El ¡®caso D¨ªvar¡¯ y el desgobierno judicial
Lo m¨¢s pernicioso de este asunto no ha sido lo que se ha hecho, sino lo que se ha dejado de hacer
El espect¨¢culo ofrecido a la ciudadan¨ªa, en plena crisis econ¨®mica, por los detalles que se han ido conociendo de la conducta de Carlos D¨ªvar, como presidente del Tribunal Supremo (TS) y del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), a costa del erario p¨²blico, m¨¢s all¨¢ de la exhibici¨®n de caradura del m¨¢ximo mandatario judicial, denota el desgobierno en que permanece, desde su c¨²pula, la Administraci¨®n de Justicia. Sin embargo, son demasiados los que se lamentan de la mala ¡°imagen¡± de la justicia que este episodio ha mostrado, propicios a tapar la pura y dura ¡°realidad¡±.
La dimisi¨®n de D¨ªvar ¡ªque debi¨® acompa?arse por la de los vocales que, con una escenificaci¨®n menos esperp¨¦ntica, tambi¨¦n se beneficiaron de la famosa semana caribe?a¡ª pone fin, esperemos, a unos hechos que nunca debieron producirse. El primero, la fraudulenta designaci¨®n por los 20 vocales del CGPJ de un personaje como D¨ªvar, notoriamente carente de cualidades para presidir ese ¨®rgano, y tampoco el TS, sobre el que se hab¨ªa posado el dedo de Zapatero, con el aplauso de Rajoy. De haberse negado Miguel Carmona ¡ªque presidi¨®, por edad, la sesi¨®n¡ª y los otros 19 vocales, a representar aquel papel¨®n de obediencia un¨¢nime al poder pol¨ªtico, nos habr¨ªamos ahorrado la violaci¨®n del art¨ªculo 123.2 de la Constituci¨®n y tres a?os in¨²tiles... y caros.
Porque acaso lo m¨¢s pernicioso de este asunto no ha sido lo que se ha hecho, sino lo que se ha dejado de hacer, en cumplimiento de las funciones de gobierno de los jueces que la Constituci¨®n atribuye al CGPJ. Los vocales ¡ªs¨¢lvese quien pueda¡ª tienen una deuda pendiente con la ciudadan¨ªa por hacer la vista gorda en los dispendios del presidente y por participar de la molicie irradiada desde su alta magistratura. Si, como proclama Margarita Robles, ahora no van a hacer caso a nadie y van a designar a un presidente con arreglo a los criterios de m¨¦rito y capacidad para el cargo, el CGPJ volver¨¢ al buen camino. No importa que su mandato dure poco m¨¢s de un a?o, porque ese tiempo podr¨¢ considerarse de prueba y, si lo supera con eficacia, los 20 vocales del futuro CGPJ podr¨ªan volver a designarlo, ya con m¨¢s tablas.
El problema empez¨® cuando se eligi¨® a alguien carente de cualidades para dirigir el Consejo
En este momento, desaparecido D¨ªvar del espacio p¨²blico que ocupaba, y cuando el CGPJ, ya bien presidido, sea capaz de recuperar la importante funci¨®n que le corresponde para la necesaria mejora de la justicia, el mayor peligro que se cierne sobre la tutela judicial debida a los ciudadanos es, parad¨®jicamente, el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallard¨®n. Un hombre que asegur¨® que D¨ªvar saldr¨ªa ¡°reforzado¡± de esta crisis; que ha propuesto que los ciudadanos que recurran las resoluciones judiciales paguen una tasa por ello; que quiere desviar hacia los notarios, previo pago, cometidos que vienen correspondiendo a los jueces, gratis; que pretende introducir los recortes en el CGPJ, de modo que solo cinco de los 20 vocales cobren su sueldo ¡ªen lugar de asegurarse de que los 20 y el presidente se lo ganan, porque tajo hay¡ª, trata tambi¨¦n de vender como despolitizaci¨®n del CGPJ que los 12 vocales jueces no sean elegidos por el Parlamento, sino por los propios jueces y magistrados, a fin, dice, de ¡°acabar con el sistema de las cuotas¡±.
La experiencia acumulada del CGPJ permite asegurar que con ese sistema se acaba, si se quiere, negociando los candidatos a vocales, en lugar de reparti¨¦ndoselos; exigiendo una adecuada cualificaci¨®n jur¨ªdica y ¨¦tica (sin promover vocales sospechosos de delinquir, como Pascual Estevill, finalmente condenado a penas de c¨¢rcel, o presidentes como D¨ªvar); impidiendo utilizar el Consejo como trampol¨ªn hacia la pol¨ªtica (Juan Alberto Belloch, Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega)... En caso de que, finalmente, no se sea capaz de disciplinar a los partidos, de los que se desconf¨ªa, igualmente puede desconfiarse de los jueces como electores de quienes les han de gobernar. La experiencia de 1980 produjo un CGPJ nada plural. El mal uso hist¨®rico de la elecci¨®n de los 12 vocales judiciales por los propios jueces y por el Parlamento llevar¨ªa ¡ªcomo vengo proponiendo desde 1994¡ª a la elecci¨®n popular de esos 12 vocales, permitida por la Constituci¨®n, pero in¨¦dita, a pesar de que acabar¨ªa con las cuotas pol¨ªticas y con el coleguismo profesional.
El regreso a los or¨ªgenes que pretende plantear Ruiz-Gallard¨®n resulta enga?oso, una vez comprobado su mal funcionamiento. Ni siquiera muestra demasiado gozo por esa iniciativa Perfecto Andr¨¦s, el magistrado espa?ol m¨¢s entusiasta con esa forma de elecci¨®n, de raigambre italiana. En el n¨²mero 73 de la revista Jueces para la Democracia. Informaci¨®n y Debate, Andr¨¦s se?ala que el anuncio de esa reforma ¡°no puede sino producir escepticismo, incluso cierta justificada sensaci¨®n de tedio¡±, si bien, a pesar de las trampas de la derecha judicial para copar en 1980 el CGPJ, reconoce que ¡°estuvo por encima de sus posibilidades previsibles, al llevar a la presidencia del primer Consejo a Federico Carlos S¨¢inz de Robles, un conservador inteligente y culto, dem¨®crata de ra¨ªz y gran magistrado¡±. Incomparable con el D¨ªvar impuesto por Zapatero-Rajoy al actual CGPJ.
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