre el futuro de una Monarqu¨ªa que protagoniz¨® la devoluci¨®n de las libertades y la soberan¨ªa al pueblo espa?ol. La soluci¨®n de los problemas que nos aquejan exige huir de teatrales puestas en escena que distraen de cuestiones esenciales en un momento cr¨ªtico para Espa?a.
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