Andaluc¨ªa, modelo auton¨®mico de la izquierda
La comunidad va a ensayar un modelo contrario a las privatizaciones de los servicios esenciales
El Estado de las autonom¨ªas que estableci¨® la Constituci¨®n de 1978, tras casi 40 a?os de franquismo centralista, ha tenido un desarrollo distinto en las diferentes ¡°nacionalidades y regiones¡±, a las que nuestra Ley Fundamental ¡°reconoce y garantiza el derecho a la autonom¨ªa¡±. Las nacionalidades hist¨®ricas ¡ªpreferentemente Euskadi y Catalunya¡ª jugaban con ventaja en ese proceso, hasta que Andaluc¨ªa, invocando no la historia, sino directamente la Constituci¨®n y la voluntad de sus ciudadanos, alcanz¨® el m¨¢ximo nivel de autonom¨ªa, no tanto para mirarse su ombligo identitario como para mejorar la situaci¨®n del pueblo andaluz y desarrollar su modelo desde la izquierda.
No es extra?o que dirigentes catalanes como Artur Mas y Josep Antoni Duran Lleida, desde sus posiciones nacionalistas excluyentes, hayan menospreciado a Andaluc¨ªa, tildando su autonom¨ªa de ¡°artificial¡±, jaleados por quienes, desde el PP, devotos de su ¨²nica y patriotera naci¨®n espa?ola, coquetean, sin embargo, con comunidades aut¨®nomas de ribetes soberanistas, mientras amenazan a Andaluc¨ªa, que siempre cumpliment¨® el mandato constitucional de solidaridad entre autonom¨ªas.
El signo de izquierdas de la nueva Junta de Andaluc¨ªa, como consecuencia del sabio ejercicio del derecho al voto de los andaluces el 25-M, capaz de alterar los resultados anticipados por las encuestas demosc¨®picas, va a ofrecer una prueba m¨¢s de la salud democr¨¢tica de Andaluc¨ªa: se va a ensayar, para salir de la crisis, un modelo de medidas socioecon¨®micas contrario a las privatizaciones de los servicios esenciales y que mantenga la prioridad de la educaci¨®n y la sanidad en el sector p¨²blico. Como explic¨® Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n en su discurso de investidura ante el Parlamento andaluz, reducir¨¢ en 2.696 millones de euros el presupuesto de 32.020 millones previsto para 2012, pero asegur¨® que buscar¨¢ f¨®rmulas para ahorrar, sin recortar derechos b¨¢sicos adquiridos por los andaluces a lo largo de las tres ¨²ltimas d¨¦cadas.
Es preciso remontarse en el tiempo para entender de d¨®nde proviene esa sabidur¨ªa electoral del pueblo andaluz, que le sirvi¨® para salir de su historia de caciques, se?oritos, miseria, abandono y enga?o, perpetrada por la derecha tradicional espa?ola, y a la que de ninguna manera ha querido regresar, aunque los viejos lobos se vistieran ahora con la piel de cordero del ¡°cambio¡± (?el cambio suyo?, cab¨ªa preguntar). Prefiri¨® el eslogan socialista ¡ª¡°Andaluc¨ªa por el camino seguro¡±¡ª, aderezado con la presencia en la Junta de Izquierda Unida, para consolidar un poder exigente, vigilante consigo mismo y capaz de erradicar conductas fraudulentas como las de los ERE.
Todo empez¨® cuando la Constituci¨®n abri¨® la puerta a las autonom¨ªas y Andaluc¨ªa aprovech¨® la oportunidad para introducirse de lleno. No fue tarea f¨¢cil. Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico (UCD), comprensiva con el Pa¨ªs Vasco y Catalu?a (no as¨ª con Galicia, tambi¨¦n nacionalidad hist¨®rica, pero con menos tradici¨®n nacionalista; azotada, como Andaluc¨ªa, por el paro, la emigraci¨®n y el subdesarrollo, y carente de una burgues¨ªa capaz de producir un partido an¨¢logo al PNV), puso todos los palos que pudo en las ruedas de la iniciativa andaluza, empe?ada en equipararse al techo auton¨®mico pactado para los estatutos de Gernika y de Sau.
UCD mantuvo la fecha del 28 de febrero de 1980 para la celebraci¨®n del refer¨¦ndum de iniciativa auton¨®mica de Andaluc¨ªa, comprometida por Adolfo Su¨¢rez con el l¨ªder andaluz Rafael Escuredo. Pero a partir de ah¨ª trat¨® de que la consulta a los andaluces demostrara el fracaso de quienes trataban de equipararse a los nacionalistas pata negra. Se aprob¨® urgentemente una ley sobre las diversas modalidades de refer¨¦ndum, que acentuaba las dif¨ªciles exigencias constitucionales para el acceso al mismo nivel de autonom¨ªa de las nacionalidades hist¨®ricas.
La necesidad de obtener m¨¢s del 50% de s¨ªes sobre el total del censo en cada provincia significaba una barrera casi insuperable, especialmente cuando UCD, el partido que sosten¨ªa al Gobierno que convocaba el refer¨¦ndum, ped¨ªa a los ciudadanos llamados a las urnas que se abstuvieran de votar. Y los votantes andaluces que, a pesar de todo, desearan votar, ten¨ªan que v¨¦rselas con la siguiente pregunta, pol¨ªticamente siniestra, literariamente esperp¨¦ntica, y que parec¨ªa inspirada por los hermanos Marx: ¡°?Da usted su acuerdo a la ratificaci¨®n de la iniciativa prevista en el art¨ªculo 151 de la Constituci¨®n a efectos de la tramitaci¨®n por el procedimiento establecido en dicho art¨ªculo?¡±. Ni una menci¨®n a las palabras ¡°Andaluc¨ªa¡± y ¡°autonom¨ªa¡±, esenciales para votar.
El resultado favorable a la iniciativa auton¨®mica de Andaluc¨ªa desbord¨® todas las previsiones. El proceso concluy¨® con la aprobaci¨®n del estatuto de autonom¨ªa en 1981 y con sucesivos gobiernos de izquierda en la Junta de Andaluc¨ªa, desde las primeras elecciones auton¨®micas del 23 de mayo de 1982 hasta las ¨²ltimas del 25-M. El libro Del consenso al desencanto, que publicamos a principios de 1981 Soledad Gallego-D¨ªaz y yo, prologado por Juan Luis Cebri¨¢n, recog¨ªa en caliente aquella voluntad frustrada de frenazo pol¨ªtico al pueblo andaluz, que sintetiz¨® la entonces responsable de autonom¨ªas del PSOE, Mar¨ªa Izquierdo Rojo: ¡°Se trata pura y simplemente de una vuelta a las fuentes antiautonomistas de UCD, comunes a los planteamientos de toda la derecha m¨¢s reaccionaria espa?ola¡±.
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