La restauraci¨®n de la vieja derecha revolucionaria
Los partidos que queden en la oposici¨®n mexicana tienen una gran responsabilidad. Ellos podr¨¢n frenar o incluso impedir que la restauraci¨®n del poder pri¨ªsta se convierta en una pesadilla pol¨ªtica
M¨¦xico est¨¢ en v¨ªsperas de que gane las elecciones presidenciales la derecha revolucionaria. Esta situaci¨®n parad¨®jica ¨Cun conservadurismo revolucionario¨C es el fruto de muchos decenios de alquimia pol¨ªtica, durante los cuales el PRI logr¨® la transmutaci¨®n de las corrientes que emanaron de la Revoluci¨®n de 1910 en expresiones claramente derechistas y conservadoras. La derecha revolucionaria mexicana ha logrado colocar a su partido, el PRI, y a su candidato a la presidencia, Enrique Pe?a Nieto, a la cabeza de las intenciones de voto. Hoy en M¨¦xico pocos dudan de que gane la presidencia el partido del antiguo r¨¦gimen autoritario. Ser¨¢ una verdadera restauraci¨®n del poder tradicional de la vieja derecha revolucionaria, con su pesada carga de corrupci¨®n, cuya hegemon¨ªa fue rota en el a?o 2000 por el partido que en M¨¦xico representa a la derecha democr¨¢tica (el PAN).
Por supuesto, el triunfo del PRI no ser¨¢ el retorno al r¨¦gimen autoritario que aplast¨® al pa¨ªs durante m¨¢s de setenta a?os. Tampoco la restauraci¨®n en la Francia del siglo XIX ¨Cel modelo cl¨¢sico¨C fue un retorno a la monarqu¨ªa absoluta: fue la instauraci¨®n de una monarqu¨ªa constitucional con un fuerte ingrediente parlamentario, en cuya base se encontraban por un lado los ultraconservadores ¨Cque buscaban un retorno al absolutismo¨C y los liberales, que fueron muy influyentes en el per¨ªodo de Luis XVIII (despu¨¦s vino un giro a la extrema derecha encabezado por Carlos X).
La restauraci¨®n priista tambi¨¦n se encuentra dividida en varios fragmentos, pero no es dif¨ªcil observar que hay dos grandes polos: los dinosaurios m¨¢s duros, que sue?an con un retorno al viejo r¨¦gimen, y los tecn¨®cratas modernos, con inclinaciones democr¨¢ticas y una disposici¨®n a adaptarse a los nuevos tiempos. Es dif¨ªcil ubicar a Enrique Pe?a Nieto en este espectro pol¨ªtico: su rancia ret¨®rica y algunas de sus propuestas (como la eliminaci¨®n de la proporcionalidad en los procesos de representaci¨®n) lo colocan en el extremo duro y antiguo. Pero varios pol¨ªticos clave de su entorno pol¨ªtico pueden ser calificados como operadores del ala tecnocr¨¢tica flexible dispuesta a aceptar las reglas del juego democr¨¢tico.
La revoluci¨®n, en M¨¦xico, se ha convertido en un mito reaccionario que invita a mirar hacia atr¨¢s
Hay que comprender que el PRI es una expresi¨®n de la derecha desde hace muchos a?os. No debe sorprender que en M¨¦xico mucha gente asocie la idea de revoluci¨®n con actitudes conservadoras. La revoluci¨®n, en M¨¦xico, se ha convertido en un mito reaccionario que invita a mirar hacia atr¨¢s, a un pasado imaginario y fundacional que no es m¨¢s que el s¨ªmbolo de una pesada herencia autoritaria. Parad¨®jicamente, la revoluci¨®n tambi¨¦n fue ¨Cy continua siendo¨C un s¨ªmbolo de estabilidad, gobernabilidad y eficacia. Las corrientes ¡°revolucionarias¡± se presentan, m¨¢s que como portadoras de cambios, como los guardianes de una caja de Pandora que contiene los demonios del M¨¦xico profundo, del M¨¦xico que cobija impulsos revolucionarios sangrientos y violentos. Los revolucionarios son vistos por muchos como los due?os de las llaves de esa caja llena de tempestades; son quienes aseguran que esa caja no se abrir¨¢. A fines del siglo XX estos mitos se debilitaron y la sociedad mexicana logr¨® por fin abrir un proceso de transici¨®n, cuando apoy¨® a Vicente Fox, un personaje curioso y patoso que logr¨® convertirse en el representante de la derecha democr¨¢tica y ganar la presidencia.
