Carmen Cervera: ¡°No soy gastosa. Los ricos tambi¨¦n est¨¢n en crisis¡±
La baronesa responde a las cr¨ªticas por la pol¨¦mica venta de 'La esclusa' El 'constable' se subastar¨¢ el pr¨®ximo 3 de julio con un precio de salida de 30,7 millones de euros El bar¨®n Thyssen, dice, le dej¨® una gran colecci¨®n de arte y "poco m¨¢s"
El anuncio de que Carmen Thyssen (Barcelona, 1943) iba a subastar La esclusa, pintada por John Constable en 1824, una de las obras esenciales de su colecci¨®n, ¡°por falta de liquidez¡± dej¨® boquiabierto a m¨¢s de uno. La imagen p¨²blica de la viuda del bar¨®n Thyssen no proyecta precisamente necesidades econ¨®micas. Casas de lujo (en La Moraleja, Marbella, la Costa Brava y Lugano), coches de alta gama ?(Rolls Royce, Mercedes), joyas deslumbrantes, y sobre todo una colecci¨®n de arte que incluye ocho telas de Gauguin y una de la ¨¦poca fauvista de Picasso, hacen que resulte m¨¢s que chocante su repentina necesidad de dinero contante y sonante. En esta entrevista exclusiva explica que es muy rica en obras, pero que desde la muerte del bar¨®n, en 2002, no tiene ninguna clase de ingreso.
Su colecci¨®n personal lleva 13 a?os prestada gratuitamente al Gobierno espa?ol. Cervera espera que la opini¨®n p¨²blica comprenda que la venta del cuadro es fundamental para mantener su patrimonio. Y entiende que no es momento de exigir al Ejecutivo soluciones para su futuro. Lejos de cuantificar su presupuesto ni el abundante n¨²mero de personas a su servicio (supuestamente, alrededor de 80), insiste en que los millonarios tambi¨¦n est¨¢n en crisis y que todos tenemos que buscar ingresos donde se pueda.
Pregunta. ?Por qu¨¦ ha decidido poner a la venta un cuadro que algunos equiparan en importancia a las grandes obras cl¨¢sicas? ?De verdad no tiene dinero?
Respuesta. Despu¨¦s de 13 a?os con mi colecci¨®n prestada a este museo sin percibir nada de nada, ten¨ªa que hacer algo. Me duele much¨ªsimo, pero no hab¨ªa otra salida. Tener aqu¨ª la colecci¨®n solo me supone gastos. Lo hago porque soy presidenta vitalicia y me llamo Thyssen. Pero quiero que se sepa que si de repente hay una reuni¨®n y yo estoy en China, por ejemplo, ese viaje me lo pago yo. Lo hago con mucha ilusi¨®n y mucho orgullo porque adoro el museo, pero las cosas son como son. Nunca he percibido nada para desplazamientos, ch¨®feres o casas. Tampoco lo he permitido, que conste. Hoy [por el jueves] he venido expresamente desde San Feli¨² para una reuni¨®n del museo y me marcho esta misma noche.
P. Cuando usted enviud¨® del bar¨®n Thyssen era una mujer muy rica.
R. No. No lo era. Hay que olvidarse de esa idea. Para que la colecci¨®n de mi marido se quedara en Espa?a tuve que renunciar a casi todo lo que era dinero. Me dej¨® una gran colecci¨®n de arte. Poco m¨¢s.
P. Mientras vivi¨® el bar¨®n, ya desligado de los negocios, ustedes recib¨ªan cinco millones de d¨®lares anuales. Al enviudar, ?eso se acab¨®?
R. Claro. El tema de la herencia no se puede comentar por el acuerdo que suscribimos entonces todos los herederos, pero yo no he recibido despu¨¦s nada de nada. Heini luch¨® mucho para que yo tuviera mi colecci¨®n. Incluso tuve que adquirir algunos cuadros que estaban en manos de los herederos porque mi marido quer¨ªa que as¨ª fuera.
