Populismo penal
El PP plantea medidas muy discutibles para mantener en prisi¨®n a presos no rehabilitados
Despu¨¦s de una veintena de revisiones del C¨®digo Penal desde 1995, Espa?a figura entre los pa¨ªses con una legislaci¨®n penal m¨¢s dura. Al endurecimiento que supuso la reforma de 2010 se a?adir¨¢ ahora una nueva y controvertida vuelta de tuerca si se consuma el prop¨®sito del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, de aplicar una futura pena de "prisi¨®n permanente revisable" a los delitos de terrorismo ¡ªuna forma de reintroducir la posibilidad de cadena perpetua¡ª, y una figura denominada "custodia de seguridad". Esta permitir¨ªa mantener hasta 10 a?os m¨¢s en la c¨¢rcel a presos que han cumplido sus condenas, si se considera que no est¨¢n rehabilitados. Se trata de propuestas ya hechas por el PP, que no prosperaron en la anterior revisi¨®n del C¨®digo Penal por carecer de consenso.
La forma en que el ministro ha anunciado esta medida, tras entrevistarse con el padre de Marta del Castillo, la joven asesinada en Sevilla en 2009, indica que el PP ha sucumbido a lo que los juristas llaman el populismo punitivo, es decir, legislar al calor de la presi¨®n popular en torno a sucesos de proyecci¨®n medi¨¢tica. Esta manera de proceder agita los sentimientos de venganza y alimenta una irracionalidad compulsiva que puede afectar al principio de proporcionalidad.
Es cierto que en toda Europa se han planteado medidas para dar respuesta a un problema de muy dif¨ªcil soluci¨®n: el tratamiento que deben recibir los asesinos en serie y pederastas que han cumplido su condena y presentan un alto riesgo de reincidencia. La necesidad de proteger a las posibles v¨ªctimas ha llevado a introducir medidas adicionales, como la "libertad vigilada" aprobada en 2010. Esta figura permite al juez establecer un r¨¦gimen de control especial para condenados por terrorismo y violencia sexual, que cumplen sus condenas sin haberse rehabilitado.
Ahora se pretende que el juez pueda prolongar la prisi¨®n hasta 10 a?os mientras persista la peligrosidad, y no solo en el caso de asesinos en serie, en los que el riesgo de reincidencia est¨¢ asociado a su personalidad psicop¨¢tica, sino tambi¨¦n a condenados por otros delitos graves, como el tr¨¢fico de drogas. Este planteamiento desborda el debate suscitado en torno a los violadores en serie y cae por la pendiente resbaladiza de un derecho penal basado en la peligrosidad potencial, que podr¨ªa vulnerar la Constituci¨®n.
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