Siria: el tap¨®n de la cloaca
El autoritarismo de los reg¨ªmenes poscoloniales ¨¢rabes no ha hecho otra cosa que salvaguardar los viejos intereses occidentales, incluso cuando el marchamo nacionalista parec¨ªa indicar lo contrario
Hay que decirlo sin tapujos: Siria es el tap¨®n de la cloaca. Con los Al-Asad se ir¨¢ por el sumidero un siglo de historia colonial en Oriente Pr¨®ximo. No va a ser f¨¢cil, como se est¨¢ viendo. A diferencia de lo que ocurri¨® con la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, con la que el desmantelamiento del sistema poscolonial se compara, son dos, no una, las partes que ahora se tambalean: el ¡°ellos¡± y el ¡°nosotros¡±, seg¨²n la enraizada distinci¨®n orientalista.
La partida de nacimiento del colonialismo siempre ha sido motivo de discordia. Los ¨¢rabes la fechan en 1798, cuando Bonaparte desembarc¨® en Alejandr¨ªa y afirm¨®: ¡°?Egipcios, se os dir¨¢ que vengo a destruir vuestra religi¨®n! ?No lo cre¨¢is! Responded que vengo a restituir vuestros derechos frente a los usurpadores; que respeto m¨¢s que los mamelucos a Dios, a su profeta Mahoma y el glorioso Cor¨¢n¡±. Los europeos, quiz¨¢ para acortar su deplorable curr¨ªculum, prefieren 1885, cuando en Berl¨ªn se repartieron ?frica. Los turcos se quedan con 1783, fecha del zarpazo de Catalina a Crimea. Sobre lo que s¨ª hay m¨¢s acuerdo es sobre las postrimer¨ªas: el siglo XX ha sido el de la historia poscolonial, entendida como mantenimiento del orden colonial de otra manera.
Cuando en 2009 Obama reuni¨® en la Universidad de El Cairo a las fuerzas vivas egipcias para anunciar un nuevo compromiso de EEUU con el mundo musulm¨¢n, estaba remozando, no queda claro si a sabiendas, el discurso de Bonaparte: ¡°He venido aqu¨ª para buscar una nueva relaci¨®n entre EE UU y los musulmanes del mundo, basada en el inter¨¦s mutuo y el mutuo respeto; basada en la verdad de que Am¨¦rica y el islam no se excluyen y no tienen por qu¨¦ competir¡±. Lo que no pod¨ªan sospechar sus asesores, porque el menosprecio es cong¨¦nito a la actitud neocolonial, es que los ¨¢rabes ya no se lo creer¨ªan. Y menos a¨²n que su rabia cruzar¨ªa el Mediterr¨¢neo e incluso el Atl¨¢ntico. Porque una cosa es que los ¨¢rabes se revuelvan y que el contagio se extienda por el Sur, como ha vaticinado Felipe Gonz¨¢lez, y otra que navegue larvaria y peligrosamente hacia el Norte.
Con los Al-Asad se ir¨¢ por el sumidero un siglo de historia colonial en Oriente Pr¨®ximo
Frantz Fanon, el psiquiatra argelo-antillano que desenmascar¨® la imaginaci¨®n poscolonial, advirti¨® en 1961, poco antes de morir sin ver oficializada la independencia de Argelia, que el nacionalismo era una secuela que el colonizado deber¨ªa superar si aspiraba a una verdadera independencia. Su aviso fue claro: que el nacionalismo va contra la naci¨®n, el partido contra el pueblo y el Estado contra el individuo. La historia ¨¢rabe posterior le ha dado la raz¨®n. El autoritarismo de los reg¨ªmenes poscoloniales ¨¢rabes (simbolizado recientemente en Mubarak, Al-Asad, Gadafi y Ben Ali) no ha hecho otra cosa que salvaguardar los viejos intereses occidentales, incluso cuando el marchamo nacionalista parec¨ªa indicar lo contrario. Intereses que son sobre todo econ¨®micos, en los ¨²ltimos a?os reescritos en t¨¦rminos securitarios (terrorismo, inmigraci¨®n): el 30% del gas que importa la Uni¨®n Europea viene de Argelia; el 45% del petr¨®leo, de la Pen¨ªnsula Ar¨¢biga; Egipto y Arabia Saud¨ª son el segundo y tercer compradores de armamento americano; el 8% del comercio mar¨ªtimo mundial pasa por Suez.
La coartada nacionalista, vigente tantas d¨¦cadas en el mundo ¨¢rabe, ya no sirve para mantener la rapi?a. El fin de la era poscolonial no llegar¨¢ s¨®lo con la ca¨ªda del r¨¦gimen sirio, pero es una condici¨®n necesaria. En Siria se dirime la historia reciente de Oriente Pr¨®ximo.
