Europa y Espa?a, ?para cu¨¢ndo las soluciones?
No hemos dado un gran paso y ni siquiera caminamos en la direcci¨®n correcta
Lo siento. Me hubiera gustado poder decir, unos d¨ªas despu¨¦s de digerir los resultados, que la Cumbre europea del pasado 29 de junio hab¨ªa dado un gran paso adelante y que la soluci¨®n, la salida de la crisis del euro y el comienzo de la recuperaci¨®n de las debilitadas econom¨ªas europeas, est¨¢ hoy m¨¢s cerca que antes. Pero no es verdad. No hemos dado un gran paso y, m¨¢s bien, comienzo a estar convencido de que ni siquiera caminamos en la direcci¨®n correcta.
Es cierto que, sin entrar en detalles, una cumbre en la que parece sancionarse el objetivo de caminar hacia una uni¨®n bancaria a escala europea, en la que se establece la posibilidad de recapitalizaci¨®n, incluso directa, sin pasar por el Estado, de la banca p¨²blica espa?ola ¡ªe irlandesa¡ª y que se compromete a utilizar los fondos de rescate vigentes (el FEEF y el MEDE) para estabilizar los mercados financieros mediante compra de bonos soberanos, podr¨ªa considerarse a primera vista un salto importante. As¨ª parecieron visualizarlo los mercados financieros los primeros d¨ªas. Pero ah¨ª se acaba la historia.
Cuando escribo estas l¨ªneas volvemos a estar en niveles de tipos de inter¨¦s superiores a los existentes antes de la cumbre y los detalles ¡ªlos plazos, los tiempos de los verbos empleados en la declaraci¨®n de la cumbre, las reacciones de los gobiernos menos favorables al proceso de integraci¨®n bancaria, fiscal y social que debe acompa?ar a la uni¨®n monetaria, e incluso las declaraciones de algunos dirigentes alemanes, incluyendo la canciller y su ministro de Finanzas¡ª no solo son decepcionantes, sino que trasladan las soluciones a ese momento, el largo plazo, en el que Keynes recordaba que ¡°todos estaremos muertos¡±. Y aqu¨ª ¡°todos¡± no solo son las econom¨ªas europeas m¨¢s afectadas por la crisis sino, con toda seguridad, el proyecto de moneda ¨²nica que podr¨ªa terminar arrastrando al cuerpo central del proyecto pol¨ªtico europeo.
Si no hay un seguro ¨²nico de garant¨ªa de dep¨®sitos que Alemania no quiere establecer. Si, a falta de que lo haga el BCE ¡ªque es quien lo hace en cualquier pa¨ªs con moneda propia¡ª el organismo encargado de asegurar la estabilidad financiera, el MEDE, no puede endeudarse porque carece de licencia para ello. Si no hay ninguna posibilidad de mutualizaci¨®n de la deuda soberana, mientras un tercio de la econom¨ªa europea se desangra con tipos de inter¨¦s prohibitivos y ausencia de financiaci¨®n en buena parte de su tejido productivo. Si la uni¨®n bancaria, como dice Angela Merkel, es solo supervisi¨®n conjunta y no habr¨¢ uni¨®n bancaria plena mientras no haya uni¨®n pol¨ªtica. Y si, para terminar este poco buc¨®lico dise?o de nuestro futuro, si no existir¨¢ recapitalizaci¨®n directa a los bancos mientras no haya uni¨®n bancaria ?qu¨¦ soluci¨®n podemos esperar y cu¨¢nto tiempo exigir¨¢?
Una uni¨®n bancaria cuya conclusi¨®n est¨¦ sometida a una uni¨®n pol¨ªtica no es algo que pueda ser perfilado y concluido, en unos pocos meses. Desde que los Estados alemanes establecieron la uni¨®n aduanera (el Zollverein) hasta que se produjo la unificaci¨®n pol¨ªtica, fiscal y monetaria transcurrieron casi 40 a?os. Europa ha empleado m¨¢s de 50 en llegar hasta donde estamos y, siendo mucho lo avanzado, no parecemos estar, en absoluto, pr¨®ximos a la fase final de uni¨®n fiscal, pol¨ªtica y social, un pilar, este ¨²ltimo, que no deber¨ªamos olvidar en medio de la crisis.
Pero adem¨¢s de una larga espera, podr¨ªa terminar en colapso antes de que el dise?o estuviera preparado. La principal inc¨®gnita consiste en preguntarse por qu¨¦ un conjunto de pa¨ªses europeos que con sus razones ¡ªmuchas de ellas enormemente discutibles¡ª se niegan a dar hoy los pasos imprescindibles para estabilizar el euro, adoptar¨¢n ma?ana ¡ªm¨¢s bien habr¨ªa que decir que dentro de a?os¡ª decisiones cuyo contenido es mucho m¨¢s sustantivo que el que ahora se obstaculiza.
