Econom¨ªa del comportamiento contra la pobreza
?Te suenan libros como Freakonomics, El economista camuflado o La l¨®gica oculta de la vida? Tienen en com¨²n que tratan sobre la llamada econom¨ªa del comportamiento, una rama de la econom¨ªa que estudia c¨®mo las decisiones econ¨®micas individuales y sociales est¨¢n condicionadas por todo tipo de factores emocionales y cognitivos. Es decir, que personas y grupos responden a incentivos de todo tipo y que, en el ejemplo m¨¢s simple, no s¨®lo elegir¨¢n un producto o un servicio por su precio.
En un ejemplo cl¨¢sico, los supermercados experimentan con econom¨ªa del comportamiento cuando estudian qu¨¦ m¨²sica reproducir, c¨®mo distribuir los productos en la planta y cu¨¢les situar junto a las m¨¢quinas registradoras, todo con el fin de que la gente compre aun m¨¢s de lo que tiene planeado.
En abril de este a?o, abri¨® sus puertas en Nairobi el Centro Busara para la Econom¨ªa del Comportamiento, el primero de este tipo en la regi¨®n y cuya meta es contribuir a la reducci¨®n de la pobreza. En swahili, 'busara' significa 'sabidur¨ªa' o 'prudencia'. El fundador y director cient¨ªfico del centro es Johannes Haushofer, investigador en la Universidad de Harvard y en el Instituto Tecnol¨®gico de Massachusetts.
En conversaci¨®n telef¨®nica desde Italia, donde se encuentra estos d¨ªas, Haushofer explica que el centro tiene dos metas: "La econom¨ªa del comportamiento produce resultados en y por parte de gente en los pa¨ªses desarrollados, as¨ª que el primer objetivo de Busara es ampliar ese ¨¢mbito e incluir a las poblaciones pobres de los pa¨ªses en desarrollo. El segundo es contribuir a un mejor dise?o de pruebas controladas aleatorias a trav¨¦s del estudio del comportamiento de la gente que vive en la pobreza en estos pa¨ªses".
Las pruebas controladas aleatorias son la base de casi cualquier experimento en medicina y tambi¨¦n en las ciencias sociales, incluidas la econom¨ªa y la disciplina de la ayuda al desarrollo. En estas pruebas, los participantes -que se suponen representativos de la poblaci¨®n que se est¨¢ estudiando- son asignados aleatoriamente unas ciertas tareas o condiciones para actuar, sin que los propios investigadores conozcan o influyan en las asignaciones, lo que impide que las ideas preconcebidas de ¨¦stos puedan afectar al desarrollo y los resultados de la prueba.
Por ejemplo, si una ONG quiere desarrollar un programa que ayude a las mujeres desfavorecidas de un barrio de chabolas, le podr¨ªa resultar muy ¨²til conocer de antemano qu¨¦ decisiones toman estas mujeres y c¨®mo responden a ciertos incentivos dentro del contexto particular en el que viven.
Aqu¨ª es donde entrar¨ªa Busara. Sus investigadores podr¨ªan organizar una prueba controlada aleatoria para realizar un estudio con el fin de averiguar c¨®mo estas mujeres cambian su comportamiento tras una s¨²bita donaci¨®n de dinero, por ejemplo, o no tras una donaci¨®n sino un pr¨¦stamo, o tras una oferta para atender un curso, o qu¨¦ hacen de forma diferente cuando la donaci¨®n o el pr¨¦stamo se dan a un grupo del que son miembros frente a cuando lo reciben individualmente¡ Con los resultados, la ONG podr¨ªa tener ya una cierta base sobre la que desarrollar e implementar su programa, sabiendo que estas mujeres tienden a cambiar su comportamiento de tal o cual manera tras cada tipo de ayuda.
"Lo que esperamos es que este centro nos llevar¨¢ a una mejor comprensi¨®n del comportamiento y de las preferencias de la gente en este tipo de situaciones y, as¨ª, nos permitir¨¢ identificar los puntos de partida m¨¢s convenientes para programas de reducci¨®n de la pobreza", resume de forma m¨¢s t¨¦cnica Haushofer.
El centro est¨¢ financiado por los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos y cuenta con el apoyo de la organizaci¨®n Innovaciones para la Acci¨®n Contra la Pobreza. Por el momento, Busara est¨¢ creando una lista de posibles participantes en sus experimentos en el barrio chabolista de Kibera, situado cerca de este centro cient¨ªfico, en el sur de Nairobi. Ya han registrado a 900 personas y la idea es llegar a 5.000. Haushofer reconoce que los habitantes de Kibera pueden ser representativos s¨®lo de las poblaciones que viven en este tipo de asentamientos urbanos y que, adem¨¢s, en otros barrios de chabolas las condiciones y el comportamiento de la gente puede ser diferente. En el futuro, quieren tambi¨¦n contar con participantes de otros barrios desfavorecidos de Nairobi, de otros grupos sociales y de las zonas rurales, en las que la gente pobre lo es en unas condiciones muy diferentes a las de los barrios chabolistas.
