El Derby del reino legendario
La imagen estupenda de su cuarto hijo ganador del Derby fue el adi¨®s de "Montjeu", el magn¨ªfico
El Derby del a?o 1900 fue ganado por Diamond Jubilee, tal como su hermano de padre y madre Persimmon hab¨ªa logrado cuatro a?os antes. Ambos eran propiedad del pr¨ªncipe de Gales que luego fue Eduardo VII, hijo de la reina Victoria cuyos 60 a?os de reinado celebraba el nombre del ganador. El Derby de 2012 ha iniciado las celebraciones de otro jubileo de diamantes, el de Isabel II, bisnieta de aquel pr¨ªncipe. Que en los ¨²ltimos dos siglos y pico sendas reinas inglesas hayan llegado a ostentar la corona m¨¢s de 60 a?os dice mucho sobre los ingleses y sobre su ins¨®lita y pertinaz monarqu¨ªa. Tambi¨¦n a?ade una cierta reserva a la amarga constataci¨®n del rey Enrique IV de Shakespeare: ¡°Con inquietud reclina la cabeza el que ci?e una corona¡±. Seguramente, pero cuando son ellas...
En febrero del 52, cuando muri¨® su padre (al que hoy todos conocemos algo idealizado por la pel¨ªcula El discurso del rey), Isabel estaba en Kenia, albergada en un hotel situado en lo alto de un enorme ¨¢rbol, desde cuya cima ve¨ªa desfilar en el crep¨²sculo a los melanc¨®licos elefantes. Subi¨® a ese ¨¢rbol princesa y descendi¨® reina: una met¨¢fora apropiada para ilustrar lo que a nivel de la especie sostuvo Charles Darwin. A partir de entonces, siempre mantuvo dos fidelidades acrisoladas, la de las obligaciones del trono y la afici¨®n a las carreras de caballos, el deber y el placer. A ello se refiere precisamente el t¨ªtulo del libro publicado para honrarla en su jubileo, His Majesty¡¯s Pleasure de Julian Muscat, en el que se detalla su larga trayectoria como propietaria y criadora de purasangres. Y el British Museum se une a la celebraci¨®n con una exposici¨®n sobre el caballo ¡°de Arabia a Royal Ascot¡±. Como prueba de su afici¨®n baste se?alar que durante todo su reinado s¨®lo ha faltado al Derby de Epsom en una ocasi¨®n, debido a un inoportuno catarro¡
El Derby de 2012 ha iniciado las celebraciones de otro jubileo de diamantes, el de Isabel II
Aunque pase por ser uno de tantos vicios exclusivamente masculinos y hasta machistas, la fascinaci¨®n por los caballos veloces tambi¨¦n es cosa de mujeres. En la exposici¨®n del British Museum se aportan datos sobre lady Anne Blunt, nieta de Lord Byron, que recorri¨® Arabia en busca de buenos sementales para criar en su cuadra y mejorar la raza. Tambi¨¦n son manos femeninas las que han escrito algunos de los mejores libros que he le¨ªdo sobre el turf, el ¨²ltimo de ellos el de Beryl Markham Al oeste con la noche (Libros del Asteroide), no inferior a las Memorias de ?frica de su amiga Karen Blixen y que cuenta entre otras muchas deliciosas aventuras sus experiencias como campeona de entrenadores de caballos. Pero ellas no s¨®lo preparan corceles sino que tambi¨¦n los montan y cada vez con m¨¢s ¨¦xito: este a?o, el Oaks de Kentucky lo ha ganado la estupenda jockette Rosie Napravnik y en el Derby de este jubileo mont¨® Hayley Turner, la segunda mujer en la historia que participa en la gran carrera y cr¨¦anme ¡ªde eso es de lo ¨²nico que entiendo¡ª no inferior en habilidad a sus colegas masculinos, a pesar de que suele tener menos ocasiones de demostrarlo.