Como en el resto de Am¨¦rica Latina, la democracia lleg¨® a M¨¦xico por la derecha. Y hay que subrayar que desde entonces la mayor parte de los ciudadanos se ha definido como de derecha. Una encuesta nacional de valores (auspiciada por la revista Este Pa¨ªs) mostr¨® que en 2010 se declaraba conservadora la gran mayor¨ªa (54 %) y s¨®lo una quinta parte manifest¨® ser progresista (el 26 % se coloc¨® en un lugar intermedio). Otra encuesta m¨¢s reciente, hecha por el diario Reforma en junio de 2012, revela que casi la mitad (46 %) se considera de derecha, el 22 % de centro y apenas el 14 % de izquierda. Lo m¨¢s sintom¨¢tico es que la mitad de los que se consideran de derecha apoyan a Enrique Pe?a Nieto y casi la quinta parte a Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, los dos candidatos presidenciales postulados por partidos que proclaman ser ¡°revolucionarios¡±.
En este contexto, el retorno del PRI representa un serio peligro de restauraci¨®n. Habr¨¢ una presidencia apuntalada por m¨¢s de veinte gobernadores priistas, por organizaciones sindicales muy poderosas, por los monopolios de la televisi¨®n, por amplios sectores empresariales y por un elevado n¨²mero de senadores y diputados. Este conglomerado puede convertirse en una poderosa maquinaria pol¨ªtica que, acorazada por grupos corruptos, empuje al pa¨ªs m¨¢s por el camino de una restauraci¨®n al estilo ruso que por un retorno a la hegemon¨ªa del viejo aparato nacionalista revolucionario. Sin embargo, no es seguro que el nuevo presidente desarrolle una personalidad similar a la de Vladimir Putin, aunque los ingredientes para un giro autoritario est¨¢n presentes a su alrededor. A diferencia del l¨ªder ruso, que proviene de los servicios de seguridad, contrainteligencia y vigilancia (herederos del KGB), el pol¨ªtico mexicano parece un gal¨¢n escapado de una telenovela y dedicado a la burocracia.
El PRI desprestigio al PAN y avanz¨® electoralmente a costa de retrasar el desarrollo del pa¨ªs
Pero, afortunadamente, tambi¨¦n est¨¢n presentes otros factores, como por ejemplo las profundas fracturas en el seno del PRI, un nacionalismo endeble y debilitado, una sociedad civil alerta y vigilante, una extensa intelectualidad hostil al PRI, algunos medios de comunicaci¨®n cr¨ªticos e independientes, la presencia de partidos pol¨ªticos fuertes y un contexto internacional poco amigo de las soluciones autoritarias. Todo ello se a¨²na a la existencia de dispositivos que garantizan la pluralidad y un juego electoral transparente y efectivo. Estos elementos pueden impedir que la restauraci¨®n desemboque en formas duras o al menos frenar las tendencias m¨¢s autoritarias.
Otro freno de gran importancia podr¨ªa ser ¨Ccosa probable¨C el hecho de que el PRI ganase con un porcentaje menor al que prev¨¦n muchas encuestas, y que en consecuencia careciese de mayor¨ªa absoluta en el poder legislativo. Ello abrir¨ªa las puertas a un per¨ªodo de intensas negociaciones que permitir¨ªa que las fuerzas pol¨ªticas perdedoras demostrasen su habilidad y su inteligencia para sobrevivir y, sobre todo, para defender los logros de la transici¨®n democr¨¢tica.
Desgraciadamente ello no ocurri¨® durante el sexenio que termina, pues ni el PRI ni los populistas de la izquierda comprendieron la importancia de ejercer una oposici¨®n de alto nivel, m¨¢s all¨¢ de sus intereses electorales coyunturales. La calidad de los partidos pol¨ªticos se demuestra muchas veces m¨¢s en su desempe?o como oposici¨®n que en su ejercicio del poder. La izquierda se empe?¨® en vanos y absurdos esfuerzos por crear una crisis de gobernabilidad, para derribar la presidencia de Felipe Calder¨®n. No lo logr¨®, y s¨ª en cambio logr¨® un desgaste inmenso que rebaj¨® su fuerza electoral. El PRI como oposici¨®n, por su lado, bloque¨® toda reforma importante (energ¨¦tica, hacendaria, laboral) para no dar fuerza y legitimidad al partido gobernante. Logr¨® desprestigiar al PAN y avanzar electoralmente a costa de retrasar el desarrollo del pa¨ªs.
Esto significa que sobre los partidos que queden en la oposici¨®n recae una gran responsabilidad. Ellos podr¨¢n frenar o incluso impedir que la restauraci¨®n del poder priista se convierta en una pesadilla pol¨ªtica.
Roger Bartra, antrop¨®logo y soci¨®logo mexicano, es investigador em¨¦rito de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM).
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