Carn¨¦ de turista en Holanda
Las retricciones a los for¨¢neos en los 'coffee shops' responden m¨¢s a una batalla contra el turismo que contra el cannabis
![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/TEZ564OFDAZK2HYSSGTFVH652M.jpg?auth=c70f68f5b256161926bb3548b91f327552c27650958a7fd0821cb4cbda9c55df&width=414)
Mientras en Am¨¦rica Latina se retoma el debate sobre la despenalizaci¨®n de las drogas, en Holanda se inicia el recorrido inverso. Puede que los coffee shops, en los que se vende tan legalmente el cannabis como en las carnicer¨ªas las pechugas de pollo, hayan generado demasiados problemas a la poblaci¨®n. Pero tambi¨¦n puede que no sea una casualidad el hecho de que el cierre parcial de estos establecimientos haya llegado al comp¨¢s de Gobiernos conservadores y de una p¨¦rdida gradual de la tradicional tolerancia holandesa. El hecho es que desde el martes los coffee shops de las provincias del sur ¡ªBrabante, Limburgo y Zeelandia¡ª no est¨¢n autorizados a vender cannabis m¨¢s que a los residentes con carn¨¦ de consumidor, raz¨®n por la cual, en se?al de protesta, han cerrado sus puertas a todos.
A los ¨²ltimos Gobiernos holandeses les molestaba que los extranjeros viajaran al pa¨ªs en busca de esa rareza que permit¨ªa comprar y fumar porros con la tranquilidad que otorga la plena legalidad.
Desde octubre pasado, los coffee shops solo pod¨ªan vender a los residentes y a los extranjeros lim¨ªtrofes (belgas y franceses). Ahora, ni siquiera a ellos. Solo los consumidores nacionales tienen acceso a las variedades de cannabis que estos comercios ofrecen. Es una guerra al llamado turismo de la droga y tambi¨¦n a los perniciosos efectos para la salud de algunas de las modalidades de marihuana, seg¨²n las autoridades. Pero eso no explica por qu¨¦ se proh¨ªbe su acceso solo a los extranjeros, en vez de controlar tales variedades para todos.
Sea como fuere, los coffee shops est¨¢n en huelga y Holanda ha perdido un indudable atractivo para muchos de los turistas que acud¨ªan a disfrutar tambi¨¦n de su arquitectura, de sus ciudades sin coches y sus canales navegables.
Este riqu¨ªsimo pa¨ªs cuya econom¨ªa no se sustenta en el turismo se suma a esa creciente ola de restricciones que afectan al for¨¢neo y que da a entender que el problema no es ni la prostituci¨®n ni la droga. El problema es el turismo sexual, el turismo de la droga y ahora, tambi¨¦n, el turismo sanitario. Tal como se est¨¢n poniendo las cosas, quiz¨¢ habr¨¢ que empezar a solicitar carn¨¦s de turista sano e intachable para poder salir de casa.
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