El villano Kim Dotcom quiere ser un h¨¦roe de culto

El mes pasado, Ben Gracewood, desarrollador de software neozeland¨¦s, replic¨® a un tuit de Kim Dotcom, fundador de Megaupload, la web de descargas cerrada por el F.B.I. Le dec¨ªa: ¡°Veo que os pas¨¢is el d¨ªa paseando en veh¨ªculos el¨¦ctricos modificados y subiendo las fotos¡±, en referencia a una imagen que el se?or Dotcom, de 38 a?os, acababa de colgar, en la que aparec¨ªan tres colaboradores suyos con cochecitos de golf y un Segway. ¡°A m¨ª no me importar¨ªa vivir as¨ª¡±, escrib¨ªa Gracewood.

Para su sorpresa, veinte minutos recib¨ªa respuesta: ¡°?Pues vente con nosotros!¡±. Acompa?ado de un amigo, se plant¨® en la casa m¨¢s cara del pa¨ªs ¨Cla mansi¨®n de 24 millones de d¨®lares alquilada por el magnate alem¨¢n¨C para ba?arse en la piscina y comer pasteles. Las fotos y tuits de la experiencia, colgados en la red social bajo el hashtag #swimatkims, fascinaron a toda Nueva Zelanda. Es la m¨¢s reciente de las vicisitudes que han convertido a Dotcom en una especie de h¨¦roe desde su detenci¨®n.

El magnate exhibicionista

El 18 de junio, despu¨¦s de que le levantaran el veto para usar Internet, Dotcom se dio de alta en Twitter, acumulando m¨¢s de 46.000 seguidores en dos semanas. Ah¨ª cuelga fotos de su familia, ridiculiza la querella legal contra ¨¦l o incrementa su presencia p¨²blica con fotos en un concierto o en una manifestaci¨®n contra el cierre de un canal de televisi¨®n subvencionado por el Estado. Al d¨ªa siguiente de #swimatkims subi¨® que repetir¨ªa el acontecimiento para ¡°todo el mundo¡±. ¡°Necesito una piscina p¨²blica enorme, un DJ incre¨ªble, luz y sonido. ?Qui¨¦n se apunta?¡±.

En enero, dos helic¨®pteros de la polic¨ªa aterrizaron en el jard¨ªn de su lujosa vivienda, al norte de Auckland, para hacer una redada. Hasta entonces, la mayor parte de este pa¨ªs de 4,4 millones de habitantes no hab¨ªa o¨ªdo hablar jam¨¢s del se?or Dotcom, instalado all¨ª desde hac¨ªa dos a?os, pese a sus extravagancias y riqueza. ?l y otras tres personas relacionadas con Megaupload fueron detenidas, por estar acusadas en EE UU de violaci¨®n de los derechos de propiedad intelectual y blanqueo de dinero.

Este mismo mes, est¨¢ previsto que los abogados de Dotcom en EE UU comparezcan ante un jez de Virginia para tratar de que desestime la acusaci¨®n penal. Seg¨²n un documento que figura en la web de sus abogados, alegar¨¢n, entre otras cosas, que los cargos no son v¨¢lidos porque es necesario formularlos contra las oficinas que una empresa posea en EE UU, algo que Megaupload nunca ha tenido. Los cuatro hombres arrestados en Nueva Zelanda contin¨²an en libertad bajo fianza en espera de la vista sobre la extradici¨®n, que se celebrar¨¢ el 6 de agosto.

Entre los art¨ªculos incautados en las redadas de enero figuraban 18 veh¨ªculos de lujo con un valor de seis millones de d¨®lares ¨Cincluidos un Rolls-Royce Phantom Drophead Coup¨¦ y un Cadillac rosa de 1959¨C, ordenadores y hasta 11 millones de d¨®lares en efectivo.

En una entrevista por e-mail, Dotcom asegura que la polic¨ªa y el gobierno neozeland¨¦s le han tratado mal porque se limitan a obedecer las demandas de EE UU. ¡°Dos helic¨®pteros y 76 oficiales fuertemente armados para detener a un hombre acusado de delitos contra la propiedad intelectual; ?qu¨¦ le parece?¡±, escribe. ¡°Hollywood est¨¢ llevando los guiones de sus pel¨ªculas al mundo real y enviando a las fuerzas armadas a proteger un modelo de negocio anticuado¡±.

Dos helic¨®pteros y 76 oficiales fuertemente armados para detener a un hombre acusado de delitos contra la propiedad intelectual; ?qu¨¦ le parece?"

En febrero, la polic¨ªa defendi¨® la operaci¨®n; dijo que, tras valorar los riesgos, hab¨ªa sido una actuaci¨®n proporcionada, con no m¨¢s de ¡°20 o 30¡± agentes en el registro.

Tras un mes de c¨¢rcel, Dotcom recibi¨® autorizaci¨®n para pagar la fianza, pese a los argumentos de la acusaci¨®n de que exist¨ªa el peligro de que huyese. En los meses posteriores, sus abogados comparecieron en una serie de vistas hasta lograr que se relajasen las condiciones de la fianza y que liberasen parte de su dinero confiscado con el fin de cubrir gastos.

La mayor victoria de Dotcom lleg¨® el jueves de la semana pasada, cuando un juez de un Tribunal Superior dict¨® que la polic¨ªa hab¨ªa utilizado un tipo de orden de registro equivocado, por lo que toda la operaci¨®n era ilegal. Los abogados del magnate regresaron al Tribunal Supremo de Auckland el mi¨¦rcoles, para intentar recuperar los bienes y datos confiscados.

El doctor Gavin Ellis, profesor de estudios pol¨ªticos en la Universidad de Auckland, dice que, con el tiempo, la gente ha retirado su apoyo a las acciones policiales. ¡°Al principio hubo una reacci¨®n de ¡®caramba, qu¨¦ maravilla, han capturado a ese presunto cerebro criminal¡¯¡±, dice Ellis. ¡°Pero despu¨¦s se consideraron demasiado duras¡±. Se fue granjeando el favor de la opini¨®n p¨²blica. En mayo, la web Stuff.co.nz publicaba: ¡°La franqueza de Dotcom conquista a los kiwis¡±. ¡°Ha dejado de considerarse un presunto criminal para convertirse en un h¨¦roe de culto¡±, dice el doctor Ellis.

En su primera entrevista televisiva, en marzo, en el programa Campbell Live, ofreci¨® una imagen afable, serena y elocuente, con un ingl¨¦s casi perfecto y un ligero acento alem¨¢n. Durante la entrevista, dijo que la acusaci¨®n presentada en EE UU contra ¨¦l no era ¡°m¨¢s que un comunicado de prensa lleno de cosas sacadas de contexto, dirigido a dar la peor imagen posible de m¨ª¡±.

El lunes pasado, por correo electr¨®nico, Dotcom dijo que era ¡°un personaje desmesurado¡± pero que nunca hab¨ªa buscado la fama ni la notoriedad. ¡°Los neozelandeses nos han acogido muy bien a mi familia y a m¨ª. Saben que he recibido un trato injusto. Saben que las autoridades de su pa¨ªs hacen lo que sea para complacer a EE UU¡±, escribi¨®. ¡°Antes, yo respetaba a Estados Unidos y el sue?o americano¡±, dijo. ¡°Pero ahora pienso que EE UU es la mayor amenaza que existe contra la libertad en internet y la paz en el mundo¡±.

Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.? 2012 New York Times News Service. Distribuited by The New York Times