No queremos que Europa tire la toalla
Para avanzar en la construcci¨®n de la UE se necesita un entorno pol¨ªtico, legislativo y regulador
Desde que comenz¨® la construcci¨®n europea hace 60 a?os, ha sido motor de crecimiento, empleo, paz y prosperidad, y ha convertido Europa en un modelo para el resto del mundo.
Nosotros, directores generales de empresas cuyo compromiso es invertir, desarrollar la investigaci¨®n y el empleo, producir y pagar nuestros impuestos en Europa, creemos firmemente en la Uni¨®n Europea y la uni¨®n monetaria que constituye su centro.
Este triunfo de varias generaciones, ¨²nico en la historia, est¨¢ hoy amenazado. Despu¨¦s de la creaci¨®n del euro, no se han llevado a cabo dos cosas que eran indispensables, la convergencia econ¨®mica y la integraci¨®n pol¨ªtica.
Europa est¨¢ en una encrucijada. El mundo y ¡ªlo que es quiz¨¢ m¨¢s grave¡ª nuestros conciudadanos europeos tienen dudas y han perdido su confianza en nuestra capacidad de unirnos para abordar los problemas. Si deseamos una Europa m¨¢s fuerte, debemos actuar ya.
Europa no puede seguir viviendo por encima de sus medios. Olvidemos los espejismos de la recuperaci¨®n a trav¨¦s del consumo, el gasto p¨²blico o las transferencias. No creemos una oposici¨®n artificial entre crecimiento y austeridad, solidaridad y responsabilidad.
Es necesario que Europa recobre su competitividad y sus equilibrios para restablecer el crecimiento y, una vez m¨¢s, proteger y aportar esperanzas y oportunidades a los m¨¢s vulnerables. Muchas empresas lo est¨¢n haciendo de manera ejemplar.
Para conseguirlo, todos deben poner en marcha las reformas presupuestarias, fiscales y estructurales necesarias, y hay que fomentar la reanudaci¨®n de la inversi¨®n privada. Esta etapa es un requisito previo imprescindible para reforzar la integraci¨®n europea.
La lucha contra los d¨¦ficits p¨²blicos es la base de toda agenda de crecimiento, en primer lugar mediante la reducci¨®n del gasto de los Estados y las comunidades locales, para que la moderaci¨®n de la carga fiscal pueda mejorar la competitividad y la capacidad de atracci¨®n de Europa. La historia econ¨®mica demuestra que ning¨²n pa¨ªs ha logrado jam¨¢s relanzar su crecimiento ni reequilibrar sus cuentas p¨²blicas a base de subir cada vez m¨¢s los impuestos.
La rigidez del mercado de trabajo tambi¨¦n frena el crecimiento, mientras que, por otro lado, en varios pa¨ªses se ha demostrado la eficacia de tener una mayor flexibilidad. Adem¨¢s, el paro juvenil ¡ªque est¨¢ alcanzando un nivel sin precedentes en Europa¡ª y las dificultades de las empresas para llenar ciertos puestos vacantes hacen que sea obligado centrarse en la educaci¨®n y la formaci¨®n. El objetivo debe ser hacer que las competencias correspondan mejor a lo que necesita el mercado de trabajo y mejorar las posibilidades de empleo de los j¨®venes.
Ha llegado la hora de la integraci¨®n que deb¨ªa haberse hecho hace tiempo
M¨¢s en general, los mecanismos presupuestarios y fiscales deben actuar en favor de las inversiones privadas y la reducci¨®n de los costes laborales, adem¨¢s de aceptar, en caso necesario, que se grave el consumo. Los arbitrajes no son nunca sencillos, pero ya no tenemos m¨¢s margen. La inversi¨®n y el empleo son prioridades absolutas.
La utilizaci¨®n de recursos suplementarios a trav¨¦s del Banco Europeo de Inversiones puede asimismo tener un efecto beneficioso, pero solo si financian proyectos que tengan verdadero rendimiento econ¨®mico y social para alimentar un crecimiento duradero y evitar escrupulosamente los proyectos de apoyo artificiales, cuyos efectos, adem¨¢s, no pueden ser m¨¢s que temporales.
