Oportunidades perdidas
Un Presupuesto sin la oposici¨®n ni las autonom¨ªas no aporta confianza a los inversores
El debate sobre los Presupuestos para 2012 es la mejor evidencia de que el Gobierno, a pesar de su mayor¨ªa parlamentaria, se encuentra en un momento pol¨ªticamente delicado a causa de los errores encadenados desde su primer Consejo de Ministros, a finales de diciembre. El Presupuesto que ha presentado en el Congreso ha merecido el rechazo pr¨¢cticamente un¨¢nime de todos los grupos pol¨ªticos que, si bien no son mayor¨ªa, constituyen poderes reales en varios ¨¢mbitos auton¨®micos. Uno de los escasos argumentos pol¨ªticos que pueden restaurar la confianza en la deuda espa?ola es el apoyo de la oposici¨®n, en especial del PSOE, de CiU y del PNV, a unos presupuestos obsesivamente restrictivos. Pues bien, ese apoyo, necesario para que los mercados conf¨ªen en la disciplina fiscal auton¨®mica, hoy es improbable. La pol¨ªtica unilateral de recortes se ha ganado la hostilidad de todas las fuerzas pol¨ªticas.
Y, por m¨¢s que se empe?e el equipo econ¨®mico del Ejecutivo, este rechazo no se debe a falta de responsabilidad de la oposici¨®n o a la labor obstruccionista del PSOE o a cualquier otra modalidad extravagante de teor¨ªa conspiratoria. Las razones hay que buscarlas en la torpeza pol¨ªtica del Gobierno y en la cadena de errores, antes mencionada, que han convertido el Presupuesto en un documento inviable como expresi¨®n de austeridad e inasumible como ejercicio de pol¨ªtica econ¨®mica. Porque torpeza es que el ministro Montoro acuse de todos los males del d¨¦ficit a las comunidades aut¨®nomas cuando busca el apoyo de CiU. Porque tan cierta es la responsabilidad auton¨®mica en el aumento de la deuda y el d¨¦ficit como la de la direcci¨®n del PP en los desastres financieros de la Comunidad Valenciana o Murcia.
Torpeza es tambi¨¦n que los ¨²nicos recursos argumentales que sostienen los recortes sean "la herencia recibida" y la obligaci¨®n inapelable de cumplir el objetivo de d¨¦ficit. El ministro (y el resto del equipo econ¨®mico) deber¨ªa estar enterado de que hay varias opciones para reducir el d¨¦ficit y no todas ellas exigen recortes abrumadores en inversi¨®n, educaci¨®n y sanidad. Tampoco es precisamente una demostraci¨®n de habilidad presentar a la opini¨®n p¨²blica unas cuentas tan notoriamente perjudiciales para el crecimiento y el empleo sin explicar la racionalidad de una sola de las decisiones de ajuste. Se ha ido simplemente a un recorte indiscriminado, al bulto, sin an¨¢lisis de sus efectos u oportunidad.
El Gobierno cosecha ahora, en forma de falta de credibilidad interior y exterior, errores como la decisi¨®n de aplazar la aprobaci¨®n del Presupuesto hasta despu¨¦s de las elecciones andaluzas. Esta equivocaci¨®n fundacional ha condicionado las decisiones de ajuste, ahorro o inversi¨®n de las comunidades aut¨®nomas, ha paralizado la ya de por s¨ª escasa actividad de los ministerios y disminuye los posibles efectos beneficiosos de los ajustes. Un Gobierno que presume de seriedad no debe presentarse ante los ciudadanos con algo tan poco serio como unos Presupuestos Generales para ocho meses (y aun menos, porque probablemente habr¨¢ que recurrir a nuevos recortes antes de octubre) y un consenso parlamentario que brilla por su ausencia.
El Gobierno ha perdido lastimosamente varias oportunidades decisivas. Era el momento de demostrar que una pol¨ªtica de recortes permit¨ªa reconstruir el Estado con una estructura del gasto p¨²blico m¨¢s eficiente; pero la ciega obligaci¨®n de cumplir con el objetivo de d¨¦ficit se ha llevado por delante esa opci¨®n. Tambi¨¦n era el momento de demostrar que se pod¨ªa articular un pacto b¨¢sico sobre el d¨¦ficit, con la aquiescencia de la oposici¨®n y las autonom¨ªas. El "tacto" de Montoro y la irritante insistencia en las "herencias" de Zapatero lo han hecho imposible. Entender¨¢n Guindos y Montoro que estos no son los resultados adecuados para ganarse la confianza de los mercados que tanto les preocupa.
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