En la actualidad, una persona de Kibera que acepte pertenecer a la lista de posibles participantes puede recibir un mensaje de texto en el que se le invita a acudir a Busara como parte de un estudio. Si acepta, sabe que el centro la recompensar¨¢ por su tiempo con, por ejemplo, 200 chelines kenianos (1,8 euros), y con 50 m¨¢s (46 c¨¦ntimos de euro) si llega a la hora convenida. "Al principio, sol¨ªan llegar unos 30 ¨® 40 minutos tarde", comenta en la sala de ordenadores del centro Giovanna de Giusti, su directora ejecutiva y doctora en Ciencias econ¨®micas. "No sab¨ªamos qu¨¦ hacer hasta que se nos ocurri¨® este tipo de incentivo positivo, que la verdad es que funciona muy bien". De esta forma, Busara realiz¨® y encontr¨® la soluci¨®n de su primer experimento en econom¨ªa del comportamiento.
A los participantes se les da m¨¢s o menos dinero seg¨²n el tiempo que tengan que estar en el centro, con una cantidad m¨¢xima de 450 chelines (4,2 euros), que Busara considera justa como remuneraci¨®n por pasar medio d¨ªa en el centro. Es una aportaci¨®n generosa, porque en el barrio hay mucha gente que gana menos de 4 euros al d¨ªa. Todos los ordenadores tienen pantalla t¨¢ctil, para que su uso sea lo m¨¢s simple posible, y una vez sentados en los cub¨ªculos los participantes tienen asegurada la privacidad de sus acciones. Es entonces cuando empiezan los tests. En uno de los m¨¢s comunes, cada participante es un comprador o un vendedor. Los instructores y el propio programa inform¨¢tico explican que los vendedores tienen que vender un producto que a ellos les cuesta 10 chelines. Pueden poner el precio que quieran pero los compradores ver¨¢n todos los precios en una lista y pueden elegir el que ellos quieran. La prueba se repite varias veces y los vendedores van ajustando sus precios seg¨²n vendan o no el producto. "Un dato interesante es que hemos visto que una vez alcanzado un cierto equilibrio en el precio, hay vendedores que de repente ponen un precio mucho m¨¢s alto, lo que en principio es un comportamiento 'irracional'", cuenta de Giusti.
Tras varias rondas, los compradores pasan a ser vendedores y viceversa, y las condiciones del juego se pueden cambiar seg¨²n las cuestiones que se quieran estudiar. Por ejemplo, se podr¨ªa a?adir la informaci¨®n de si un vendedor es hombre o mujer, para ver si los compradores est¨¢n dispuestos a pagar m¨¢s o menos seg¨²n el sexo del vendedor. Y un aspecto muy interesante de la prueba es que todos los participantes se est¨¢n jugando un dinero real, que se a?adir¨¢ o restar¨¢ de a la cantidad que el centro les va a dar por su asistencia. No perder¨¢n dinero pero s¨ª ganar¨¢n m¨¢s o menos seg¨²n c¨®mo se lo jueguen. Esto y el anonimato de sus acciones garantizan que pr¨¢cticamente el ¨²nico objetivo de los participantes ser¨¢ maximizar sus beneficios seg¨²n sus convicciones, asegura Haushofer, lo que permite a los investigadores extraer conclusiones sobre c¨®mo los participantes toman decisiones en el mundo real. Tras la jornada, los participantes reciben el dinero a trav¨¦s del servicio m¨®vil M-Pesa, lo que de nuevo se hace de forma an¨®nima y adem¨¢s evita al centro tener y repartir dinero en met¨¢lico, lo que podr¨ªa conllevar una cierta inseguridad.
Busara ya ha atra¨ªdo a investigadores que est¨¢n realizando sus experimentos en el centro. "Uno, por parte de acad¨¦micos de las universidades de Berkeley y Stanford, es sobre preferencias sociales e identidad ¨¦tnica", cuenta Haushofer, "por ejemplo, ?realmente la gente aqu¨ª se comporta mejor con otras personas de su mismo grupo ¨¦tnico que con los de otros grupos?" En un principio, la respuesta obvia es 's¨ª'. De hecho, la violencia en Kenia tras las elecciones de diciembre de 2007 enfrent¨® a personas de unas etnias con otras, todo orquestado e incitado por pol¨ªticos a los que parece que no les import¨® que murieran unas 1.300 personas y m¨¢s de 300.000 resultaran desplazadas, seg¨²n las cifras oficiales (es casi seguro que las cifras reales son bastante m¨¢s elevadas). Desde Busara creen que contar con datos e informaci¨®n sobre en qu¨¦ condiciones una persona trata mejor a los de su etnia y en cu¨¢les trata por igual a los de cualquier etnia, incluyendo la suya, podr¨ªan servir para desarrollar pol¨ªticas encaminadas a evitar ese tipo de violencia.
