La Uni¨®n Europea y la ¡®primavera ¨¢rabe¡¯
La UE debe planificar una estrategia para adaptarse a este nuevo Mediterr¨¢neo, fragmentado pol¨ªticamente y multipolar, y fomentar un ¨¢rea de paz, seguridad y prosperidad compartida
Si se pregunta a l¨ªderes pol¨ªticos y expertos cu¨¢l es la estrategia europea tras la primavera ¨¢rabe, es probable que su respuesta consista en enumerar una larga lista de nuevos instrumentos y programas. Seguidamente, nos detallar¨¢n los millones de euros destinados a su puesta en marcha, enfatizando, seg¨²n su posici¨®n, lo dif¨ªcil que ha sido movilizar estas cantidades en tiempos de crisis o subrayando que las cifras no est¨¢n a la altura de las necesidades del Sur del Mediterr¨¢neo.
Sin embargo, contar con una docena larga de instrumentos en el ¨¢mbito de la movilidad, la promoci¨®n de la sociedad civil o el acceso a los mercados, no es lo mismo que haber definido una estrategia regional. Y ello a pesar de que el Mediterr¨¢neo se ha transformado radicalmente con la diversificaci¨®n de sus sistemas pol¨ªticos, la emergencia de sociedades multipolares y la presencia de un amplio abanico de actores internacionales con alta capacidad de influencia.
La coyuntura de crisis en la que Europa se encuentra y la dificultad para poner en funcionamiento los engranajes de la pol¨ªtica exterior europea dificultan pasar de la l¨®gica de los instrumentos a la l¨®gica de la estrategia. Tampoco permiten evaluar cr¨ªticamente los resultados de las pol¨ªticas llevadas a cabo hasta el momento. A pesar de que desde 1995 el objetivo de pa¨ªses europeos y socios mediterr¨¢neos ha sido crear un ¨¢rea de paz, seguridad y prosperidad compartida, las condiciones de vida cotidiana de los ciudadanos del sur han mejorado poco y en algunos casos incluso se han deteriorado.
El pragmatismo, el temor al auge del islamismo pol¨ªtico y el control de la inmigraci¨®n irregular, la lucha contra el terrorismo y la seguridad energ¨¦tica, llevaron a muchos responsables europeos a confundir estabilidad con statu quo. Incluso a expensas del desarrollo sostenible, el Estado de derecho, la democracia y los derechos humanos.
Europa y EE UU est¨¢n perdiendo el monopolio de la influencia en el Mediterr¨¢neo
La revisi¨®n actual de las pol¨ªticas de la UE hacia la regi¨®n ha subrayado la necesidad de ¡°construir democracias profundas¡± y ¡°asegurar el crecimiento y desarrollo inclusivo y sostenible¡±. Esta revisi¨®n se vehicula, esencialmente, en la puesta al d¨ªa de la Pol¨ªtica Europea de Vecindad creada en 2004 y en las comunicaciones que constituyen la espina dorsal de la respuesta de la UE a la primavera ¨¢rabe, publicadas en marzo y mayo de 2011. En ellas se recogen nuevos instrumentos dedicados al apoyo de las transiciones democr¨¢ticas, el refuerzo de la sociedad civil, la promoci¨®n del comercio y el aumento de la movilidad en el Mediterr¨¢neo mediante mecanismos de facilitaci¨®n de visados.
El ¨¦nfasis puesto por autoridades y expertos en la revisi¨®n de los instrumentos t¨¦cnicos de cooperaci¨®n ha dejado en un segundo plano la definici¨®n de una respuesta estrat¨¦gica a la primavera ¨¢rabe. La mayor parte de los discursos y an¨¢lisis han girado en torno a la capacidad para poner en pr¨¢ctica los nuevos instrumentos y a la pertinencia del principio de condicionalidad (m¨¢s ayuda a aquellos pa¨ªses que m¨¢s avancen con las reformas democr¨¢ticas). Menos se ha dicho sobre los objetivos e intereses a largo plazo de la UE en el Mediterr¨¢neo, lo que indica una confusi¨®n entre la definici¨®n de las l¨ªneas maestras de pol¨ªtica exterior de la Uni¨®n hacia la regi¨®n y c¨®mo sus instrumentos (incluyendo la pol¨ªtica de vecindad) complementar¨¢n dicha visi¨®n estrat¨¦gica.
?C¨®mo piensa adaptarse Europa a la emergencia de un Mediterr¨¢neo fragmentado, multipolar y ampliado? En primer lugar, las crisis en Libia y Siria, las reformas democr¨¢ticas en Marruecos y Jordania y las revoluciones en T¨²nez y Egipto han configurado una regi¨®n pol¨ªticamente fragmentada, con velocidades de democratizaci¨®n divergentes. Ello deber¨ªa generar debates profundos en la UE sobre la articulaci¨®n de sus relaciones con cada uno de los socios mediterr¨¢neos, el futuro de la cooperaci¨®n multilateral, el refuerzo de estructuras como la Uni¨®n por el Mediterr¨¢neo y la adaptaci¨®n a las din¨¢micas subregionales que en el Magreb experimentan cierto empuje.