P. ?Por ejemplo?
R. Mata mua, de Gauguin, que en tahitiano quiere decir ¡°¨¦rase una vez¡±. Ese cuadro ha sido adquirido por nosotros tres veces. La primera, lo compr¨® mi marido en Jap¨®n a medias con otro coleccionista. Luego, cuando el otro decidi¨® vender su parte, Heini decidi¨® que lo mejor era recomprarlo en subasta. Y finalmente, la obra pasaba por todas las manos de los herederos en un sistema de rotaci¨®n que ellos hab¨ªan acordado. Mi marido quiso que yo lo comprara, y eso hice por el precio que estipul¨® la familia.
P. Da la impresi¨®n de que usted tiene un ritmo de vida muy alto.
R. No. Tengo propiedades importantes. La casa de Lugano no la quise nunca. Cuando vinimos a vivir a Madrid, mi marido ya la puso en venta, y en venta sigue. ?l decidi¨® que la p¨¢gina de Lugano estaba pasada. Hasta el ¨²ltimo d¨ªa, esa casa no era para m¨ª. De repente, me encontr¨¦ con algo que no quer¨ªa. Mientras que otras cosas que s¨ª quer¨ªa no fueron posibles.
P. Hablando de herederos, Francesca Thyssen [¨²nica hija del bar¨®n y de su tercera esposa, la modelo Fiona Campbell] est¨¢ furiosa por la venta del constable.
R. Ya, pero, aparte de ponerse furiosa, no puede hacer nada para evitarlo. Ella subast¨® en Nueva York una parte de su colecci¨®n con cuadros impresionistas heredados de su padre y yo no dije nada. Hubiera querido entonces poder incluirlos en la colecci¨®n, pero no pudo ser as¨ª. La persona m¨¢s triste por tener que subastar el constable soy yo. Nadie tiene que decirme nada. Hoy, cuando he visitado la sala en la que ha estado colgado el cuadro, he sentido much¨ªsima tristeza. Como sabe, se lo ofrec¨ª a la ministra Sinde para que lo comprara para Espa?a. No fue posible. Tambi¨¦n se lo he ofrecido a Jos¨¦ Ignacio Wert, pero la situaci¨®n es la que es. Todos estamos en crisis.
P. Durante la inauguraci¨®n de la exposici¨®n de Hopper se la vio charlando m¨¢s de media hora con la vicepresidenta Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa.
R. Pero yo no puedo meter en follones a Espa?a. No puedo dar la lata a una invitada de esa categor¨ªa. El tema, adem¨¢s, no es de su incumbencia. El feeling fue muy bueno.
P. La parte positiva es que parece que su colecci¨®n se queda de manera indefinida, al menos mientras dure la crisis, que parece que va para largo.
R. No. De manera indefinida, no. Pero es verdad que Espa?a y todo el mundo est¨¢n peor.
P. Tendr¨¢ usted que ajustar gastos. ?Es cierto que tiene 80 personas a su servicio, entre personal dom¨¦stico, ch¨®feres, abogados, secretarias¡?
R. No tantos. Tengo unas casas que procuro mantener con mucha prudencia: la de La Moraleja, la de San Feli¨²¡ Esa la tengo de toda la vida. Mi padre me regal¨® el terreno y luego constru¨ª all¨ª la vivienda con Lex [Barker, el actor que encarn¨® a Tarz¨¢n, su primer marido; se casaron en 1965 y enviud¨® de ¨¦l en 1973]. Luego est¨¢ la casa de Marbella, que es mon¨ªsima, pero no es enorme, y Villa Favorita, en Lugano, que no se vende porque tambi¨¦n los millonarios est¨¢n en crisis.
P. ?Es verdad que su marido era partidario de la subasta sobre cualquier otra forma de compra?
R. Compraba mucho en subastas, pero no desestimaba otras formas. Cuando lleg¨¢bamos a Nueva York, los galeristas se le echaban encima con montones de propuestas. Incluso antes de viajar ya le hac¨ªan llegar informaci¨®n de la obra que ten¨ªan. Sab¨ªa lo que quer¨ªa antes de entrar en una sala.