1. El artificio de las fronteras. La configuraci¨®n del actual Estado sirio es el resultado del empaquetado cartogr¨¢fico de los restos del Imperio Otomano. Los autores fueron Francia y Gran Breta?a, el modo fue subrepticio y el momento mediada la Primera Guerra Mundial. Contaron con el benepl¨¢cito posterior de la Sociedad de Naciones. No hubo criterios nacionales, ¨¦tnicos, culturales, hist¨®ricos o geogr¨¢ficos. Simple estrategia colonial: la de dominar fragmentando. L¨ªbano, Palestina, Jordania y Siria son hijos de un cartab¨®n que se encarg¨® de acabar con el viejo y venerable Cham. En cuanto a Turqu¨ªa, naci¨® como una suerte de Jano bifronte, que igual mira al pasado que al futuro, al Este que al Oeste, al islam que al laicismo. Ha sido, con frecuencia en la sombra, la potencia regional, y sabe que en la actual crisis se juega su futuro. De momento sus presiones al gobierno de Al Asad, hasta hace un a?o amigo y aliado, no han dado resultado. El tiempo corre en contra de Ankara. El plan de paz de Annan es ante todo un respiro para Turqu¨ªa. Es cuesti¨®n de meses que se decida a una intervenci¨®n. Esto ser¨¢ otra vez tirar los palillos del mikado colonial.
2. La pax saudiana que vivimos. Si Arabia Saud¨ª ha llegado a ser una potencia regional, no ha sido por los petrod¨®lares o el wahabismo. Fue cosa de coyuntura. A comienzos de la d¨¦cada de 1980, los dos peones americanos en la regi¨®n, Ir¨¢n y Egipto, quedaron neutralizados: el primero por la revoluci¨®n isl¨¢mica; el segundo por la firma del tratado de paz con Israel. Reagan se volvi¨® hacia la casa de Saud, sin descuidar a las dem¨¢s dinast¨ªas del Golfo. Les ofreci¨® estabilidad y continuidad a cambio de lealtad. Es l¨®gico que a esta casta no le gusten las revueltas ¨¢rabes. Que se militarice el conflicto en Siria viene siendo su estrategia no declarada, a la espera del visto bueno de Washington (el Ej¨¦rcito Libre Sirio est¨¢ sufriendo estos vaivenes). Es una perspectiva que conviene tanto al r¨¦gimen de Riad (y a Doha, Manama, Abu Dabi) como al de Damasco. A Riad, porque con Siria en llamas la primavera ¨¢rabe se pone boca abajo; a Damasco, porque alimenta su ¨²nica baza ante el mundo: el miedo al conflicto sectario.
El fin de la era poscolonial no llegar¨¢ s¨®lo con la ca¨ªda del r¨¦gimen sirio
3. Colonizaci¨®n de reemplazo. Al enquistarse la revoluci¨®n siria, Rusia y China han reforzado su papel en la regi¨®n. Es l¨®gico que esto inquiete a Europa y a EEUU. No lo es tanto, como se pretende, que unos vetos del Consejo de Seguridad sean peores que otros. (?Cu¨¢ntas veces ha vetado EEUU resoluciones contra Israel? Veinticinco en los ¨²ltimos veinticinco a?os.) Pero las veleidades coloniales de Rusia en la zona son tan viejas y est¨¢n tan agotadas como el colonialismo mismo. Nada nuevo bajo el sol ruso. Lo que s¨ª es nuevo es que China e Ir¨¢n se mueran por el mismo bocado. Subhi Hadidi, destacado intelectual sirio en el exilio y uno de los m¨¢s firmes opositores a la intervenci¨®n armada, al hacer balance del a?o de revoluci¨®n siria (Al-Quds al-Arabi, 15.3.12) alertaba de la poca diferencia que hay entre que el tirano cabalgue a lomos de un tanque iran¨ª o de uno americano.
4. Palestina para todos los gustos. Los Al-Asad siempre han intentado que Palestina sea su reh¨¦n. Como los otros dictadores de la regi¨®n, han palestinizado su discurso nacionalista, aunque en su caso alzando adem¨¢s el estandarte antiimperialista. Hasta el punto de que mientras los Hermanos Musulmanes sirios eran represaliados sin cuartel, la c¨²pula de Ham¨¢s disfrutaba de la hospitalidad del r¨¦gimen. Pero la revoluci¨®n ha forzado a Ham¨¢s a replantearse su pol¨ªtica. Jaled Mashal, el l¨ªder pol¨ªtico de la formaci¨®n, cerr¨® a finales de 2011 la oficina en Damasco y lleg¨® a acuerdos con Fatah a espaldas de Ir¨¢n. Semejante giro en la estrategia del movimiento islamista palestino lo acerca tanto a la OLP como especialmente al islamismo triunfante en Marruecos, T¨²nez y Egipto. Tiene que ver esto con lo que el analista pol¨ªtico de Al Jazeera Marwan Bishara, uno de los menos rutinarios del panorama internacional y autor del reciente The Invisible Arab. The Promise and Peril of Arab Revolutions (Nation Books), considera una arabizaci¨®n de Palestina tras d¨¦cadas de palestinizaci¨®n del mundo ¨¢rabe. Y como se sabe, nada hay m¨¢s amenazador para la estabilidad emanada del orden colonial que la ¡°normalizaci¨®n¡± de Palestina.
Luz G¨®mez Garc¨ªa es profesora de Estudios ?rabes e Isl¨¢micos de la Universidad Aut¨®noma de Madrid; en la actualidad es visiting scholar en la Universidad de Columbia en Nueva York.
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