Salvar al ¡®soldado Euro¡¯
Urge la creaci¨®n de un Superministerio de Hacienda Europeo y la emisi¨®n de los Eurobonos
Los m¨¢s sesudos comentaristas nos dicen que estamos en un callej¨®n sin salida. El euro es como un lecho de Procusto (aquel bandido que cortaba los pies a los que eran demasiado altos y descoyuntaba a los que eran demasiado bajos): impone una ¨²nica pol¨ªtica monetaria a pa¨ªses que se encuentran en muy dispares condiciones econ¨®micas.
De ah¨ª esa renacida nostalgia por las anteriores monedas nacionales: marco, lira, peseta, franco, etc. Pero fragmentar la zona euro ser¨ªa una cat¨¢strofe monumental, que agravar¨ªa la ya muy grave situaci¨®n en que nos encontramos: la inflaci¨®n aumentar¨ªa, el comercio internacional se contraer¨ªa, la fuga de capitales se multiplicar¨ªa, el paro crecer¨ªa, el nivel de vida se hundir¨ªa, y el caos econ¨®mico se tornar¨ªa indescriptible.
A ello habr¨ªa que a?adir el da?o moral irreparable de que medio siglo de construcci¨®n e integraci¨®n europea se derrumbara de golpe, sabi¨¦ndose que no habr¨ªa vuelta atr¨¢s en el horizonte de una generaci¨®n, por lo menos. Europa, de cuya escasa relevancia en la arena mundial nos lamentamos actualmente, se convertir¨ªa en un agujero negro o, cuando menos, en una enana marr¨®n, en el firmamento internacional. De modo que las alternativas parecen ser: o un presente malo, o un futuro peor. El euro es el mal menor.
?No hay salida de este callej¨®n? La hay. Pero para encontrarla primero tenemos que saber c¨®mo nos hemos metido en ¨¦l; aprender a desandar lo andado. Insistir en que la culpa la tienen los banqueros es satisfactorio psicol¨®gicamente, porque muchos disfrutan sueldos astron¨®micos, y algunos han cometido irregularidades, incluso delitos; pero no ataca la ra¨ªz del problema.
Fragmentar la eurozona ser¨ªa una cat¨¢strofe monumental
Caiga el peso de la ley sobre los banqueros culpables; pero la responsabilidad ¨²ltima es de los pol¨ªticos, que han construido el marco en que los agentes econ¨®micos, los banqueros entre ellos, operaban.
Pensemos en dos casos, uno pr¨®ximo, otro lejano: en Espa?a ¡ªse ha dicho repetidamente¡ª no son los bancos propiamente los que han fallado, sino las cajas, donde el p¨²blico modesto depositaba sus ahorros y cuyos consejos de administraci¨®n, repletos de pol¨ªticos y amiguetes, desde ex rectores a sindicalistas, ignorantes en temas financieros, hasta profesoras de baile, derrochaban a manos llenas. Y si nos remontamos en el tiempo, veremos que otros sonados fiascos bancarios como los de Banesto y Banca Catalana ocurrieron en entidades presididas por gentes de claras ambiciones pol¨ªticas que condicionaban su gesti¨®n.
Los banqueros no son demonios ni santos: se rigen, simplemente, por el af¨¢n de lucro, como la mayor¨ªa de los mortales. Y deben estar sujetos a la ley, ni m¨¢s ni menos que los dem¨¢s mortales. Pero un banquero que raya en la santidad es Muhammad Yunus, el bengal¨ª inventor de los microcr¨¦ditos, que tanto bien han hecho en su pa¨ªs a los emprendedores, y sobre todo emprendedoras, humildes. Pues bien, a Yunus (Nobel de la Paz en 2006) su gobierno le ha destituido de la presidencia del banco por rivalidad pol¨ªtica, con pretextos falsos y calumniosos. Como el banco fue un ¨¦xito, los pol¨ªticos se lo han apropiado.
Volvamos a Europa. En el callej¨®n sin salida entramos por querer construir la casa por el tejado, por no afrontar los problemas de cara y dejar lo dif¨ªcil para luego. Crear un Banco Central Europeo y lanzar la moneda ¨²nica era algo relativamente f¨¢cil, sobre todo imponiendo unos criterios de convergencia sencillos y haciendo la vista gorda cuando no se cumpl¨ªan. La parte realmente dif¨ªcil, pero indispensable, que era la coordinaci¨®n de la pol¨ªtica presupuestaria, creando un organismo supervisor con verdaderos poderes de fiscalizaci¨®n, un Ministerio de Hacienda Europeo, se aplaz¨® ad calendas graecas. Construimos el tejado y dejamos los cimientos para mejor ocasi¨®n.
Naturalmente, los pa¨ªses menos ricos, en su af¨¢n por alcanzar la renta media europea, aprovechando adem¨¢s un periodo de bonanza y bajos tipos de inter¨¦s, se endeudaron sin tasa, unos por cuenta del Estado, otros por la de los particulares. Ning¨²n ente supranacional les llam¨® la atenci¨®n hasta que fue muy tarde. Ahora nadie sabe c¨®mo podr¨¢n devolver lo que deben y no encuentran qui¨¦n les preste a precios razonables: de ah¨ª la temida prima de riesgo y el callej¨®n sin salida.
?Hay soluci¨®n? S¨®lo una: crear ese Super Ministerio, que imponga deberes tanto a manirrotos como a ricos. Los manirrotos deben hacer reformas profundas que convenzan a los mercados y a los ricos de que su dependencia de los pr¨¦stamos extranjeros se va a reducir pronta y dr¨¢sticamente. Y los ricos deben hacer p¨²blica su fe en estas reformas extendiendo cr¨¦ditos con arreglo a un calendario decreciente a medida que los d¨¦ficits de los deudores se vayan reduciendo. Y, con la supervisi¨®n del Super Ministerio, deben emitirse los famosos Eurobonos basados en la confianza que inspire la Europa del nuevo pacto fiscal.
Solo as¨ª salvaremos a nuestro hu¨¦rfano soldado Euro. S¨®lo as¨ª habremos adelantado camino despu¨¦s de un gran tropez¨®n.
Gabriel Tortella, profesor em¨¦rito de la Universidad de Alcal¨¢, es autor, con Clara Eugenia N¨²?ez, del libro Para comprender la crisis, entre otros.
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