Julita Cuquerella, guardiana de los secretos de Urdangarin
Es la devota y fiel secretaria que defiende al duque de Palma ante el juez y el fiscal Madre de siete hijos, maestra y licenciada en filolog¨ªa inglesa, fue despedida de un colegio del Opus Dei antes de trabajar para el yerno del Rey
Julita Cuquerella (Madrid, 1970), madre de siete hijos, licenciada en Filolog¨ªa Inglesa y maestra, afronta una situaci¨®n compleja a cuenta de su ¨²ltimo empleo. Est¨¢ a la sombra de un personaje agobiado, el yerno del Rey, I?aki Urdangarin, imputado por corrupci¨®n y apartado de los actos de la familia real por su conducta ¡°nada ejemplar¡±. Desde 2007, Cuquerella es la asistente personal que manejaba la agenda del duque de Palma, consejero de Telef¨®nica con trabajo en Estados Unidos. La guardiana de su secretos. La que le transmit¨ªa ¨Ca deshoras, por el desfase horario entre Barcelona y Washington¨C el parte de la tormenta del caso Urdangarin.
Telef¨®nica paga a Cuquerella por asistir al duque. Y Urdangarin emplea a Cuquerella en asuntos que desbordan su tarea profesional en Telef¨®nica. La asistente le gestiona cuestiones particulares de la familia Urdangarin-Borb¨®n. Tutea al duque y reverencia a la Infanta. Sus correos electr¨®nicos est¨¢n llenos de gui?os que sugieren pr¨¢cticas poco ejemplares. ¡°I?aki: Como sabes, SAR me ha encargado unas compras que no puedo justificar por gastos de Aiz¨®on¡±, dice un e-mail. Aiz¨®on es la empresa privada de los duques de Palma donde se ingresaron cientos de miles de euros captados por el Instituto N¨®os ¨Cde Urdangarin y su socio, Diego Torres¨C en los Gobiernos aut¨®nomos de Baleares y Valencia.
Discreta, de rojo y negro, Cuquerella lleg¨® ante el juez para explicar c¨®mo tramita los viajes privados del duque, c¨®mo opera en sus cuentas, c¨®mo controla los pagos de la tarjeta visa y los asigna a una u otra casilla. Explic¨® que cobra cheques, paga impuestos y controla las asesor¨ªas remuneradas del duque a grandes marcas. Adem¨¢s, conoce a los principales donantes de sus fundaciones.
La secretaria fiel testific¨® dos veces, en febrero y abril, en Barcelona. ¡°No es un trago de buen gusto¡±, observ¨®. Antes del trance judicial le rog¨® al duque: ¡°T¨² reza un avemar¨ªa para m¨ª, para que est¨¦ m¨¢s tranquila¡±. Declar¨® como testigo, prometi¨® decir la verdad. No jur¨®. Su testimonio ocupa treinta folios. En ocasiones se hizo la esquiva, quer¨ªa proteger a Urdangarin.
En un momento dado, el juez le advirti¨® de que iba a imputarla si no dec¨ªa la verdad. ¡°Parec¨ªa altiva, sobrada. Se ve¨ªa superior y era respondona¡±, explica una persona que la observ¨®.
Los Cuquerella suman generaciones de marinos de guerra. El padre, Vicente, fue vicealmirante. Julita celebr¨® el festejo de boda, en 1998, en un recinto de la Armada. Despos¨® con el dublin¨¦s David MacManus, profesor en el IESE de Barcelona. MacManus, aficionado al rugby, tiene colgadas en su perfil de Facebook una foto con Cuquerella y otra, grande, de su prole, siete ni?os de ojos claros.
Del paro, Cuquerella lleg¨® a Urdangarin recomendada por ¡°una de sus mejores amigas¡±, la cu?ada de Torres, Mari Carmen Vidal, que est¨¢ casada con Marco Tejeiro, el contable de los Urdangarin. Telef¨®nica ofreci¨® al duque que contratara a un asistente y este eligi¨® a Cuquerella. ¡°Le gust¨® mi perfil m¨¢s discreto¡±, supone la asistente personal, una persona disponible todo el d¨ªa para su jefe, desde casa, desde la mansi¨®n de los duques en Pedralbes o desde la d¨¦cima planta de la sede de Telef¨®nica en Sants.
¡°Llevaba muchos a?os dando clase a ni?os muy peque?itos y no me gustaba mucho¡±, ha contado. Fue durante tres a?os coordinadora en el colegio La Farga de Sant Cugat, de una fundaci¨®n animada por Josemar¨ªa Escriv¨¢, el santo fundador del Opus Dei. Cuquerella desvel¨® que fue despedida.
Como asistente de Urdangarin, busc¨® personal para la empresa de los duques. Su hermana Olga, en Madrid, fue contratada en Aiz¨®on. Tambi¨¦n su asistente dom¨¦stica, la nuera de esta y una hermana. En los discos duros de los ordenadores de N¨®os, la polic¨ªa hall¨® el rastro sobre pr¨¢cticas irregulares de la empresa del duque, que buscaba trabajadores ficticios. ¡°Necesitamos que me mande el DNI, el n¨²mero de la Seguridad Social, ninguna [persona] sabe de qui¨¦n es la empresa [de los duques], creen que es de un amigo m¨ªo¡±, escribi¨® Cuquerella. El fiscal Pedro Horrach advirti¨® que ese mensaje de la asistente revelaba la intenci¨®n de defraudar a Hacienda: ¡°Lo ¨²nico que parece es que sacaban dinero mediante este sistema; esto se llama ennegrecer¡±.
El papel m¨¢s dif¨ªcil de Cuquerella y m¨¢s comprometedor para Urdangarin es su nota manuscrita con ¡°la cuenta suiza¡±, en la que el yerno real pudo cobrar fondos opacos. ?l lo niega. Cuando le preguntaron en su ¨²ltima declaraci¨®n judicial, la colaboradora del duque se engall¨® ante el fiscal: ¡°?Qu¨¦ hay de malo en tener una cuenta en Suiza? ?No es lo mismo Suiza que Zaragoza?¡±, asegur¨® a la vista del tarjet¨®n que escribi¨® por orden de Urdangarin con los c¨®digos y cifras del banco. El duque dict¨® a Julita las claves suizas que le pas¨® un socio y le dio dos contratos para el cobro de 375.000 euros. Ella los entreg¨® en mano a un valenciano, ¡°que t¨² ya sabes para qu¨¦ es¡±, dice el tarjet¨®n. Cuquerella, inc¨®moda con las preguntas, lleg¨® a espetar al fiscal: ¡°Quien est¨¢ haciendo elucubraciones mentales es usted¡±.
Con sus preguntas, el fiscal y el juez cercaron a la asistente del duque, que sali¨® del trance meditabunda, pero entera.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.