Maurice B¨¦jart y?el?precio de la pasi¨®n
Dinamit¨® el elitismo de la danza, la quiso popular, y no pudo hallar el amor fuera de ella Veinticinco a?os despu¨¦s, el B¨¦jart Ballet Lausanne lucha por mantener a flote la obstinaci¨®n de su malogrado fundador
Es 1963, es el imponente teatro Col¨®n, es Buenos Aires y es la primera vez que el Ballet del Siglo XX, la compa?¨ªa de Maurice B¨¦jart, sale de gira fuera de Europa. Acaba de terminar el espect¨¢culo y un muchacho corre para alcanzar a su ¨ªdolo, B¨¦jart. Tiene 16 a?os, el cuerpo delgado y recto, la ternura en el rostro, los nervios alterados. Le pide permiso para asistir a una de sus clases y el maestro franc¨¦s acepta. Tras la lecci¨®n, le espeta:
¨CQuiero irme con usted para ser parte del ballet.
¨CEstamos completos. Adem¨¢s, eres demasiado joven.
Jorge Donn no hace caso: ya ha comprado un billete de barco ¨Csolo de ida¨C hacia El Havre, en la costa noroeste de Francia. Tres meses despu¨¦s ya est¨¢ en las clases de B¨¦jart. Uno de los bailarines de la compa?¨ªa se enferma y ¨¦l entra a sustituirlo.
¡°Casi siempre he amado a bailarines", confes¨® en una autobiograf¨ªa. "No podr¨ªa amar fuera de mi oficio¡±.
Monsieur B¨¦jart est¨¢ encantado con los progresos del debutante. Se inspira en ¨¦l para crear nuevas coreograf¨ªas. ?Las hace especialmente para ¨¦l! Es que hay algo m¨¢s. ¡°Casi siempre he amado a bailarines. No podr¨ªa amar fuera de mi oficio¡±, contaba en su autobiograf¨ªa Un instante en la vida ajena (Emec¨¦, Buenos Aires, 1982). ¡°En el amor quiero identificarme y me identifico m¨¢s total y m¨¢s gozosamente con un var¨®n que con una chica. Entre los 20 y los 25 a?os he compartido la vida y las noches con algunas mujeres. Pero la mujer, que tiene genio organizador (no me disgustar¨ªa que todos los jefes de Estado fueran mujeres), no ha tenido jam¨¢s ante mis ojos los mismos dones de delirio inconsciente, ni el sentido de juego que tienen los hombres. Lo digo porque lo pienso as¨ª¡±. B¨¦jart est¨¢ enamorado. Apasionado (¡°no habr¨ªa que tener amores, habr¨ªa que tener solo pasiones¡±).
El ¨¦xtasis pasional llega en 1979 cuando Jorge Donn interpreta por primera vez el Bolero de Ravel. Jorge baila pose¨ªdo por la m¨²sica. Y cuando baila, desnuda, viola y devora. Es sensualidad. Y dinamita.
Llegar¨¢ el d¨ªa, sin embargo, en que comiencen a distanciarse. Se echar¨¢n de menos, pero nada volver¨¢ a ser igual. Jorge Donn enfermar¨¢ de sida, morir¨¢ en 1992, y el brillo de los ojos de B¨¦jart se opacar¨¢.
Aquejado por problemas cardiacos y renales, el core¨®grafo muri¨® en el Hospital Universitario de Lausanne 15 a?os despu¨¦s, la madrugada del jueves 22 de noviembre de 2007. Ten¨ªa 80 a?os. Pero, ya se sabe, el espect¨¢culo debe continuar. As¨ª que el B¨¦jart Ballet Lausanne, la ¨²ltima compa?¨ªa que fund¨®, deb¨ªa esforzarse por crear cosas nuevas bas¨¢ndose en el estilo del maestro. ¡°Pase lo que pase, no mires atr¨¢s. Avanza¡±, le dijo B¨¦jart a Gil Roman, quien de inmediato tom¨® la estafeta para dirigir la compa?¨ªa.
Gil Roman entr¨® como bailar¨ªn en el ya extinto Ballet del Siglo XX en 1979 y acab¨® siendo la mano derecha del maestro. Como director, su esfuerzo se centra en hacer que perduren los pasos de las coreograf¨ªas de B¨¦jart. Y, sobre todo, su filosof¨ªa.
