La urgencia de pactar
El deterioro del Ejecutivo por los recortes y la gravedad de los retos obliga a consensos b¨¢sicos
El cr¨¦dito del Partido Popular y del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se ha deteriorado en pocas semanas sin que de esa situaci¨®n se beneficie apenas el PSOE, ni menos su l¨ªder, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, seg¨²n el bar¨®metro de verano de Metroscopia que hoy publica EL PA?S. Coincidiendo con las medidas de recorte de gasto y aumento de impuestos, rechazadas anteriormente desde el PP, se ha cuarteado la imagen de que este partido es el m¨¢s competente para manejar la econom¨ªa, lo cual tampoco mejora la confianza en que los socialistas puedan hacerlo mejor. La desmoralizaci¨®n y el enfado deslizan a una parte del voto hacia opciones como IU y UPyD, pero, sobre todo, hacia la abstenci¨®n o la indiferencia. Una v¨ªctima de esta crisis podr¨ªa ser la propia organizaci¨®n de la democracia, si los dos grandes partidos, que se han alternado en la mayor¨ªa de las instituciones, quedaran deslegitimados a los ojos de los ciudadanos.
Por primera vez se observa la desafecci¨®n de una parte del electorado popular, considerado casi monol¨ªtico hasta ¨¦poca reciente. Solo la mitad de los que respaldaron al PP en noviembre est¨¢n dispuestos a repetir su voto. Dado que no hay convocatorias a las urnas en perspectiva, ese dato solo indica un estado de ¨¢nimo, pero coincide con lo que le sucedi¨® al PSOE tras el paquete de medidas anticrisis de Zapatero en mayo de 2010: la confianza de los ciudadanos y de sus propios votantes baj¨® dr¨¢sticamente y este partido no se ha recuperado. Para acentuar la imagen de desacierto del Gobierno actual solo faltaba la propuesta de penalizar el aborto por malformaci¨®n del feto, generadora de un rechazo abrumador, incluso entre dos de cada tres cat¨®licos practicantes.
La crisis no pone de relieve ¨²nicamente el descontento con la ¨¦lite pol¨ªtica, sino que cuestiona la organizaci¨®n auton¨®mica del Estado. Ocho de cada 10 simpatizantes populares y socialistas interpretan la petici¨®n de ayuda financiera al Gobierno central por parte de varias comunidades (Valencia, Murcia, Catalu?a) como la se?al de que estas han ido demasiado lejos y que es preciso reorganizar su funcionamiento y competencias.
El jefe del Ejecutivo se ha equivocado en el m¨¦todo de gesti¨®n de la crisis. Ni ha dado explicaciones, ni ha preparado al pa¨ªs como debiera. Tampoco ha promovido el di¨¢logo, singularmente con el PSOE, para tratar de consensuar las cargas impuestas a ciudadanos que creen que pagan por culpas ajenas. Una gran mayor¨ªa quiere permanecer en el euro, pero eso no se va a conseguir sin sacrificios a?adidos. En oto?o habr¨¢ que adoptar decisiones probablemente m¨¢s dif¨ªciles. No bastan las solas fuerzas del Gobierno, como reconoci¨® Rajoy en su comparecencia parlamentaria del 11 de julio, y esto debe traducirse en hechos. El jefe del Ejecutivo tiene la responsabilidad y la legitimidad de intentar un proyecto que restablezca la confianza, lo cual ser¨¢ imposible sin el concurso, al menos, de las corrientes principales de la pol¨ªtica y de la sociedad espa?olas.
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