Turqu¨ªa, los pa¨ªses
En segundo lugar, las sociedades del Norte de ?frica y Oriente Medio est¨¢n cada vez m¨¢s politizadas. Los buenos resultados de los partidos islamistas en las elecciones de T¨²nez, Egipto y Marruecos requieren repensar la posici¨®n de la UE hacia el Islam pol¨ªtico, sobre todo despu¨¦s de que durante a?os se esquivaran las relaciones con fuerzas pol¨ªticas como los Hermanos Musulmanes o el tunecino Ennahda. Adem¨¢s, la coexistencia de sociedades civiles fuertemente organizadas, movimientos juveniles y de mujeres, sectores del antiguo r¨¦gimen y fuerzas de seguridad omnipresentes dibujan un escenario de sociedades multipolares, con las cuales la interlocuci¨®n de la UE ser¨¢ cada vez m¨¢s compleja.
Finalmente, europeos y norteamericanos est¨¢n perdiendo el monopolio de la influencia en el Mediterr¨¢neo. Turqu¨ªa, los pa¨ªses del Golfo, Ir¨¢n, China o Rusia est¨¢n cada vez m¨¢s presentes en t¨¦rminos de influencia diplom¨¢tica e intereses econ¨®micos y geoestrat¨¦gicos, por lo que la UE deber¨¢ poner al d¨ªa sus pol¨ªticas hacia organizaciones regionales como el Consejo de Cooperaci¨®n del Golfo o la Liga ?rabe. Pero en un Mediterr¨¢neo ampliado no solo se multiplican los actores en juego sino que tambi¨¦n se diluyen sus l¨ªmites territoriales. Los v¨ªnculos entre la seguridad en el Magreb y en el Sahel, que afectan especialmente a Mal¨ª y Mauritania, son un claro ejemplo de esta tendencia.
Para hacer frente a estas transformaciones hace falta alg¨²n tipo de direcci¨®n estrat¨¦gica. Su ausencia tiene mucho que ver con el contexto institucional y la actual crisis del modelo de integraci¨®n europea. El debilitamiento de los pa¨ªses del sur de Europa, la imperiosa necesidad de resolver la crisis del euro y las dificultades para encontrar financiaci¨®n adicional comprometen todav¨ªa m¨¢s la capacidad europea para hacer frente a los desaf¨ªos econ¨®micos del sur del Mediterr¨¢neo.
Tampoco ayuda la renacionalizaci¨®n de las iniciativas europeas en pol¨ªtica exterior. Francia y el Reino Unido tomaron el liderazgo de la intervenci¨®n militar en Libia, reforzando su proyecci¨®n nacional en el escenario internacional. Alemania, por su parte, se desvi¨® de la posici¨®n general de la UE y se abstuvo en la resoluci¨®n del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que autoriz¨® la intervenci¨®n de la OTAN en Libia. Unos meses m¨¢s tarde, todos estos pa¨ªses votaron en direcciones opuestas con relaci¨®n a la admisi¨®n de Palestina en la UNESCO.
Con la atenci¨®n de los l¨ªderes europeos centrada en resolver la crisis del continente y en reforzar el perfil nacional de sus pol¨ªticas exteriores, ha sido m¨¢s f¨¢cil revisar instrumentos como la Pol¨ªtica Europea de Vecindad y los programas de cooperaci¨®n de la Comisi¨®n Europea que elaborar un nuevo marco estrat¨¦gico de la UE hacia el Mediterr¨¢neo.
Podr¨ªamos trazar un paralelismo entre la respuesta de la UE a la primavera ¨¢rabe y la construcci¨®n del sistema de pol¨ªtica exterior europea. La definici¨®n del papel global de la Uni¨®n ha sido m¨¢s el fruto de una progresiva sedimentaci¨®n de los instrumentos y pr¨¢cticas que de una adopci¨®n temprana de narrativas estrat¨¦gicas. Este fue el caso, por ejemplo, de la redacci¨®n de la Estrategia Europea de Seguridad en 2003, que solo vio la luz cuando la pr¨¢ctica en materia de Pol¨ªtica de Seguridad y Defensa llevaba a?os de rodaje.
Si trasladamos este debate al an¨¢lisis de la respuesta de la UE a la primavera ¨¢rabe surgen dos preguntas cruciales: ?ver¨¢ la luz una Estrategia hacia el Mediterr¨¢neo una vez los nuevos instrumentos de la UE sean totalmente operativos? Y, m¨¢s importante, ?cu¨¢n necesario es adoptar estrategias claras hacia el Mediterr¨¢neo en un momento de importantes ajustes institucionales internos y cuando la regi¨®n se convierte en un terreno m¨¢s fragmentado, multipolar y ampliado? A la luz de las acciones emprendidas, todo indica que la UE ha apostado por reforzar sus instrumentos con el convencimiento de que estos acabar¨¢n por definir su nueva estrategia hacia el Mediterr¨¢neo.
Pol Morillas es coordinador de pol¨ªticas euromediterr¨¢neas en el Instituto Europeo del Mediterr¨¢ne y Eduard Soler i Lecha es investigador principal en el CIDOB
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