La incre¨ªble evoluci¨®n de los acontecimientos europeos ha puesto de manifiesto que las econom¨ªas del euro se financian hoy a tipos de inter¨¦s distantes unos de otros en 7, 10 o 20 puntos porcentuales y que con fundamentos econ¨®micos o niveles de endeudamiento muy similares, econom¨ªas ajenas al euro se financian a mejores tipos que las de dentro de la moneda ¨²nica europea.
La distancia entre los escenarios derivados de estar dentro o fuera del euro, es hoy cada vez m¨¢s reducida para todos los pa¨ªses que estando dentro del euro sufren costes de financiaci¨®n de su endeudamiento p¨²blico y privado muy superiores a los que soportan los pa¨ªses centrales ¡ªen muchos casos negativos¡ª.
La permanencia en el euro es posible sin condenar a la penuria a la mitad de europeo
En un contexto as¨ª, la moneda ¨²nica terminar¨¢ careciendo del apoyo social que cualquier r¨¦gimen monetario necesita. No podremos evitar el desapego social hacia el euro si lo que le espera a las econom¨ªas m¨¢s endeudadas es una larga etapa de sufrimiento y malestar social. Y ser¨¢ muy dif¨ªcil mantener la complicidad social con un r¨¦gimen monetario cuyas deficiencias de dise?o, adem¨¢s de los propios errores de pol¨ªtica econ¨®mica ¡ªerrores que en Espa?a debemos identificar con la eclosi¨®n de la burbuja inmobiliaria y sus consecuencias para un parte importante de nuestro sistema financiero que actu¨® de forma alocada e irresponsable¡ª, est¨¢n en la base de nuestras tremendas dificultades para emerger de la crisis y reducir el alt¨ªsimo nivel de desempleo especialmente entre nuestros j¨®venes.
Lo que para Espa?a significa la pasada cumbre ya se adivinaba tras el acuerdo de rescate. Habr¨¢ condicionalidad. Y las condiciones ser¨¢n a¨²n m¨¢s intensas si necesitamos adem¨¢s que el Mecanismo de Estabilidad ayude a pa¨ªses como Espa?a o Italia a estabilizar los diferenciales en sus tipos de inter¨¦s de la deuda soberana y, de la financiaci¨®n del conjunto de su econom¨ªa.
Una financiaci¨®n escasa y cara para el Estado pero tambi¨¦n m¨¢s escasa y cara para nuestras grandes empresas. De las peque?as, mejor no hablar, porque ni siquiera tienen acceso al cr¨¦dito no ya en el exterior sino en nuestro sistema financiero.
Cuando necesitemos intervenciones del MEDE para reducir nuestra prima de riesgo habr¨¢ que respetar, cito textualmente, ¡°sus recomendaciones espec¨ªficas por pa¨ªs y los dem¨¢s compromisos que hayan contra¨ªdo, incluidos sus respectivos calendarios, en virtud del Semestre Europeo, el pacto de estabilidad y crecimiento y el procedimiento de desequilibrio excesivo¡±.
Pero nada de esto servir¨¢, si nos quedamos aqu¨ª. Hace tiempo que sabemos que no hay salida solo en el marco de la austeridad. Que dos a?os que han servido para que buena parte de Europa vuelva a recaer en la recesi¨®n ya son suficientes. Hay nuevos fondos para el crecimiento pero un 1% del PIB europeo. Es algo pero ser¨¢ muy poco cuando se reparta entre todos.
Faltan otras grandes cuestiones de inter¨¦s para la instrumentaci¨®n de una uni¨®n bancaria, aunque sea con la levedad concebida desde Alemania ?Cu¨¢l ser¨¢ el papel de supervisi¨®n del BCE? ?Qui¨¦n dirigir¨¢ la recapitalizaci¨®n bancaria? o ?qu¨¦ ocurre si los bancos tienen que ser nacionalizados?
Y falta, sobre todo, dar seguridad a todos. Mercados, inversores, entidades financieras, instituciones internacionales y ciudadanos, sobre todo a los ciudadanos espa?oles y europeos. Estar seguros de que la Uni¨®n Europea defender¨¢ el euro con todos sus poderes. Que est¨¢ dispuesta a incrementar el importe de 500.000 millones asignado al Mecanismo Europeo de Estabilidad, ya que no se le otorga licencia bancaria. Que no hay buenas salidas fuera del euro ¡ªy de Europa¡ª y que la permanencia en ¨¦l es posible sin condenar a la penuria a la mitad del continente europeo.
Valeriano G¨®mez es diputado. Portavoz de Econom¨ªa del Grupo Parlamentario Socialista
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.