Herb¨ªvoros salvajes contra incendios forestales
No se puede sustituir uros, cebros, caballos salvajes y bisontes por mano de obra que ¡®limpie¡¯ el monte
Pues no. Los incendios no se apagan en invierno, desbrozando el monte con recursos p¨²blicos, ni aumentado la asignaci¨®n en los presupuestos generales del Estado y de las autonom¨ªas para extinguirlos una vez se enciende el fuego. Se apagan 40 a?os antes de producirse, con una pol¨ªtica del territorio coherente con nuestra climatolog¨ªa y nuestros ecosistemas.
?Si en lugar de arder Valencia, hubiera sido arrasada por una riada fruto de la rotura de una presa, todo el mundo estar¨ªa preguntando por el nombre del ingeniero que la construy¨® para que desempolvara el proyecto y ver qu¨¦ fallos estructurales y estrat¨¦gicos hizo para que se produjera el desastre.
Exactamente lo mismo cabe pedir para explicar porqu¨¦ arde Espa?a cada verano. Los ingenieros que plantaron esos pinos que arden ¡ªcuyos nombres queremos se publiquen cuanto antes, ya que ellos son los m¨¢ximos responsables¡ª cometieron fallos que deben identificarse para que no se repitan.
Ignoraron las caracter¨ªsticas ecol¨®gicas y sociol¨®gicas de Espa?a. Se dedicaron a plantar pinos y eucaliptos en masas continuas haciendo creer que, el que la mitad de Espa?a fuera un pinar, era recuperar la naturaleza perdida por siglos de quemas y pastoreo.
Es cierto que el rural espa?ol y los terratenientes de la Desamortizaci¨®n, fueron arboricidas natos. Pero quienes les frenaron tras la Guerra Civil, y ejecutaron el plan nacional de reforestaci¨®n franquista, ten¨ªan la misma fobia neol¨ªtica a la vegetaci¨®n y a los ecosistemas silvestres que aquellos a los que combat¨ªan. Lo que hicieron fue desbrozar y sustituir la vegetaci¨®n natural por ordenados, densos y extensos cultivos de pinos y eucaliptos en hileras, que cubrieron m¨¢s de tres millones de hect¨¢reas de los 50 que tiene Espa?a.
Se deb¨ªa? haber promovido una ganader¨ªa combinada con la reforestaci¨®n
No respetaron el crecimiento del bosque en mosaico, alternando las masas boscosas con grandes pastizales, paisaje que requiere un pa¨ªs de climatolog¨ªa con estr¨¦s h¨ªdrico en verano, para que a la menor chispa en d¨ªas de viento ¡ªy en Espa?a hay como 700 rayos que cada a?o provocan incendios, sin falta del cerillazo que tanto abunda¡ª no arda mucho m¨¢s de lo que rodea el lugar donde se origina el incendio.
Pero lo que sobre todo no hicieron, fue algo tan elemental como que si plantas o dejas crecer el monte, como se ha hecho en las seis ¨²ltimas d¨¦cadas, y no cuidas que los herb¨ªvoros coman la vegetaci¨®n en zonas alternas con la masa boscosa, esta queda condenada a finalizar su ciclo consumida por el fuego. Pero no como lo har¨ªa en condiciones naturales, quemando solo pasto seco y peque?os bosquetes, sino ardiendo medio pa¨ªs, de golpe.
El paisaje en mosaico que evita los grandes desastres del fuego se consigue con herb¨ªvoros que sieguen a diente la potencial masa combustible, no dejando que la vegetaci¨®n crezca m¨¢s all¨¢ de donde esta se escapa a la acci¨®n de los herb¨ªvoros salvajes, o al hombre le interese, en el caso de los herb¨ªvoros dom¨¦sticos.
Problema. Los 30 millones de herb¨ªvoros dom¨¦sticos que hay en este pa¨ªs ya no le pastan entero por falta de pastores, y los herb¨ªvoros salvajes que est¨¢n proliferando, aunque los cazadores dejaran de mermarlos, no pueden con la vegetaci¨®n porque son especies de talla mediana. Tenemos herb¨ªvoros salvajes que cumplen en parte la funci¨®n desbrozadora de cabras y ovejas, pero no la de vacas, caballos, mulas y asnos.
El paisaje en mosaico lo heredamos de la acci¨®n de los fuegos naturales unida a la acci¨®n desbrozadora de uros, caballos salvajes, cebros y bisontes, los cuatro grandes herb¨ªvoros salvajes europeos que no solo comen vegetaci¨®n como lo hacen corzos, ciervos, jabal¨ªes y rebecos, sino que tienen el peso necesario para impedir por pisoteo que el matorral crezca. Pero los grandes herb¨ªvoros salvajes europeos han desaparecido de Espa?a en los ¨²ltimos siglos, cazados por su carne hasta la extinci¨®n.
El ingeniero que nos hizo el dise?o de ¡°la presa forestal¡± hace 40 a?os deb¨ªa haber promovido una ganader¨ªa combinada con la reforestaci¨®n, y si la ganader¨ªa extensiva y trashumante dej¨® de tener sentido econ¨®mico y fue sustituida por la estabulada, deber¨ªa haberse preocupado de que los montes espa?oles tengan uros, caballos salvajes, cebros y bisontes. Sustituir a estos por mano de obra que en invierno limpie el monte no solo es un dislate, practicado en los ¨²ltimos a?os de gasto disparatado, que ahora nadie puede pagar, sino que, adem¨¢s, es una quimera por la magnitud fara¨®nica de la tarea.
Herb¨ªvoros salvajes, unido a un manejo inteligente del fuego, con quema controladas y tala, en una primera fase, de las masas de cultivos de pinos y eucaliptos, as¨ª como del monte aut¨®ctono que se haya desbocado, hasta dejarlo en rodales aislados, ser¨ªa lo razonable. Espa?a es en su clima m¨¢s ?frica que Europa. La sabana arbolada rebosante de vida salvaje es m¨¢s parecida a una dehesa que a un bosque cerrado.
Benigno Varillas es periodista de la naturaleza.
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