Y el eco de su memoria. La de ese ni?o a un extremo del parco estudio de danza que ha comenzado a adquirir disciplina y a trabajar sus d¨¦biles m¨²sculos. Hasta hace poco, el peque?o Maurice Jean Berger (Marsella, 1927) hac¨ªa gimnasia. No pod¨ªa permanecer sin realizar alguna actividad f¨ªsica, se lo hab¨ªa advertido el m¨¦dico, y le pidi¨® a su padre que lo dejara ir a clases de baile. En la sexta planta de ese edificio ruinoso, cerca del Puerto Viejo marsell¨¦s, todav¨ªa no lo sabe, pero no tardar¨¢ mucho en cambiar de apellidos, en irse a Vichy y luego a Par¨ªs para aprender. Despu¨¦s montar¨¢ decenas de coreograf¨ªas y con ellas recorrer¨¢ buena parte del mundo, echar¨¢ a andar dos escuelas y la gente lo aclamar¨¢.
Todav¨ªa no lo sabe, porque ahora Maurice es un adolescente, su madre muri¨® cuando ¨¦l ten¨ªa siete a?os, el mundo est¨¢ en guerra, su padre, Gast¨®n Berger ¨Cfil¨®sofo y, luego, due?o de una f¨¢brica de fertilizantes¨C, se ha ido como voluntario a la Resistencia francesa, y en la ventana de su casa, el chico tiene una cuerda para huir del peligro. ?C¨®mo pensar ahora en la gloria?
¡°Entre los 20 y los 25 a?os he compartido la vida y las noches con algunas mujeres", escribi¨®. "En el amor quiero identificarme y me identifico m¨¢s total y m¨¢s gozosamente con un var¨®n que con una chica¡±???
El rostro es felino. Los ojos, azules, cautivadores. Las cejas, luciferinas. La nariz, aguile?a. La barba, de candado. El rostro de Maurice adquiere matices ic¨®nicos, como programado para mutar a conciencia en la leyenda de la danza contempor¨¢nea en que se convertir¨ªa. Uno entre los genios de la danza mundial, como Pina Bausch, Merce Cunningham o Martha Graham. Ahora se pasea con chaqueta de cuero y pa?uelos rojos en torno al cuello por las principales ciudades de Europa. Llega con la troupe del Ballet del Siglo XX, toma la vida y la tira sobre el escenario.
Despu¨¦s de su debut en Vichy comenz¨® a sentirse artista y se rebautiz¨® B¨¦jart, como la esposa de su admirado Moli¨¨re. Maurice B¨¦jart. Se fue a Par¨ªs en busca de los mejores maestros, los mejores teatros para poder crear su propia compa?¨ªa. En 1955 estren¨® Sinfon¨ªa para un hombre solo y rompi¨® los esquemas. Invent¨® su propio universo sonoro para evocar la soledad, el amor y a los otros. Revolucion¨® el vestuario para acercar los bailarines al p¨²blico. M¨¢s tarde, experimentar¨ªa con m¨²sica de Queen, con ropa de Gianni Versace. Quer¨ªa ¡°simplificar y limpiar la danza; redescubrir y vivificar la tradici¨®n coreogr¨¢fica universal: que la gente vea una danza y proyecte en ella su propia vida¡±, escribi¨®. ¡°La danza permite mezclar un placer est¨¦tico, un placer din¨¢mico y un placer emocional; con un m¨ªnimo de explicaciones, un m¨ªnimo de an¨¦cdotas y un m¨¢ximo de sensaciones¡±.
Gracias a B¨¦jart, la danza ya es para todos y no para una ¨¦lite. Por eso, tambi¨¦n, funda escuelas con nombres alusivos a la religi¨®n hind¨² y los ademanes para la meditaci¨®n (primero, Mudra, y luego, Rudra). Pero en Par¨ªs se siente incomprendido: los cr¨ªticos hacen ¡°art¨ªculos escasos y despiadados¡±, las autoridades le retiran cada vez m¨¢s los apoyos econ¨®micos y promocionales para su compa?¨ªa. Y se va a Bruselas. Pero luego, en 1987, tiene serias desavenencias con los directivos del teatro de La Moneda y decide trasladarse a Lausanne, en las colinas de la meseta norte de Suiza, en la ribera del lago L¨¦man. ¡°Disuelve¡±, entonces, el Ballet del Siglo XX y surge el B¨¦jart Ballet Lausanne. Veinticinco a?os despu¨¦s, su pasi¨®n permanece viva en la compa?¨ªa que le inmortaliza y sobrevive.
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