El vampiro
"Se celebran cien a?os de la muerte de Bram Stoker. Deber¨ªamos atrevernos a pronunciar que ¡®Dr¨¢cula¡¯ es m¨¢s importante, certera y directa que ¡®Madame Bovary¡¯ y que incluso todo Proust"
No existe animal mitol¨®gico m¨¢s fascinante que el vampiro. Y aprovechando que este fin de semana se celebran cien a?os de la muerte de Bram Stoker, el autor de Dr¨¢cula, conviene dedicarle unas l¨ªneas. Despu¨¦s de todo, es un centenario en peligro de pasar desapercibido, empe?ados como estamos en solo querer reflotar el hundimiento del Titanic. ?Por qu¨¦ esa antipat¨ªa hacia el vampiro, si en realidad es un bicho que representa cada vez mejor muchas de las cosas en lo que nos hemos convertido?
Ser¨¢ por su afiliaci¨®n al mal, probablemente, cuando en realidad el vampiro, ll¨¢mese Dr¨¢cula o como cualquiera de los personajes de Crep¨²sculo, es un ser profundamente rom¨¢ntico. En primer lugar, est¨¢ absolutamente seguro de s¨ª mismo, aunque creamos lo contrario; jam¨¢s pierde los papeles, posee esa innata elegancia que seguramente tiene mucho que ver con su inmortalidad porque, ir¨®nicamente, tanto la una como la otra chupan del propio vampiro para hacerlo m¨¢s vampiro. Y es que esa es la clave del ¨¦xito del vampiro en nuestra sociedad: que todos chupamos de algo o de alguien. Que incluso el amor, cualquiera que sea, de clase baja o de clase alta, necesita vampirizar para sobrevivir en nuestros d¨ªas.
Es incre¨ªble que tanta informaci¨®n y visi¨®n cupieran en una sola novela. Es incre¨ªble tambi¨¦n c¨®mo Dr¨¢cula tuvo a su propio autor, el ahora llorado Stoker, como su primera v¨ªctima. No es que se tratase de una maldici¨®n sobre el que escribiera esas p¨¢ginas, sino de una realidad: Stoker es recordado siglo tras siglo por Dr¨¢cula, nada de lo que hizo antes ni despu¨¦s consigue atraparnos tanto como ese titulo y ese personaje. Con motivo del centenario del fallecimiento del escritor, se escriben decenas de art¨ªculos matizando caracter¨ªsticas de la novela. Que si el personaje principal solo abarca unas 15 p¨¢ginas completas de la novela de casi 600. Que si se trata en realidad de una obra menor, comercial indiscutiblemente, que podr¨ªa encerrar una obra maestra. Que si Stoker abusa de distintos modelos cotidianos de narraci¨®n porque no ten¨ªa mejor idea. Todo eso es rid¨ªculo. Dr¨¢cula es la novela contempor¨¢nea m¨¢s contempor¨¢nea que existe. Y deber¨ªa escribirse esto muchas m¨¢s veces, atreverse a pronunciar que es m¨¢s importante, certera y directa que Madame Bovary y que incluso todo Proust. Y no es cierto que se apropie de elementos cotidianos de narraci¨®n; lo que hace es convertirlos en mecanismos brillantes, in¨¦ditos, portentosos para la construcci¨®n de la narrativa m¨¢s moderna. La novela arranca con un diario, el que Jonathan Harker medio escribe mientras est¨¢ encerrado en el castillo del conde Dr¨¢cu?la, al que ha ido a visitar para finalizar la compra de una abad¨ªa abandonada en las afueras de Londres. De ese diario pasamos a la correspondencia agobiada de Mina, la prometida de Jonathan, que insiste en escribirle sobre las bondades de la campi?a inglesa mientras su novio est¨¢ descendiendo hacia lo prohibido. A esta correspondencia se suman los diarios y cartas de los otros personajes de la historia: Lucy, la mejor amiga de Mina, as¨ª como el cuaderno de observaci¨®n de los m¨¦dicos de un manicomio infecto, donde uno de sus internos saborea moscas, y tambi¨¦n las visitas extrasensoriales del conde. No podemos olvidar el extraordinario y aterrador relato del cuaderno de bit¨¢cora del Demeter, donde el capit¨¢n cuenta c¨®mo su tripulaci¨®n y ¨¦l mismo mueren por el ataque de una fuerza desconocida. Y por ¨²ltimo, el sonido de las grabaciones del profesor Van Helsing a su gram¨®fono, explic¨¢ndonos qui¨¦n es el vampiro, c¨®mo ataca y lo letal de su presencia, porque significa que el mal es indetenible.
Afirmar, cien a?os despu¨¦s de la muerte de Stoker, que estos hallazgos fueron azarosos, casuales, es sostener ese empe?o en mediocrizar a los aut¨¦nticos genios. Es imposible que Stoker no haya meditado, sufrido, agonizado acerca de estas f¨®rmulas de narraci¨®n. Es imposible que el mensaje latente entre los pliegues de la capa de Dr¨¢cula sea producto de una noche agitada. Stoker entendi¨® que el verdadero mensaje de su obra no es el terror, ni el miedo agazapado en las esquinas de la gran urbe. No, el mensaje es que necesitamos devorarnos para existir. El hecho mismo de creer en un ser superior es una prueba de que necesitamos algo o alguien que nos fagocite para realizarnos. En ese sentido, Dr¨¢cula no es el opuesto de Dios, es tambi¨¦n Dios. Y al igual que ?l, otorga, quita, ama y dispone. El vampirismo es por ello un concepto que se extiende en nuestra sociedad as¨ª seamos privilegiados como abandonados a nuestra suerte. As¨ª seamos seres humanos o animales. Hombres o mujeres, de una sexualidad u otra. As¨ª amemos u odiemos. Pero por encima de todas estas emociones, en Dr¨¢cula conviven las cenizas del amor y las llamas del deseo, una ecuaci¨®n que sobre todo la mujer moderna lucha por tambi¨¦n unir. Amar y desear al mismo tiempo. As¨ª es como el vampiro consigue colarse en todas nuestras casas, sea cual sea el medio y la reencarnaci¨®n, hasta este mismo d¨ªa. Por eso, en el fondo aceptamos a los vampiros de Crep¨²sculo, porque, pese a provenir de una mente muy religiosa y puritana, consiguen ellos mismos socavar el esp¨ªritu de su propia creadora y, lejos de asustarnos, nos seducen, nos incitan a ser como ellos. Porque la verdad es que ya somos todos vampiros.
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