Un fuego de artificio
PIEDRA DE TOQUE. No hay duda que el esfuerzo mayor de Luis Goytisolo al emprender la tit¨¢nica tarea de escribir "Antagon¨ªa" estuvo orientado a la creaci¨®n de un lenguaje nuevo que rompiera moldes
En los a?os setenta, cuando yo viv¨ªa en Barcelona, Luis Goytisolo estaba empe?ado en la heroica empresa de escribir Antagon¨ªa,la tetralog¨ªa novelesca a la que dedic¨® 20 a?os de su vida. Nos ve¨ªamos con frecuencia y habl¨¢bamos de muchas cosas pero, que yo recuerde, nunca me cont¨® nada del libro en el que trabajaba en esos mismos a?os con tanto af¨¢n. Muchas veces me he preguntado por qu¨¦ esa discreci¨®n y s¨®lo ahora, que acabo de leer las 1112 p¨¢ginas de la novela, en la reedici¨®n de Anagrama, entiendo por qu¨¦.
La raz¨®n es que no hay manera de resumir en pocas frases de qu¨¦ trata este libro sin traicionarlo. Se ha dicho que relata el largo proceso en que su protagonista, Ra¨²l Ferrer Gaminde, descubre su vocaci¨®n de escritor y escribe su primera novela (el cuarto volumen de la tetralog¨ªa), en un per¨ªodo de tiempo que comienza en las postrimer¨ªas de la Guerra Civil y termina con el final de la dictadura franquista. Esta s¨ªntesis, aunque no es falsa, tampoco es cierta, porque la novela es muchas otras cosas que no caben para nada en esa escueta f¨®rmula.
En verdad, Antagon¨ªa no cuenta una historia acabada, con principio y con fin, sino fragmentos dispersos y arbitrarios de muchas historias que no se integran anecd¨®ticamente, pero a las que da coherencia y unidad la voz que narra, una voz compleja y plural, de largu¨ªsimas frases laber¨ªnticas y sometida a constantes mudas en las que, con frecuencia y sin ninguna prevenci¨®n al lector, se traslada del narrador omnisciente e impersonal a un personaje, y luego a otro, y a otro, y s¨²bitamente regresa al narrador, exigiendo al lector una vigilancia tenaz para no extraviarse en ese territorio lleno de imprevistos y sorpresas por el que discurre la novela. A estas mudanzas entre el narrador omnisciente y narradores personajes se superponen otras, que mueven el relato del mundo exterior ¡ªdescripciones de paisajes y escenarios urbanos, di¨¢logos y an¨¢lisis sobre las conductas, reflexiones sobre pol¨ªtica, literatura, sexo, textos cl¨¢sicos, etc¨¦tera¡ª a un mundo subjetivo y secreto, el de las intuiciones, las emociones y los pensamientos y a veces, incluso, el de los sue?os, mitos y meras fantas¨ªas de los protagonistas.
Para m¨ª, las mejores p¨¢ginas son aquellas que describen la atm¨®sfera claustral de la dictadura
Libro ambicioso y complejo, dif¨ªcil de leer por la protoplasm¨¢tica conformaci¨®n de la materia narrativa, es tambi¨¦n un experimento que intenta renovar el contenido y la forma de la novela tradicional, siguiendo el ejemplo de aquellos paradigmas que revolucionaron el g¨¦nero de la novela o al menos lo intentaron ¡ªsobre todo Proust y Joyce, pero, tambi¨¦n, James, Broch y Pavese¡ª, sin renunciar a un cierto compromiso moral y c¨ªvico con una realidad hist¨®rica que, aunque muy diluida, est¨¢ siempre presente, a veces en el proscenio y a veces como tel¨®n de fondo de la novela.
Para m¨ª, las mejores p¨¢ginas, las m¨¢s logradas y conmovedoras del libro, son aquellas que describen la atm¨®sfera claustral, castrada, asfixiante y enajenada de la dictadura, vivida desde la perspectiva de la clase media catalana, en la que crecen y van form¨¢ndose Ra¨²l Ferrer, sus amantes y sus amigos, sus actividades clandestinas en el Partido Comunista, su infecunda militancia, sus m¨ªtines universitarios, su paso por la c¨¢rcel, sus desencantos pol¨ªticos, su lenta inmersi¨®n en el cinismo, el alcohol y el nihilismo, ese fracaso generacional que va volvi¨¦ndolos a casi todos ellos mediocridades y caricaturas de lo que parec¨ªa que ser¨ªan, de lo que hubieran querido ser. La manera como est¨¢ representado este mundo en Antagon¨ªa es despiadada, y el desprecio del narrador incendia el lenguaje hasta impregnarlo por momentos de una ferocidad irresistible.
En cambio, en las largas y a menudo delicadas descripciones del paisaje catal¨¢n, tanto rural como urbano, se filtra, se dir¨ªa que a pesar del anti sentimentalismo c¨ªnico del que hace gala el narrador, un sentimiento tierno, profundo, contagioso, que desagravia al lector del pesimismo tenaz que con frecuencia comunican otras p¨¢ginas. Este contraste se hace particularmente visible en las escenas que transcurren en Cadaqu¨¦s y otros lugares de la Costa Brava, en las que el lenguaje es tan preciso y precioso cuando se demora en describir los matices de la luz a la hora del crep¨²sculo, o las sombras de los ¨¢rboles y arbustos en el bosque, o los movimientos del agua cuando sube y baja la marea, o el canto de los p¨¢jaros escondidos en lo alto del ramaje. Creo que no se ha dicho todav¨ªa de Antagon¨ªa la importancia que tiene en ella la pol¨ªtica ¡ªno hay en Espa?a, me parece, una novela que haya descrito mejor el desguace cultural y moral que inflige a una sociedad una dictadura¡ª y la bell¨ªsima recreaci¨®n literaria de la tierra catalana, de su mundo natural, sus pueblos y aldeas, y de Barcelona con sus barrios, clases sociales, tradiciones, grandezas y miserias, que es tambi¨¦n este libro, adem¨¢s de muchas otras cosas.