P. ?Le pesaba m¨¢s el gusto o la firma?
R. Ten¨ªa un ojo impresionante, pero por supuesto que le importaba la firma. Todos los coleccionistas miramos el cuadro y miramos la firma. Eso me lo inculc¨® ¨¦l, y me hizo descubrir mi ojo coleccionista, gracias a Dios. Si no tienes ese ojo, todo es in¨²til. Hay un sentimiento especial que te nace en cuanto est¨¢s delante de una obra maestra y un algo que te dice que ese cuadro es para ti. Cuando me han preguntado sobre qu¨¦ es ser coleccionista, digo que lo primero de todo es que sientas la necesidad de salvar esa obra que tienes delante, evitar que se pierda, rescatarla para ser exhibida en un museo. Lo segundo tiene que ver con su valor. Los cuadros que est¨¢n en mi colecci¨®n se han revalorizado much¨ªsimo. Si miras los resultados de las ¨²ltimas subastas, donde m¨¢s ha aumentado la cotizaci¨®n es en lo que yo m¨¢s tengo: impresionismo y posimpresionismo. Eso te da tus alegr¨ªas. Cuando ves que t¨² has comprado algo por una cantidad y luego ves c¨®mo aumenta su precio, sientes que has acertado y que sabes lo que est¨¢s haciendo. Que tu buen ojo funciona. Mi marido estaba convencido de que la mejor inversi¨®n era el arte.
P. ?Alguna vez ha metido la pata?
R. Un par de veces me ha ocurrido que los expertos han cuestionado la autor¨ªa. Y lo que he hecho ha sido retirar las obras.
P. Alg¨²n experto que conoc¨ªa bien al bar¨®n Thyssen dice que pocas veces romp¨ªa la barrera del mill¨®n de d¨®lares cuando iba a una subasta.
R. No sol¨ªa marcarse topes. Sin ir m¨¢s lejos, el constable lo compramos por 10,5 millones de libras esterlinas. Sal¨ªa siempre a algo concreto, nunca a lo loco, y much¨ªsimos cuadros han costado cinco, seis o siete millones de d¨®lares. A veces, si se trataba de una galer¨ªa, aprovechaban y le sacaban alguna sorpresa. Si era un buen cuadro o algo llamaba su atenci¨®n, lo compraba. Es un mundo fuera de serie que a ¨¦l le divert¨ªa much¨ªsimo. Y a m¨ª tambi¨¦n. Por ese disfrute y ese amor que ¨¦l sent¨ªa, la colecci¨®n de Heini termin¨® como un cuento de hadas. Los herederos no lo ve¨ªan, pero yo les dije: ¡°La colecci¨®n de vuestro padre en venta revienta el mercado mundial¡±. En tres o cuatro a?os hubiera sido un desastre. Habr¨ªa terminado en esas ciudades de arte en las que hay un solo cuadro y actividades did¨¢cticas. Un disparate.
P. ?La subasta del constable puede ser el comienzo de una sangr¨ªa de la colecci¨®n?
R. ?No! Se acab¨®. Me sabe muy mal.
P. Pero si es verdad que no tiene ingresos y quiere mantener su ritmo de vida¡
R. Esta venta me supone una peque?a inyecci¨®n en mis cuentas. Tengo propuestas de otros lugares para determinadas obras. Pero si me empe?¨¦ en traer aqu¨ª la colecci¨®n de mi marido, mi deseo es que la m¨ªa tambi¨¦n se quede en Espa?a. Aqu¨ª, en el Thyssen. Esperemos que las cosas se puedan arreglar para todos.
P. Hemos hablado de Mata mua, pero ?cu¨¢ntos gauguin tiene en su colecci¨®n personal?
R. Nueve: ocho ¨®leos y una escultura.
P. ?En cu¨¢nto est¨¢ tasado Mata mua?
R. En 25 millones. Tambi¨¦n tengo torres garc¨ªa, que no existe en las colecciones espa?olas, un mir¨® muy importante, el ¨²nico picasso fauvista que hay en manos privadas¡
P. Si le diera por ir vendiendo, tendr¨ªa para sobrevivir.
R. S¨ª. Pero no entra en mis planes. Insisto en que no seguir teniendo La esclusa me disgusta much¨ªsimo.
P. Sabemos que el 3 de julio esa pintura tiene un precio de arranque de 30,7 millones de euros. ?Qu¨¦ expectativas tiene sobre el resultado final?
