El otro candidato
El venezolano Henrique Capriles recoge la mayoritaria propensi¨®n nacional al centro izquierda que la discordia y la polarizaci¨®n pol¨ªtica, azuzadas por Ch¨¢vez, parecieron haber sofocado para siempre
?Qui¨¦n es el otro candidato en las elecciones venezolanas?
?La respuesta corta la da Ch¨¢vez: ¡°Henrique Capriles Radonski es el candidato de la burgues¨ªa, de los yanquis y la derecha¡±. Opino que har¨¢ mal quien se conforme con esa parvedad. Hay respuestas m¨¢s largas.
Al discurrir sobre nuestra Am¨¦rica, a muchos analistas extranjeros les da por pensar que si el hombre es ¡°carism¨¢tico¡± ¡ªaunque s¨®lo sea un espad¨®n vociferante, tir¨¢nico e inepto¡ª, habla ¡°en nombre de los pobres¡± y llena de dicterios al imperialismo yanqui, entonces el tipo es de izquierdas y, sin m¨¢s, el bueno de la pel¨ªcula. A Capriles Radonski le pasa lo que a Jos¨¦ Carreras en el chiste de Jerry Seinfeld sobre los tres tenores: es el otro tipo. Y supuesto que Ch¨¢vez es la izquierda, entonces el otro tipo debe ser la derecha.
Sin embargo, las cosas no son tan simples en Venezuela, uno de los ¡°petroestados¡± populistas m¨¢s antiguos del planeta. El petroestado venezolano y sus singularidades podr¨ªan explicar porqu¨¦ Hugo Ch¨¢vez bien puede perder ante el otro tipo las presidenciales del 7 de octubre.
Cuando eres un petroestado hispanoamericano heredas la potestad de la corona espa?ola sobre la riqueza del subsuelo y acabas convirti¨¦ndote en el ¡°ogro filantr¨®pico¡± descrito por Octavio Paz: s¨®lo t¨² cortas el bacalao. Tu s¨®lo dispensas todo el dinero de la renta petrolera y el resto de la poblaci¨®n ¡ªincluida la burgues¨ªa local¡ª no son m¨¢s que cazadores o pedig¨¹e?os de esa renta. Y por lo mismo, menos ciudadanos que s¨²bditos cuya religi¨®n laica es el estatismo redistributivo.
?Es posible que el 52% que vot¨® a la oposici¨®n hace a?o y medio, sean oligarcas y de la CIA?
Clientes o aspirantes a serlo tienen poco o ning¨²n margen para sentirse electores de libre conciencia en un pa¨ªs donde el petroestado-billetera es indistinguible del gobierno de turno y, en t¨¦rminos absolutos, el empleador de bastante m¨¢s del 80% de la poblaci¨®n econ¨®micamente activa.
Los petroestados experimentan fases man¨ªacas y ciclos depresivos, seg¨²n los vaivenes del precio del crudo. En fase man¨ªaca, de altos precios, a sus gobernantes les da por pensar que ahora s¨ª cegar¨¢n definitivamente la brecha que nos separa del Primer Mundo. Se arrogan toda clase de competencias, creando as¨ª m¨¢s y m¨¢s incentivos al despilfarro y la corrupci¨®n. En fase depresiva, los petroestados se endeudan y dan en garant¨ªa a los mercados la factura petrolera futura o bien aceptan las f¨®rmulas del FMI.
La fase man¨ªaca que sigui¨® al embargo impuesto a Occidente por los pa¨ªses de la OPEP, en 1973, nos trajo al ¡°primer¡± Carlos Andr¨¦s P¨¦rez y la ¡°Venezuela Saudita¡±. Ch¨¢vez no ha sido el primero en pretender comprar con petrod¨®lares el liderato de los condenados de la tierra. La verdad es que elencos estatistas, populistas y clientelares se han turnado en el poder desde 1945, ¨¦poca del primer gran auge petrolero venezolano. En un tal pa¨ªs, con tan colosal inflaz¨®n del Estado y sus recursos, con una inescapable sujeci¨®n de casi toda la poblaci¨®n al Gran Dispensador, ?qu¨¦ significa estar a la derecha?
Ch¨¢vez ha presidido el m¨¢s prolongado boom de precios registrado hasta ahora, una fase man¨ªaca que ha financiado fallidos planes sociales de subsidio directo a los m¨¢s pobres, el subsidio a la dictadura castrista, un antiimperialismo tan vociferante como dispendioso e inconducente y un decidido e inequ¨ªvoco empe?o en instaurar un r¨¦gimen totalitario. El elenco chavista a?adi¨® el colectivismo y el militarismo al habitual repertorio venezolano de creencias redistributivas y ha ido tan lejos como ha querido por el camino de abolir no s¨®lo la propiedad privada, sino las m¨¢s caras libertades individuales.
