Los culpables del desaguisado
Si los banqueros han cometido imprudencias o delitos la responsabilidad ser¨¢ de los supervisores
Tanto en la Puerta del Sol en Madrid como en la Plaza de Catalu?a en Barcelona, como en Zuccotti Park, en Nueva York, como en tantas otras capitales del mundo, la opini¨®n de los ¡°indignados¡± se ha manifestado con unanimidad: los culpables del desaguisado econ¨®mico que todos estamos sufriendo desde hace ya cinco a?os son los banqueros: ¡°banqueros al banquillo¡±, se pod¨ªa leer en la Puerta del Sol hace un a?o y hace una semana. La calle, o al menos una parte de ella, por tanto, lo tiene muy claro: los banqueros tienen la culpa de la crisis y deben pagar por ello. C¨®mo debe ejecutarse este pago, sin embargo, es menos claro. Muchos de los que as¨ª opinan quieren que se nacionalice la banca; otros, que cierren los bancos con p¨¦rdidas, que no sean ayudados ni rescatados. Creo que sobre lo que hay unanimidad es en demandar que los ingresos de los banqueros se reduzcan. No les falta raz¨®n.
Ahora bien, como siempre, las cosas son m¨¢s complejas. En primer lugar, no todos los bancos o banqueros son igualmente culpables. En segundo lugar, los bancos est¨¢n entre las empresas m¨¢s sometidas a supervisi¨®n y control en las modernas sociedades capitalistas, de modo que, si los banqueros han cometido imprudencias o delitos, la responsabilidad ser¨¢ tanto o m¨¢s de los supervisores, que de aqu¨¦llos. Atribuir la responsabilidad de la crisis a los banqueros es equivalente a atribuir la siniestralidad en la carretera a los conductores. En realidad, en materia de seguridad vial la responsabilidad ¨²ltima es de las autoridades que construyen y mantienen las carreteras, que deben emprender campa?as de concienciaci¨®n y educaci¨®n, que tienen fuerzas de polic¨ªa para reprimir conductas peligrosas o infractoras, etc¨¦tera; esto es algo bien conocido y aceptado del p¨²blico. Al igual que est¨¢ muy bien que a los conductores temerarios e infractores se les multe, se les retire el carnet de conducir, o incluso se les encarcele, tambi¨¦n es de desear que a los banqueros que hayan cometido delitos se les aplique la ley con todo rigor, e incluso que a los que, sin haber delinquido, hayan dado prueba de extrema incompetencia o negligencia se les destituya o se les sancione. Pero, hay que insistir sobre esto, la responsabilidad del funcionamiento del sistema financiero en su conjunto es del Estado y sus ¨®rganos supervisores, que tienen los medios y la obligaci¨®n de imponer el imperio de la ley en ¨¦ste como en otros campos.
A todos los supervisores se les hac¨ªa cuesta arriba cumplir con su deber
Hay muchas razones que explican la estrecha supervisi¨®n a que est¨¢n sometidos los bancos, pero la m¨¢s importante y comprensible es que el sistema bancario crea dinero, potestad tradicionalmente reservada al Estado. Crear dinero es muy barato y lucrativo, de modo que hay un incentivo muy fuerte para los que tienen esa potestad de abusar de ella. La misi¨®n de los supervisores (bancos centrales, comisiones de mercados de valores, comisiones parlamentarias y otros organismos gubernamentales) es evitar los abusos en los que los bancos incurran en su af¨¢n por mejorar sus cuentas de resultados. La frontera entre lo legal y lo ilegal en esta materia es muy borrosa, por lo que la misi¨®n de los supervisores es dif¨ªcil: por eso son tan numerosos. Entonces ?por qu¨¦ han fallado en tantos pa¨ªses, desde Islandia a Estados Unidos pasando, desgraciadamente, tambi¨¦n por Espa?a? Las razones son asimismo varias, pero pueden resumirse en una, de ¨ªndole esencialmente pol¨ªtica: el miedo a provocar una recesi¨®n. Dec¨ªa W. MacChesney Martin, antiguo presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, que la misi¨®n del banquero central era retirar la bebida cuando m¨¢s animada estaba la fiesta. Es decir, subir los tipos de inter¨¦s y aumentar las exigencias de rigor en los momentos de euforia econ¨®mica, cuando los beneficios son m¨¢s altos y el paro m¨¢s bajo. La misi¨®n de aguafiestas es desagradable siempre, y a los pol¨ªticos les produce horror, porque puede tener pronto reflejo en las urnas. Por eso a todos los supervisores se les hac¨ªa cuesta arriba cumplir con su deber, hasta el extremo de que muchos de ellos no lo hicieron. En unos casos, la negligencia se debi¨® a una fe ciega en el funcionamiento de los mercados, como cuando Greenspan dijo aquello de que se regulaban autom¨¢ticamente, lo cual, en el caso de las finanzas, es disparatado, porque no existen l¨ªmites naturales a la creaci¨®n de dinero como pueden existir a la producci¨®n de acero o de trigo. En otros casos las razones son puramente pol¨ªticas, porque ?qui¨¦n se atreve a echar un jarro de agua fr¨ªa sobre una econom¨ªa que el presidente del gobierno ha definido como envidia de sus vecinos y jugadora destacada de la Champions League econ¨®mica, cuando adem¨¢s ese presidente es secretario general del partido donde milita el supervisor?
Los romanos ten¨ªan una sabia pregunta para expresar este problema: quis custodiet ipsos custodes? ?Qui¨¦n supervisa a los supervisores? No deben ser los propios pol¨ªticos, que est¨¢n en la ra¨ªz del problema, sino los jueces, que son independientes. ?Banqueros al banquillo? Supervisores primero.
Gabriel Tortella, profesor em¨¦rito de la Universidad de Alcal¨¢, es autor, con Clara Eugenia N¨²?ez, del libro Para comprender la crisis, entre otros.
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