Para m¨¢s adelante, el propio Haushafer tiene planeado un estudio sobre las relaciones entre el estr¨¦s y la pobreza. El cient¨ªfico explica que en otros trabajos pudo documentar c¨®mo la gente que vive en la pobreza sufre de elevados niveles de estr¨¦s, se?alados por la presencia de hormonas como la cortisona. Haushafer quiere estudiar si estos niveles de estr¨¦s condicionan las decisiones econ¨®micas de personas pobres. "La hip¨®tesis de trabajo es que si la pobreza contribuye al estr¨¦s de las personas y el estr¨¦s las perjudica a la hora de tomar decisiones econ¨®micas, entonces ¨¦ste podr¨ªa ser uno de los factores que contribuyen a que algunas personas permanezcan atrapadas en la pobreza".
El tipo de trabajo que se va a llevar a cabo en Busara podr¨ªa ser una aportaci¨®n muy interesante al campo de la ayuda al desarrollo, al que muchas veces se critica por no poder demostrar su efectividad. Personalidades cr¨ªticas con el actual modelo de esta ayuda, como la economista zambiana Dambisa Moyo, resaltan el hecho de que en los ¨²ltimos 60 a?os los pa¨ªses ricos se han gastado cerca de un bill¨®n de euros (diez veces el reciente rescate a Espa?a) en ayuda al desarrollo en ?frica y, sin embargo, la renta per c¨¢pita real de la regi¨®n es menor hoy en d¨ªa que en los a?os 70. Otros, como el acad¨¦mico estadounidense William Easterly, insisten en que las agencias de cooperaci¨®n deben actuar responsablemente y rendir cuentas de sus programas, ya que en ocasiones sus acciones hacen m¨¢s mal que bien. Por ejemplo, hace dos a?os un empresario de Florida que nunca hab¨ªa estado en ?frica ide¨® una campa?a para ayudar a los pobres del continente. La llam¨® "Un mill¨®n de camisetas" y se propuso conseguir esa cantidad de ropa para entregarla gratis en ?frica. Finalmente, la campa?a no se realiz¨® porque trabajadores en el terreno y diferentes profesionales y expertos en la ayuda al desarrollo explicaron en internet porqu¨¦ era una mala idea. En primer lugar, no hay pr¨¢cticamente nadie en ?frica que realmente no pueda permitirse ninguna camiseta, y la gente suele preferir pagar por ropa nueva a llevar prendas donadas por otra persona. Adem¨¢s, empaquetar, transportar y repartir un mill¨®n de camisetas en ?frica costar¨ªa m¨¢s dinero, tiempo y esfuerzo que -por ejemplo- comprarlas en alguna f¨¢brica africana, lo que adem¨¢s estimular¨ªa la econom¨ªa local. Y por ¨²ltimo y precisamente, repartir gratis un mill¨®n de camisetas supondr¨ªa competencia desleal para los fabricantes y vendedores de esta prenda en ?frica, que ver¨ªan reducidos sus ingresos o podr¨ªan quedarse sin trabajo.
Una investigaci¨®n en el terreno del tipo de las que se quieren hacer en Busara puede sacar a la luz argumentos de este tipo y ayudar a dise?ar mejores campa?as.
Habr¨¢ que estar atento y ver si el trabajo de centros como ¨¦ste realmente puede ayudar a desarrollar programas y pol¨ªticas de ayuda al desarrollo m¨¢s responsables, efectivos, que realmente beneficien a sus destinatarios y que puedan rendir cuentas de su actividad. Si fuera as¨ª, podr¨ªa suponer un enorme paso adelante en la lucha contra la reducci¨®n de la pobreza.
Actualizaci¨®n (28 junio 2012, 17.21). Giovanna de Giusti me alert¨® de un error en el texto y acabo de corregirlo. Cuando los participantes se juegan dinero en los tests, ¨¦ste nunca se resta y los sujetos nunca reciben menos del m¨ªnimo que el centro les da por participar. En todo caso, y si se lo juegan bien, pueden acabar recibiendo m¨¢s pero nunca menos. Mis disculpas por el fallo.
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