Con todo, ?qu¨¦ tienen de justiciera ¡°izquierda¡± los modos falangistas con que Ch¨¢vez segrega del favor estatal ¡ªya sea empleo o contratos¡ª a todo aquel que, amparado por la Constituci¨®n, haya firmado en 2004 la solicitud de un refer¨¦ndum revocatorio? ?Qu¨¦ hay de democr¨¢tico en un r¨¦gimen cuyo presidente literalmente dicta crueles sentencias al poder judicial desde una cadena de televisi¨®n? ?Que inconsultamente firma acuerdos binacionales con impresentables como Alexander Lukashenko o Mahmud Ahmadineyad? ?Es posible que cinco millones y medio de venezolanos, el 52% del universo elector, que votaron por la oposici¨®n en las parlamentarias de hace a?o y medio, sean todos ellos elitesca minor¨ªa blanca, burgueses oligarcas y agentes de la CIA?
En Venezuela, y a partir de los a?os treinta del siglo pasado, los partidos modernos, casi sin excepci¨®n todos de izquierdas, fueron secreci¨®n de los conflictos sociales que trajo consigo el negocio petrolero. Modelados leninistamente, animados por la idea de un munificente Estado social de derecho, socialdem¨®cratas y comunistas forjaron en seis d¨¦cadas un pa¨ªs mayoritariamente ubicado a la izquierda del centro. El petroestado nos hizo tambi¨¦n clientelares, manirrotos, consumistas. ¡°En Venezuela, la derecha desentona¡±, sentenci¨® alguna vez el desaparecido dramaturgo Jos¨¦ Ignacio Cabrujas, voz de la tribu.
El petroestado nos
Tanto as¨ª, que la democracia cristiana, ¨²nico partido que desde los a?os cuarenta aspir¨® a encarnar una derecha conservadora, hubo de mutar r¨¢pidamente en un partido populista m¨¢s, so pena de ¡°desentonar¡± en un pa¨ªs mamador de gallo donde el catolicismo se funde a menudo en cultos sincr¨¦ticos afroantillanos. Esa escora ¡°a la izquierda¡±, junto con el desgaste y descr¨¦dito de los viejos partidos, hizo posible, en 1998, el triunfo de Ch¨¢vez.
Henrique Capriles Radonski recoge, sin duda, la mayoritaria propensi¨®n nacional al centro izquierda que la discordia y la polarizaci¨®n pol¨ªtica, azuzadas por Ch¨¢vez, parecieron haber sofocado para siempre. Ello se refleja en las encuestas m¨¢s fiables: a cien d¨ªas de la elecci¨®n, figura ya en ¡°empate t¨¦cnico¡± con Ch¨¢vez. Sin exagerar, tambi¨¦n en el fervor de la calle, un fervor que recuerda al que nimb¨® a Ch¨¢vez en su mejor momento electoral, all¨¢ por 1998.
Capriles gan¨® m¨¢s que holgadamente las elecciones primarias, convocadas por la Mesa de Unidad Democr¨¢tica para designar un candidato ¨²nico de oposici¨®n, acaso justamente por ser el vocero m¨¢s moderado de ella. Como gobernador del Estado Miranda, el segundo m¨¢s poblado de Venezuela, que alberga la favela m¨¢s grande de Suram¨¦rica, la mayor parte de la Caracas acomodada, populosas ciudades dormitorio y una vasta provincia rural y atrasada, Capriles ha administrado con ¨¦xito, durante casi cuatro a?os, una r¨¦plica demogr¨¢fica del resto del pa¨ªs. Gan¨® la gobernaci¨®n en 2008, al derrotar, contra todo pron¨®stico, a Diosdado Cabello, designado candidato por el dedo jupiterino de Ch¨¢vez.
Capriles adopt¨® y mejor¨® sensiblemente los m¨¢s emblem¨¢ticos planes sociales del chavismo ¡ªsalud y vivienda¡ª, mitigando de tal modo el sectarismo que los caracteriza en el resto del pa¨ªs que buena parte de la base social chavista de su Estado hoy le apoya. Capriles se declara de centro izquierda liberal, es manifiesto admirador y estudioso del papel jugado por Felipe Gonz¨¢lez en la transici¨®n espa?ola y, en lugar de la Cuba castrista, propone al Brasil de Cardoso, Lula y Roussef como modelo. Todos los partidos venezolanos afiliados a la Internacional Socialista forman parte de la coalici¨®n que lo apoya.
Ch¨¢vez ha malgastado 14 a?os en el poder. Esos a?os lo han gastado y ahora enfrenta a un adversario joven, sin especial don oratorio pero experimentado en funciones de gobierno y quien, desde que fue electo diputado en 1998, a los 26 a?os, nunca ha perdido una elecci¨®n.
¡°?Cu¨¢l crees que es tu mayor fortaleza?¡±, le pregunt¨¦ hace unas semanas. Su respuesta: ¡°Siempre me han subestimado y es mejor as¨ª¡±. Tal vez tenga raz¨®n, aunque hoy sean muchos quienes creen que con Capriles, el otro tipo, el p¨¦ndulo venezolano puede regresar desde el caudillismo autoritario de Ch¨¢vez al centro democr¨¢tico y plural.
Se oyen apuestas.
Ibsen Mart¨ªnez es escritor venezolano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.