Todas las ediciones del Derby son apasionantes, unas por lo abierto e incierto del pron¨®stico y otras por la presencia de un gran favorito cuya gloria siempre est¨¢ por demostrar. En 2012 se daba esta ¨²ltima circunstancia y de manera especialmente adecuada a la ocasi¨®n: primero, por el propio nombre del distinguido, Camelot. Nomen, omen: ?qu¨¦ mejor auspicio que esta referencia a la m¨ªtica corte de Arturo para celebrar un largo reinado ingl¨¦s? Luego, porque el caballo, invicto en sus tres salidas anteriores a la pista que inclu¨ªan su victoria cl¨¢sica en las Dos Mil Guineas, es hijo del soberbio Montjeu, cuya muerte prematura una par de meses atr¨¢s afligi¨® a todos los buenos aficionados. Pese a su relativamente corta trayectoria como semental, Montjeu ya hab¨ªa procreado tres ganadores de Derby: el r¨¦cord est¨¢ en cuatro y esta era su ocasi¨®n de igualarlo a t¨ªtulo p¨®stumo. Adem¨¢s, los hijos de Montjeu suelen ser como su padre, muy hermosos y no s¨®lo buenos en la pista, kal¨®s kai agaz¨®s como exig¨ªan los griegos y Camelot responde sin m¨¢cula a esta imagen de poes¨ªa en acci¨®n.
En muchos hip¨®dromos de USA todas las jornadas comienzan con el himno. Nadie lo silba, pero es que son pa¨ªses anticuados
Pocos rivales decidieron enfrentarse a ¨¦l y en el Derby s¨®lo hubo nueve participantes, el campo m¨¢s reducido de la cl¨¢sica desde 1905. Uno de ellos era Astrology, compa?ero de cuadra de Camelot y que en teor¨ªa deb¨ªa ayudarle marcando el paso de la prueba, aunque ten¨ªa m¨¦ritos suficientes tambi¨¦n para aspirar a disputarle el triunfo. El m¨¢s cualificado por haber ganado el Dante Stakes, la mejor preparatoria para el Derby, era Bonfire: un hijo del alem¨¢n Manduro peque?o y compacto, lo que dicen que conviene para abordar las desequilibrantes ondulaciones de Epsom. Tambi¨¦n era considerable Main Sequence, vencedor en la preparatoria de Lingfield y propiedad de la familia Niarchos, los armadores que rivalizaron con Onassis. Sin olvidar del todo a Cavaleiro, un outsider a m¨¢s de treinta a uno en las apuestas, pero hijo de un ganador del Derby y montado por la intr¨¦pida Hayley Turner¡
La acogida a la reina este a?o en Epsom fue especialmente c¨¢lida y generosa. Por supuesto las relaciones de la monarca y su pueblo no siempre han sido excelentes, pero en el peor de los casos los ingleses se irritan contra ella como quien se enfada con su abuela, no como quien se subleva contra el usurpador. En medio de la pista frecuentada por tantos campeones, la atractiva soprano Katherine Jenkins enton¨® un vibrante God save the Queen, coreado por gran parte del p¨²blico. Despu¨¦s de todo, es un himno que no pide sangre, sino larga vida a la reina ¡°para que defienda nuestras leyes¡± y al Se?or ¡°que haga ver a todas las naciones que los hombres deben ser hermanos y formar una familia en todo el mundo¡±. Record¨¦ entonces que en muchos hip¨®dromos de USA todas las jornadas comienzan con el himno del pa¨ªs, que detiene por un momento respetuosamente el ir y venir de los apostantes. Nadie lo silba, pero es que son pa¨ªses anticuados. En Espa?a los ciudadanos somos m¨¢s sueltos de cuerpo y no nos andamos con zarandajas, pitamos a quien nos peta con sana rebeld¨ªa y s¨®lo hay que felicitarse por lo estupendamente que as¨ª nos va.
La carrera fue brillante, como siempre, pero seg¨²n lo previsto. Astrology marc¨® el paso y hasta mediada la recta final dio la impresi¨®n incluso de poder ganar. Entonces, desde las ¨²ltimas posiciones, avanz¨® incontenible Camelot, montado con serenidad por Joseph O¡¯Brien, hijo del preparador del campe¨®n y que acaba de cumplir 19 a?os. Con un galope de seda, Camelot rebas¨® a todos y se fue a ganar por cinco cuerpos, mientras Main Sequence arrebataba en el ¨²ltimo tranco la segunda plaza al fiel Astrology. Los hombres ilustres se despiden de la vida diciendo alguna frase sublime¡o que parece sublime por ser la ¨²ltima. Los grandes caballos lo hacen a su modo: la imagen estupenda de su cuarto hijo ganador del Derby fue el adi¨®s de Montjeu, el magn¨ªfico.
Fernando Savater es escritor.
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