Golpe al coraz¨®n
El atentado contra la seguridad nacional en Damasco es una escalada en la guerra civil siria
La escalada de la crisis en Siria ha subido otro pelda?o, en esta ocasi¨®n espectacular. En el atentado contra la sede de la Seguridad Nacional en el centro de Damasco, uno de los corazones del r¨¦gimen de El Asad, murieron ayer, entre otros, el ministro de Defensa y su adjunto, cu?ado del presidente. No es lo mismo, sin embargo, que se haya tratado de una bomba plantada por un miembro de la rebeli¨®n ¡ªel Ej¨¦rcito Libre Sirio la reivindic¨®¡ª a que sea obra de un atentado suicida, lo que abrir¨ªa una perspectiva yihadista m¨¢s propia de Al Qaeda.
El golpe ha demostrado por vez primera que los rebeldes, pese a su desorganizaci¨®n, son capaces de alcanzar el centro del poder. Estas muertes van a contribuir a minar la moral de un r¨¦gimen que se ve acosado con combates en la propia capital, Damasco. Las deserciones pol¨ªticas y militares en las filas del r¨¦gimen empiezan a multiplicarse. Los ataques de los rebeldes ¡ªa los que llegan armas desde Turqu¨ªa¡ª se han generalizado en todo el pa¨ªs. No se trata de un ej¨¦rcito contra otro, sino de una fuerza guerrillera que lleva la iniciativa contra un r¨¦gimen que trata de sobrevivir. Es de temer que, en la respuesta contra rebeldes y poblaci¨®n civil, el r¨¦gimen recurra a todo su arsenal. Francia y EE UU ¡ªque habl¨® ayer de una ¡°situaci¨®n descontrolada¡± en Siria¡ª han alertado ya contra el posible uso de armas qu¨ªmicas por las tropas oficiales.
Afirmar que haya empezado el principio del fin del r¨¦gimen dictatorial de la minor¨ªa alau¨ª ser¨ªa quiz¨¢ temerario. El Asad, adem¨¢s de m¨¢s y mejores armas, cuenta en su haber con la lamentable divisi¨®n de la comunidad internacional, reflejada en la par¨¢lisis del Consejo de Seguridad de la ONU. Este deber¨ªa votar hoy una resoluci¨®n que de una vez imponga sanciones reales al r¨¦gimen por masacrar a su poblaci¨®n, aunque excluya una intervenci¨®n militar como en Libia. Hasta ahora, Rusia y China, a las que poco importa la defensa de los derechos humanos o el principio de la responsabilidad de proteger, parecen dispuestas a defender sus intereses a cualquier coste.
En esta guerra asim¨¦trica, ninguna de las dos partes tiene a¨²n en su mano la capacidad de decidir el resultado. Sigue habiendo un grave riesgo de que una sociedad religiosa y ¨¦tnicamente tan compleja caiga en el caos con repercusiones en toda la regi¨®n. Una prueba de unidad de las grandes potencias contribuir¨ªa a evitarlo.
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