Fue un espejismo
La libertad de opini¨®n en la radiotelevisi¨®n p¨²blica dur¨® poco La intromisi¨®n de los partidos en los medios p¨²blicos es hist¨®rica
Hace falta una buena dosis de historia reciente. De acuerdo, es preciso conocer la guerra, o la rep¨²blica, pero hemos despreciado tanto nuestra breve historia democr¨¢tica, que lo que m¨¢s se aprecia hoy es un profundo desconocimiento de lo que pas¨® ayer mismo. En los setenta, en los ochenta, en los noventa. Y eso es grave. Es una falta de memoria corrosiva. Hay, en estos d¨ªas tristones, un batall¨®n de oyentes y espectadores j¨®venes de la radio televisi¨®n p¨²blica que se ha quedado at¨®nito ante la manera en que el partido en el poder ha irrumpido en nuestra radio y nuestra tele y ha cortado cabezas sin contemplaciones. Son oyentes y telespectadores nuevos que la radiotelevisi¨®n p¨²blica ha ido seduciendo estos a?os hasta convertirlos en p¨²blico fiel. Algunos hu¨ªan de la zafiedad de las teles privadas; otros, del sectarismo pol¨ªtico de medios auton¨®micos, otros del folclorismo local, y, necesitados de alguien que les contara algo parecido a la realidad, se hab¨ªan refugiado en los telediarios p¨²blicos o en la calidez con que a diario les saludaban Toni, Lucas, Pepa¡
"Qui¨¦n sustituir¨¢ la voz de Toni, el tono de pepa, la campechan¨ªa de Lucas o la mirada de Ana Pastor. Nadie"
Ese p¨²blico joven se parec¨ªa mucho al p¨²blico al que pertenec¨ª en los ¨²ltimos setenta, en los ochenta. Nosotros busc¨¢bamos la palabra de Quintero, de Aberasturi, de Gabilondo, o de voces id¨¦nticas a las nuestras como eran las que nos hablaban desde los micr¨®fonos de Radio 3. Nunca hubo un medio p¨²blico m¨¢s libre que el que hicieron posible periodistas y comunicadores de los primeros a?os de la democracia. No idealizo ni me dejo llevar por el romanticismo tonto de la madurez, porque si hay algo que no echo de menos es mi juventud. Cuento lo que vi. Los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos inauguraron con ¨¦xito los primeros a?os democr¨¢ticos. Los periodistas llevaban a gala ejercer su independencia. En cuanto a Radio 3, emisora en la que particip¨¦ los dos a?os m¨¢s felices de mi vida en la radio, los que all¨ª trabaj¨¢bamos sent¨ªamos la obligaci¨®n de ser moscas cojoneras de todo aquel que ocupara un despacho. En ocasiones, sin cortarnos ni un pelo, tambi¨¦n hac¨ªamos bromas y risas a costa de nuestra direcci¨®n. Todo aquello se acab¨®. Los pol¨ªticos entraron a saco en los c¨¦lebres pasillos de Prado del Rey y los periodistas cedieron su espacio o directamente se volvieron serviles con el partido que les hab¨ªa colocado en el puesto directivo. Es decir, que la libertad de opini¨®n en la radiotelevisi¨®n p¨²blica fue un espejismo que dur¨® como todos los espejismos, poco. Ya no digamos en los medios p¨²blicos auton¨®micos: esos fueron creados desde sus inicios para uso y disfrute de la clase pol¨ªtica.
Es posible que ese p¨²blico joven que sintoniz¨® con la radio p¨²blica que facilit¨® y permiti¨® el Gobierno de Zapatero en estos ¨²ltimos a?os crea que las malas artes que ahora se ha gastado el Gobierno con los profesionales que lideraban Radio Nacional sean cosa exclusiva del Partido Popular. No es as¨ª. Hubo un verbo que se hizo popular entre los colaboradores de RTVE en los a?os ochenta: fumigar. Los cabecillas pol¨ªticos llegaban, colocaban a jefes de su confianza y estos fumigaban a los trabajadores temporales, los m¨¢s vulnerables a los vaivenes partidistas y desprotegidos por los sindicatos. En ese ejercicio abusivo de poder intervinieron todos los partidos cuando estuvo en su mano. Como entonces corr¨ªan tiempos mucho m¨¢s optimistas que los actuales, los trabajadores nos permit¨ªamos el lujo de ser un poco chulos y presumir de haber sido fumigados ahora por unos y luego por los otros.
"Busc¨¢bamos la palabra de Quintero, de Aberasturi, de Gabilondo, o de voces id¨¦nticas a las nuestras"
Por eso ha resultado tan extra?a esta ¨²ltima fase de la radiotelevisi¨®n p¨²blica en la que ha prevalecido el criterio profesional por encima del pol¨ªtico. Parec¨ªa que nos ¨ªbamos pareciendo en algo al modelo p¨²blico de esos otros pa¨ªses que decimos admirar. Ya, ya. Se trataba de un segundo espejismo. El ser humano tiene una gran capacidad para ser inocente, e inocente de m¨ª, que tantas veces hab¨ªa sido fumigada en mi pasado radiof¨®nico, cre¨ªa imposible que en esta sorprendente etapa cortaran la cabeza a presentadores que hab¨ªan cosechado r¨¦cords hist¨®ricos de audiencia. Qu¨¦ triste es observar que hay una maldici¨®n que afecta a la clase pol¨ªtica espa?ola, aquella que les empuja a destruir lo que tanto tiempo ha costado levantar: una audiencia renovada, un laboratorio prestigioso, un festival de m¨²sica o cualquier actividad cultural en la que haya de intervenir la excelencia. No, es mejor fumigar y colocar a esp¨ªritus manejables.
Qui¨¦n sustituir¨¢ ahora la voz grave de Toni, el tono emp¨¢tico de Pepa, la campechan¨ªa de Lucas o la mirada incisiva de Ana Pastor. Nadie, son insustituibles. Llegar¨¢n otros que habr¨¢n de dirigirse a la audiencia sabiendo que el Gobierno ha traicionado el deseo de muchos oyentes que cada d¨ªa conectaban la radio buscando no la compa?¨ªa de cualquiera, sino la de esas voces en concreto. ?Son tan brutos como para no entender lo que significa una voz c¨¢lida en los tiempos dif¨ªciles? ?En qu¨¦ pa¨ªs se manda a la calle a personas que han atra¨ªdo y multiplicado la clientela? En el nuestro.
Esos j¨®venes oyentes que acudieron a RNE huyendo de la zafiedad o el sectarismo han de saber que la intromisi¨®n de los partidos en los medios p¨²blicos es hist¨®rica. Lo dem¨¢s fueron espejismos. Aqu¨ª solo sobreviven las tradiciones b¨¢rbaras.
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