Europa debe conservar y desarrollar su capacidad de innovaci¨®n, protegiendo los incentivos para la investigaci¨®n y concentrando sus inversiones en la ense?anza superior, que debe constituir una ventaja competitiva para nuestro continente. Es indispensable que las pr¨®ximas perspectivas financieras de la Uni¨®n prevean la debida financiaci¨®n de los 80.000 millones de euros necesarios para la iniciativa Horizonte 2020. Se trata de que Europa siga albergando trabajos de investigaci¨®n y desarrollo de primera l¨ªnea y atraiga a cient¨ªficos muy cualificados para asegurar el liderazgo europeo en materia de ciencia, investigaci¨®n e innovaci¨®n.
Junto con la innovaci¨®n tecnol¨®gica, el incremento de la esperanza de vida fue la principal causa de crecimiento en el siglo XX. Ahora, aunque la longevidad contin¨²a aumentando, los pa¨ªses europeos han dejado de beneficiarse de ella porque no han hecho evolucionar lo suficiente su marco social, en particular la edad de jubilaci¨®n, pero tambi¨¦n el derecho a la formaci¨®n durante toda la vida.
Europa dispone de los ahorros m¨¢s importantes del mundo, pero esos ahorros son de los peor invertidos. La acumulaci¨®n de reformas reglamentarias y fiscales desde hace 15 a?os ha contribuido en gran medida a disminuir las inversiones a largo plazo, las ¨²nicas que son verdaderamente productivas, y ha favorecido la inmediatez y la especulaci¨®n.
Esta situaci¨®n es grave porque debilita al accionariado de las empresas y frena su capacidad de invertir y ser competitivos en los mercados mundiales y, por consiguiente, de crear empleo. Una profunda revisi¨®n de estos aspectos contribuir¨¢ a aproximarse a los objetivos de la agenda de crecimiento sin que eso suponga gastos p¨²blicos suplementarios.
Sin pecar de ingenuos, tambi¨¦n podemos preguntarnos por la pol¨ªtica de competencia que se lleva a cabo en la actualidad en Europa. Se da una preferencia a la agudizaci¨®n de la competencia y la bajada de precios al consumo que ha debilitado y fragmentado sectores industriales en los que se han introducido otros competidores mundiales, en detrimento del empleo en Europa.
Por ¨²ltimo, hay que fomentar la solidaridad dentro de la zona euro, pero esa solidaridad no puede tener una sola direcci¨®n. Los pa¨ªses m¨¢s s¨®lidos han visto su competitividad reforzada por la moneda ¨²nica y hoy pueden ayudar a quienes sufren dificultades. No obstante, todos deben ser conscientes de que esa solidaridad no puede concebirse sin la reciprocidad de una puesta en marcha r¨¢pida y sin reservas de las reformas estructurales.
Los europeos esperan de sus dirigentes que den pruebas de poseer visi¨®n, coraje, conciencia de que la situaci¨®n es urgente y un compromiso inquebrantable de poner en pr¨¢ctica las prioridades que todos juntos hemos definido.
Ha llegado la hora de hacer los esfuerzos de integraci¨®n que deb¨ªan haberse hecho hace tiempo. Lo exige el futuro de nuestros hijos, y el juicio de la historia no har¨¢ concesiones si no se acude a esta cita.
Nosotros dirigimos unos grupos empresariales de alcance mundial, que deben gran parte de su ¨¦xito a los logros pasados de la construcci¨®n europea pero que tambi¨¦n han contribuido a ellos mediante las inversiones y la creaci¨®n de empleo. No queremos que Europa tire la toalla. Queremos aportar nuestro grano de arena a que la construcci¨®n siga adelante, pero necesitamos un entorno pol¨ªtico, legislativo y regulador que lo permita y nos sirva de est¨ªmulo. Los l¨ªderes pol¨ªticos europeos est¨¢n al frente de la primera econom¨ªa mundial y tienen la responsabilidad de ponerse a la altura de los retos actuales para que la crisis sea el punto de partida de una refundaci¨®n de nuestra Uni¨®n, al servicio de todos los europeos. Para retomar las palabras de Jean Monnet, lo que importa no es ni ser optimista ni ser pesimista, sino ser decidido.
Peter Lo?scher es director general de Siemens, Franco Barnab¨¦, de Telecom Italia, y Henri de Castries, de AXA.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.