?Podr¨¢ gobernar Pe?a Nieto?
Si no responde al grito de los j¨®venes mexicanos, puede que su gobierno sea m¨¢s corto de lo que marca la Constituci¨®n
A medida que avanzan los desniveles y la franja que producen las crisis econ¨®micas, pol¨ªticas y sociales del siglo XXI, se van manifestando diversos hechos pol¨ªticamente in¨¦ditos. Hoy lo m¨¢s dif¨ªcil de la acci¨®n pol¨ªtica no es ganar una elecci¨®n, sino concurrir y actuar para poder realizar una acci¨®n de gobierno. Los pueblos muchas veces votan en funci¨®n del cambio, pero lo hacen al mismo tiempo con esa sensaci¨®n fatalista de estar dando un salto al vac¨ªo. No existe correspondencia alguna entre los pol¨ªticos y sus electores; y estos son los verdaderos due?os del poder, aunque todav¨ªa no lo asuman.
La preeminencia de las dos l¨ªneas contradictorias que significa la multiplicaci¨®n de la oportunidad de la comunicaci¨®n a trav¨¦s de las redes sociales, choca cada vez m¨¢s con los intereses de los medios tradicionales en su juego de la vida pol¨ªtica.
En M¨¦xico, Enrique Pe?a Nieto y las televisiones, principalmente Televisa, parecen enfocar la furia y la frustraci¨®n especialmente de los m¨¢s j¨®venes. No hay marcha en la que no se escuche como eslogan: ¡°?queremos cultura y no televisi¨®n basura!¡±, ¡°?queremos escuelas y no telenovelas!¡±. Televisa en el a?o 2000 demostr¨® una gran cintura al cambiar toda la tendencia hist¨®rica. No solo no tuvo problemas durante el sexenio de Fox sino que vivi¨® en ¨¦l uno de sus momentos m¨¢s dorados. Ahora es de suponer que la lucha por la credibilidad se acompa?e de acciones que le hagan dejar de ser percibida como enemiga de la situaci¨®n y causante de la reacci¨®n popular que hay en las calles.
Cuando algunos los mexicanos rechazan a Pe?a Nieto rechazan la influencia de los medios tradicionales y la capacidad de manipulaci¨®n te¨®rica que hoy tienen para imponer un gobernante.
La democracia representativa est¨¢ herida de muerte por el calado, la profundidad y la incapacidad de solucionar los problemas efectivos de las sociedades. La crisis electoral de M¨¦xico es la crisis de las democracias representativas, solo que con las caracter¨ªsticas mexicanas.
La sospecha generalizada de trampas en la elecci¨®n no es prerrogativa de Pe?a Nieto. Tambi¨¦n hay sospechas sobre otras trampas. El problema es que los focos est¨¢n centrados en las suyas, esperando saber si se confirman.
Los gobiernos que han surgido de las distintas elecciones desde 2008 nacen condenados al desencanto a causa de la crisis econ¨®mica
Y las sociedades, la de la Plaza Tahrir, las que no saben ad¨®nde ir, las del YoSoy132 se preguntan en qui¨¦n o en qu¨¦ pueden confiar a la hora de investigar hasta d¨®nde es permisible la trampa pol¨ªtica.
No solo hay que ganar adem¨¢s hay que saber y poder gobernar. Pe?a Nieto tiene el gran desaf¨ªo de que sentarse en la Silla del ?guila no sea a costa de los pocos elementos de fe p¨²blica que hay en el sistema y en las instituciones del pa¨ªs.
Los gobiernos que han surgido de las distintas elecciones desde 2008 nacen condenados al desencanto porque nadie es capaz de solucionar lo que se necesita atacar de fondo: la crisis econ¨®mica.
El momento hist¨®rico se presta para desear bienes menores y no males mayores. En el caso mexicano se ligan varios elementos: por una parte el resabio y la amargura por tantos a?os de desigualdad social; por otra, el resabio y la amargura que dej¨® la elecci¨®n en 2006, superada pol¨ªticamente por el 0.56%, lo cual provoc¨® que el presidente Calder¨®n asumiera el poder con una declaraci¨®n digna de estremecer a cualquier mexicano, empezando por ¨¦l: ¡°haiga sido como haiga sido, aqu¨ª estamos¡±.
En esta elecci¨®n, agotados los discursos y sometido el mundo a una incapacidad de soluci¨®n pol¨ªtica, el pueblo de M¨¦xico, especialmente sus j¨®venes dicen: ¡°no queremos insultos a la inteligencia, no queremos manipulaciones de origen, no queremos que se nos afecte la vida como le sucedi¨® a nuestros padres¡±.
Esta consigna se exclama en medio de un r¨ªo de sangre de casi 70.000 muertos a causa de la guerra contra el narco, situaci¨®n sobre la que hay mucho que reflexionar.
?Por qu¨¦ M¨¦xico vivi¨® el proceso electoral m¨¢s pac¨ªfico ¡ªen n¨²meros totales¡ª de los ¨²ltimos seis a?os? ?Qu¨¦ espera la sociedad mexicana de sus autoridades representadas?
Pe?a Nieto nunca tuvo el desaf¨ªo de ganar, estaba claro que pod¨ªa lograrlo. Pero siempre tuvo el desaf¨ªo de poder gobernar. Para gobernar deber¨¢ tener la generosidad y la capacidad de integrar a los hijos de los que vienen protagonizando el fracaso de nuestro tiempo y para eso le hace falta una dial¨¦ctica y un valor civil que est¨¢ por verse si ser¨¢ capaz de tener.
Un ¨²ltimo apunte: en la historia mexicana debemos volver a 1968 y a Gustavo D¨ªaz Ordaz para encontrar un momento m¨¢s parecido al que se est¨¢ viviendo. Lo digo porque las marchas que se producen de los j¨®venes son las mismas que entonces se llamaban del ¡°silencio¡± y que acabaron en Tlatelolco y su matanza de estudiantes.
La ¨²nica diferencia es que Pe?a Nieto no tendr¨¢ sistema que lo sostenga y si se equivoca en percibir el grito de los j¨®venes, tendr¨¢ un muy mal gobierno, quiz¨¢ m¨¢s corto de lo que marca la Constituci¨®n.
Antonio Naval¨®n es periodista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.