Por ejemplo, una serie de ensayos incrustados en el relato en los que, a veces el narrador, a veces un personaje, reflexiona sobre un abanico m¨²ltiple de temas, entre los que figuran, entre otros, Dante, la mitolog¨ªa griega, Mois¨¦s, Plat¨®n, el sexo, S¨®crates, Goethe, el compromiso pol¨ªtico, el matrimonio, el dogmatismo religioso e ideol¨®gico, el arte, la arquitectura, el urbanismo, y, principalmente, la t¨¦cnica de la novela. A veces, estas p¨¢ginas, donde la historia se inmoviliza o se eclipsa, tienen un inter¨¦s intelectual, y a veces no y entonces resultan excesivas y sobrantes.
Cuando una obra es tan desmedidamente ambiciosa, se convierte en una tentativa imposible
Pero no hay duda que el esfuerzo mayor de Luis Goytisolo al emprender la tit¨¢nica tarea de escribir esta novela estuvo orientado a la creaci¨®n de un lenguaje nuevo, de una manera de escribir que rompiera los moldes tradicionales del relato novelesco e inaugurara unos nuevos. ?l mismo ha tenido la coqueter¨ªa risue?a de describir en la p¨¢gina 999 de Antagon¨ªa ¡°la huella de Luis Goytisolo¡± en la novela: ¡°esas largas series de per¨ªodos, por ejemplo, esas comparaciones que comienzan con un hom¨¦rico as¨ª como, para acabar empalmando con un as¨ª, de modo semejante, no sin antes intercalar nuevas met¨¢foras encabalgadas¡¡±. Los cr¨ªticos del libro hablan de la influencia proustiana en el estilo de la tetralog¨ªa, pero, a mi juicio, la semejanza con Proust tiene que ver s¨®lo con la largura de la frase, su naturaleza serpentina, porque, a diferencia de lo que ocurre con el estilo en el autor de En busca del tiempo perdido, en el que las extendidas frases est¨¢n siempre al servicio de la narraci¨®n, en Luis Goytisolo esta ¨²ltima parece a veces nada m¨¢s que un pretexto para la arborescencia ling¨¹¨ªstica, esa frondosa ret¨®rica que se proyecta con voracidad, apart¨¢ndose de la delgada l¨ªnea argumental, sobre todas las manifestaciones de la vida, infiltr¨¢ndose en ¨¦sta como un par¨¢sito que crece y crece hasta sustituirla, hasta crear una vida propia que ya no refleja modelo alguno exterior a ella, sino a ella misma, una vida que es (nada m¨¢s y nada menos) que puro lenguaje.
Tal vez la mejor descripci¨®n de la tetralog¨ªa aparezca en una de las reflexiones del narrador cuando ¨¦ste (en la p¨¢gina 1040) imagina una obra literaria cuya estructura ¡°semeja uno de esos castillos de fuegos artificiales en los que cada fase genera nuevas fases, cada vez m¨¢s altas, cada vez m¨¢s amplias. Pues bien: imaginemos una obra as¨ª, en la que, de cada una de sus partes surjan otra que a su vez generen otras y otras, en un despliegue m¨¢s y m¨¢s vasto¡±. Eso es, exactamente, Antagon¨ªa: un surtidor que se multiplica a s¨ª mismo en tantos surtidores hasta dar la impresi¨®n de que en semejante arquitectura ha quedado atrapada la vida entera, en lo que tiene de infinito.
Cuando una obra es tan desmedidamente ambiciosa, se convierte en una tentativa imposible, es decir en una de esas novelas como el Finnegan¡¯s Wake de Joyce, El hombre sin atributos, de Robert Musil, Paradiso, de Lezama Lima o la mucho menos conocida Umbral, del chileno Juan Emar, que estaban fatalmente condenadas a no alcanzar la meta que se hab¨ªan fijado, porque, simplemente, aquella era una meta inalcanzable. Sin embargo ser¨ªa injusto hablar de fracasos literarios, porque estos libros, que tendr¨¢n siempre pocos lectores, siempre tendr¨¢n lectores, y sobrevivir¨¢n a todos los avatares, desde esos m¨¢rgenes que admiraba tanto Rimbaud (el de ¡°les horribles travailleurs¡±) desde los cuales ir¨¢n siempre recordando a las nuevas generaciones de lectores y escritores que el secreto coraz¨®n que mantiene viva a la literatura es siempre ir m¨¢s all¨¢, establecer nuevas fronteras para la creaci¨®n, renovar y revolucionar lo que ya existe, a imagen y semejanza de esa vida que la inspira y que es, tambi¨¦n, a su manera, una tentativa imposible.
? Mario Vargas Llosa, 2012.
? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PA?S, SL, 2012.
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