La huella
Lo malo que tienen las profec¨ªas apocal¨ªpticas, expresadas d¨ªa tras d¨ªa con desastroso entusiasmo, es que acaban cumpli¨¦ndose
Esa huella dactilar es nuestra huella. La de la persona que firma con el dedo pulgar un documento bancario, una preferente, que ahora vemos como una de las trampas ratoneras desplegadas para atrapar el dinero honrado. Esa huella es un mapa, un lugar psicogeogr¨¢fico. Es la huella de la Espa?a enga?ada, la huella de todos. En sus surcos hay mucho sudor, mucho trabajo, mucha confianza traicionada. Dicen que esa huella es la firma de un analfabeto. Pero analfabetos, en esta crisis, analfabetos somos todos, salvo los Grandes Pillos Especuladores y los impasibles Very Serious Person que administran los clavos del ata¨²d europeo, all¨ª donde tienen enterrado al se?or Keynes y la alternativa a la recesi¨®n. Ayer, cuando reparamos en la huella dactilar, como una fotograf¨ªa a¨¦rea de dunas amenazadas, se anunciaba un probable ¡°rescate¡± de Espa?a este fin de semana. De producirse, un rescate finalmente obligado por el inmenso cr¨¢ter en la deuda privada y no por las cuentas p¨²blicas. Esa es parte de la ocultaci¨®n que hemos sufrido para justificar el desmontaje de nuestro mejor patrimonio: sanidad, educaci¨®n, energ¨ªas renovables e investigaci¨®n. As¨ª que estamos en manos de ilustres analfabetos. Y de una tripulaci¨®n gubernamental de ¡°abogados del Estado¡±, muy diligentes a la hora de cargarse el Estado. En los ¨²ltimos d¨ªas ha habido un intento del Gobierno para huir del discurso auto-destructivo. Lo malo que tienen las profec¨ªas apocal¨ªpticas, expresadas d¨ªa tras d¨ªa con desastroso entusiasmo, es que acaban cumpli¨¦ndose, se pegan a uno como granos en el culo. La crisis econ¨®mica est¨¢ teniendo un correlato de suspensi¨®n democr¨¢tica y moral. Pensemos en la ley del silencio impuesta en el Parlamento. O en la imp¨²dica amnist¨ªa fiscal, que debe causar sonrojo hasta a los blanqueadores. En las encuestas, nueve de cada 10 ciudadanos ven la realidad espa?ola en clave de novela negra: el deshojar de una cebolla pestilente. Menos mal que nos queda la huella dactilar.
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