Exprimiendo al diablo que viste de Prada
Lauren Weisberger convirti¨® en villana a su antigua jefa, la directora de ¡®Vogue USA¡¯ Anna Wintour, en un libro de 2003 que la hizo rica y cuya adaptaci¨®n al cine protagoniz¨® Meryl Streep Tras varios intentos fallidos de revalidar el ¨¦xito de su debut, vuelve a rentabilizar el personaje
Judas vive en un apartamento de 2,5 millones de d¨®lares (casi 2 millones de euros) en Manhattan, y urde segundas partes. A la escritora Lauren Weisberger (Scranton, Pensilvania, 1977) el ¨¦xito no le ha vuelto a sobrevenir desde que publicara en 2003 El diablo viste de Prada. Lo ha intentado en tres ocasiones, con otros tantos tres libros, y con ninguno de ellos ha logrado el ¨¦xito feroz de su primera novela, que ha vendido casi cuatro millones de copias. Ante el riesgo de ser flor de una sola primavera, Weisberger ha optado por ser cactus obstinado: ?por qu¨¦ no seguir pinchando a la reina de todas las reinas en el mundo de la moda?, ?por qu¨¦ no escribir una secuela de su novela m¨¢s c¨¦lebre? De ese modo y con ese fin est¨¢ perpetrando La venganza viste de Prada, una obra que, al menos por lo que denota el t¨ªtulo, no ser¨¢ excesivamente original. Weisberger no ha respondido a preguntas de este peri¨®di?co.
La escritora, de 35 a?os, le debe su carrera a los 11 meses que pas¨® como asistente de la directora de la edici¨®n estadounidense de la revista Vogue, Anna Wintour. Fue en el cambio de milenio, despu¨¦s de ?haberse pasado unos meses viajando con solo una mochila por el globo ¡ªIs?rael, Egipto, Jordania¡ª subsistiendo con Nutella y Coca-Cola Light. De no hacer nada, pas¨® a trabajar en las oficinas de la editorial Cond¨¦ Nast en Times Square, Nueva York, verdadera meca para periodistas de moda de todo el mundo. La raz¨®n, admite ella, fue que elabor¨® un curr¨ªculo bonito y vistoso. Seg¨²n sus propias palabras, en Vogue aprendi¨® ¡°el lenguaje de los tacones de aguja y de Star?bucks¡±, al parecer dos grandes aficiones de la Wintour.
Despu¨¦s de esos 11 meses ¡ªganando 32.500 d¨®lares al a?o, un sueldo modesto para los precios neoyorquinos¡ª, Weisberger pas¨® a escribir peque?as rese?as de libros para la revista Departures, de American Express. Mientras, tom¨® clases de escritura, en las que perge?¨® una serie de cr¨®nicas seudorrealistas sobre sus d¨ªas en Vogue. Sus profesores las encontraron tan amenas que la animaron a escribir un libro. As¨ª naci¨® El diablo viste de Prada, la historia de Andy Sachs, quien, reci¨¦n licenciada, trabaja de asistente de Miranda Priestly, la p¨¦rfida directora de la revista Runway, que, f¨¢ustica, intenta hacer que renuncie a su vida y venda su alma al despiadado diablo de la moda, a cambio de prendas de Chanel. En el libro, Priestly, una imitaci¨®n de Wintour, exige que sus asistentas vayan vestidas de forma impecable, le traigan el caf¨¦ a una temperatura determinada y la saquen de Miami con un vuelo ch¨¢rteren pleno hurac¨¢n, adem¨¢s de otras supuestas crueldades cotidianas.
La novela, nada del otro mundo, se convirti¨® en una pel¨ªcula que cont¨® con el inconmensurable activo de que Meryl Streep acept¨® protagonizarla. Y aquello solo supuso m¨¢s fama, y dinero, para Weisberger, quien ha tratado de repetir el ¨¦xito con novelas cortadas con el mismo patr¨®n: mujeres normales que se ven tentadas por una parte oscura de la fama y el ¨¦xito. Lo que no ha conseguido en sus ficciones es una antagonista de la talla y la presencia de Miranda Priestly, porque Miranda Priestly no es m¨¢s que un retrato naturalista de Wintour, una persona con una profesionalidad tan grande como su supuesta perfidia y su fondo de armario.