R. La expectaci¨®n es m¨¢xima. Christie¡¯s ha hecho un cat¨¢logo exclusivamente dedicado al constable. Es un cuadro muy importante en la historia del arte y m¨¢s dentro del paisajismo ingl¨¦s. Se ha comparado con Las meninas para Espa?a, y creo que no es exagerado. El resultado ser¨¢ bueno.
P. ?El conflicto con su hijo es un lastre econ¨®mico extra?
R. Bueno¡ Hombre, los hijos nunca son baratos. Cobra lo que se acord¨® y se le paga religiosamente. No puede reclamar m¨¢s. Heredar¨¢ cuando yo ya no est¨¦ aqu¨ª.
P. Sabiendo que su pasaporte es suizo y queda eximida de dejar herencia a los hijos, lo mismo al final hay sorpresa.
R. Puede. Si puedo evitarlo, a mi hijo no le faltar¨¢ nada despu¨¦s de que me haya ido al otro mundo. Pero no parece que le falte de nada. Es m¨¢s, le deseo mucha felicidad con la nueva paternidad. Me gustar¨ªa conocer al peque?o, pero no me invitan.
P. ?Tiene idea del presupuesto que usted maneja al mes?
R. No. Bueno, s¨ª, pero no lo voy a decir. Soy austera, y lo saben quienes trabajan conmigo. No soy despilfarradora. S¨ª me he comprometido a cuidar las casas, y as¨ª lo hago. Villa Favorita me cuesta mucho, por ejemplo. Tiene un jard¨ªn de m¨¢s de un kil¨®metro de largo, con rododendros enormes, y ha de tener tres jardineros dedicados a su cuidado. Luego te tienes que ocupar del mantenimiento, que siempre hay algo que arreglar. No soy gastosa. Soy una mujer tranquila. Vivo de la misma forma que viv¨ªa cuando ten¨ªa 20 a?os. No he cambiado. Hombre, despu¨¦s, con Heini, aprend¨ª a coleccionar, y en eso me he gastado m¨¢s el dinero. Pero no en caprichos. No me queda tiempo m¨¢s que para los museos, y lo hago muy bien. Este museo no tiene d¨¦ficit. En M¨¢laga hemos tenido beneficios. Parece que no lo hago mal
P. Casas aparte, el parque automovil¨ªstico que maneja, con Rolls incluido, no parece muy asequible.
R. Con Heini viaj¨¢bamos en nuestro avi¨®n privado. El yate era para ¨¦l. Prefiero viajar en coche, as¨ª aprovecho para leer, porque no tengo tiempo. Compro coches maravillosos porque son mi herramienta de trabajo. El Rolls lo saco muy poco porque es inc¨®modo de manejar por la ciudad. El Mercedes, que es el que m¨¢s uso, tiene ya 200.000 kil¨®metros. Y luego hay dos coches m¨¢s para la gente que est¨¢ a mi servicio, que los utilizan para ir al mercado y cosas de esas.
P. ?Es verdad que ha empezado a vender algunas de sus valiosas joyas?
R. No. No es cierto. Los conjuntos que me regalaron Lex Barker o Heini los tengo en Suiza; y es que no soy muy de ponerme [hoy lleva pendientes de brillantes y una enorme esmeralda en el anular derecho]. Casi siempre voy con las mismas. Este reloj [un Cartier] me lo regal¨® la due?a del Palacio Ruspoli de Roma. Fue un detalle, porque le hab¨ªa prestado 60 cuadros para una exposici¨®n. La primera y ¨²ltima vez que me han hecho un regalo por algo semejante.
Antes de subir al Mercedes aparcado en el jard¨ªn el museo, la baronesa aprovecha para confirmar con el ch¨®fer la antig¨¹edad del coche: seis a?os. Y antes de irse, un ¨²ltimo disgusto. El tr¨¢fico est¨¢ semiparalizado porque se ha desplomado una gigantesca rama de uno de los pl¨¢tanos centenarios que ella logr¨® que sobrevivieran gracias a la campa?a No a la tala, contra el Ayuntamiento de Madrid. ¡°Qu¨¦ pena. Hay que cuidar los ¨¢rboles con el mismo cari?o que todo lo dem¨¢s. Si no, todo se desmorona¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.