Dos escritoras compiten hoy por un sill¨®n en la Academia
En las ¨²ltimas d¨¦cadas las mujeres espa?olas han invadido todos los ¨¢mbitos de la cultura y de la creaci¨®n art¨ªstica. La presencia femenina es mayoritaria en facultades human¨ªsticas, en el mundo de la edici¨®n, en la comunicaci¨®n, las bibliotecas o los talleres literarios en un estimulante fen¨®meno de lucha por la igualdad. Muy lejos quedan, aparentemente, aquellos tiempos de finales del siglo XIX o comienzos del XX cuando las estudiantes deb¨ªan disfrazarse de hombres para asistir a las clases o cuando las periodistas se ve¨ªan obligadas a firmar con seud¨®nimos masculinos para publicar en los diarios. Casos tan incre¨ªbles como el del dramaturgo Gregorio Mart¨ªnez Sierra, que alcanz¨® fama literaria a partir del talento oculto de su mujer y aut¨¦ntica autora de sus obras, Mar¨ªa Lej¨¢rraga, no fueron tan extra?os. Las intelectuales feministas han estudiado a fondo la invisibilidad de las mujeres en el mundo de la cultura hasta fechas bien recientes.
Pero al comp¨¢s de su irresistible empuje en las ¨²ltimas d¨¦cadas, las mujeres han ido alcanzando parcelas en la cultura, aunque algunas instituciones se hayan resistido y se resistan a concederles el espacio que merecen. Con las razones m¨¢s peregrinas estos rancios organismos, con la Real Academia Espa?ola (RAE) a la cabeza, buscan argumentos para justificar la aplastante presencia de varones en sus mullidos sillones. No obstante, el machismo de siempre asoma entre las costuras de sus explicaciones. Los datos son testarudos. As¨ª, de los 41 miembros de la RAE apenas cinco son mujeres (Ana Mar¨ªa Matute, Margarita Salas, Carmen Iglesias, In¨¦s Fern¨¢ndez Ordo?ez y Soledad Pu¨¦rtolas) y la inclusi¨®n de las dos ¨²ltimas en la RAE tiene fecha muy reciente. Tal vez los lectores y, sobre todo, las lectoras no sepan que el sistema de elecci¨®n entre los inmortales acad¨¦micos (llamados de este modo porque solo causan baja con su fallecimiento) responde a un m¨¦todo tan endog¨¢mico y elitista como la propuesta de los miembros del club.
Por ello celebramos la magn¨ªfica noticia de que, por primera vez en los 300 a?os de vida de la instituci¨®n, dos mujeres aspiren hoy a ocupar el sill¨®n n de la RAE. Dos excelentes escritoras, la novelista Carme Riera y la poeta Mar¨ªa Victoria Atencia, se disputan un puesto en la distinguida Academia, si bien un complejo sistema de votaci¨®n puede dejar vacante el sill¨®n por la falta de los apoyos necesarios. Ahora bien, estas nuevas incorporaciones no pueden hacer olvidar que la RAE necesita de una ampl¨ªsima renovaci¨®n que la adapte a los nuevos tiempos, m¨¢s all¨¢ de la modernizaci¨®n inform¨¢tica o la adaptaci¨®n de los diccionarios. Entretenidos en pol¨¦micas ling¨¹¨ªsticas, incluidos los debates sobre g¨¦nero y lenguaje, los acad¨¦micos no aplican aquello de que una cosa es predicar y otra dar trigo. Por ello pierden de vista que la mitad, por lo menos, de los escritores, fil¨®logos e intelectuales de este pa¨ªs tienen nombre de mujer. Una igualdad que se plasma en la sociedad y en la cultura, pero no en los sillones de la Real Academia Espa?ola.
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