Falta de nervio
Rio+20 solo produce un documento lleno de buenas intenciones y ning¨²n compromiso
El viernes pasado se cerr¨® la Conferencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, tambi¨¦n llamada Rio+20 para recordar la Cumbre de la Tierra celebrada en esa misma ciudad brasile?a hace veinte a?os. Y se ha cerrado con el triste balance de un documento plagado de lugares comunes, buenas intenciones y nulos compromisos, que a todos satisface porque a nadie obliga, muy al contrario de lo que sucedi¨® en 1992, donde se abri¨® la posibilidad de un nuevo tiempo de acciones globales concertadas en pos de un desarrollo m¨¢s equitativo y sostenible.
Sin duda la crisis ha desempe?ado un papel importante en la falta de nervio reformador de los pa¨ªses decisivos en la toma de decisiones globales. Las pol¨ªticas destinadas a erradicar la pobreza y el hambre en el mundo, a la protecci¨®n de los oc¨¦anos, a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero por el uso masivo de combustibles f¨®siles como fuente de energ¨ªa, a asegurar un desarrollo sostenible y alumbrar lo que todos llaman econom¨ªa verde pero cada cual entiende a su manera, todas estas tareas no resuelven los problemas acuciantes que cada d¨ªa nos plantea la crisis econ¨®mica pero son esenciales en el largo plazo. Con el agravante de que cuando sea evidente que tenemos que afrontarlas, ser¨¢ demasiado tarde.
Est¨¢ claro que la crisis penaliza todo lo no inmediato, pero hay algo m¨¢s que la crisis. La sensaci¨®n de fracaso en este tipo de foros mundiales se viene repitiendo desde hace ya mucho tiempo y no puede achacarse ¨²nicamente a la complicada situaci¨®n que el mundo desarrollado est¨¢ sufriendo en los ¨²ltimos a?os. Hay un retroceso en el empuje pol¨ªtico y social con que un d¨ªa se afrontaron los acuerdos globales para un futuro m¨¢s sostenible. Y una de las razones principales es el ego¨ªsmo nacional de los pa¨ªses m¨¢s ricos, como Estados Unidos, que se ha venido negando a aceptar cualquier acuerdo vinculante que pueda suponer el menor perjuicio a su econom¨ªa, o la notable p¨¦rdida de autoridad de Europa para hacer adoptar sus puntos de vista, normalmente m¨¢s progresivos, o la negativa a compartir una parte equitativa del esfuerzo en pa¨ªses otrora pobres pero que hoy son verdaderas potencias pol¨ªticas y econ¨®micas, como China, que ya hoy contribuyen de forma m¨¢s que significativa al deterioro medioambiental del planeta. En suma, unos factores que exist¨ªan ya antes de la crisis pero a los que esta les ha proporcionado una excelente coartada.
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