Priestly ni siquiera es una caricatura. Es Wintour en estado supremo. Esa verdad queda reflejada en el documental The september issue (R. J. Cutler, 2009), que narra el proceso de producci¨®n del n¨²mero de Vogue de septiembre de 2007, de 840 p¨¢ginas. En una escena, Wintour supervisa el planillo de la revista, con las fotos y los espacios para textos. Una de sus empleadas no la ve entrar, y le da la espalda. Cuando descubre a su jefa, tras ella, mir¨¢ndola con frialdad, casi se desploma al suelo del susto. ¡°Hay algo en la moda que pone a la gente muy nerviosa¡±, admite all¨ª la propia Wintour.
¡°Ten¨ªa un asiento de primera fila en una empresa que ejerce una enorme influencia sobre las mujeres, pero ella parece no haber entendido nada de la soledad y la presi¨®n que sufre su jefa¡±, critic¨® 'The New York Times'
No hubo demandas por difamaci¨®n a causa de El diablo viste de Prada. Wintour no ha hablado abiertamente de Weisberger. Se limit¨® a acudir al estreno de la pel¨ªcula... vestida de Prada. Qued¨® entonces probado: ante todo, la directo?ra de Vogue tiene un sentido del humor y una autocr¨ªtica de la que carecen Weisberger y sus libros de cotilleos moralistas mal disfrazados de ficci¨®n. En un momento de The september issue le preguntan a Wintour si le importa que la llamen dama de hielo, a lo que responde: ¡°Lo ¨²nico que s¨¦ es que este invierno est¨¢ haciendo fr¨ªo¡±. ?Y qui¨¦n es la anodina hero¨ªna de las novelas de Weisberger? Una mujer que logra un puesto en Vogue ¡ªpor el que un mill¨®n de chicas matar¨ªan, como la propia protagonista se ocupa de subrayar¡ª y es sin embargo infeliz porque lo que ella quiere es escribir grandes obras period¨ªsticas en The New Yorker.
El respetable diario The New York Times ejerci¨® la venganza del establishment medi¨¢tico contra Weisberger al encargarle la cr¨ªtica de aquella primera novela a Kate Betts, periodista experta en moda que trabaj¨® para Wintour durante ocho a?os. Es bastante revelador que la rese?a se titule Querid¨ªsima Ana. Acaba de este modo: ¡°Despu¨¦s de haber trabajado en Vogue durante ocho a?os, en los que Anna Wintour fue mi mentora, debo decir que Weisberger podr¨ªa haber aprendido algunas cosas en el a?o en que vendi¨® su alma al diablo de la moda por 32.500 d¨®lares. Ten¨ªa un asiento de primera fila en una de las mayores cabeceras editoriales del mundo, en una empresa que ejerce una enorme influencia sobre las mujeres, pero ella parece no haber entendido nada de la soledad y la presi¨®n que sufre su jefa¡±.
Sea como sea, si no fue una mentora de ¨¦xito, al menos Wintour es la ubre que Weisberger exprime hasta la extenuaci¨®n. El dinero de su primera novela le ha permitido comprar un lujoso apartamento en el barrio de Chelsea, Manhattan, de 185 metros cuadrados, dos dormitorios y un peque?o jard¨ªn por una cifra superior a lo que hubiera cobrado trabajando en Vogue 75 a?os con el mismo sueldo. Ahora la autora vuelve a la carga. En la segunda parte de la historia, su trasunto, Andrea, vuelve a cruzarse en el camino de su temida exjefa, justo cuando planea su boda con Max, un gran heredero del mundo de la moda. Y es de justicia: si la resabida Andrea no tiene la paciencia de ascender lentamente en el mundo del periodismo de moda, siempre puede casarse con un rico heredero. Sue?os de hermanastra.
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