Los dictadores benevolentes
La UE y Alemania usan el euro como instrumento de dominaci¨®n cuasi colonial para imponer medidas de austeridad y reducci¨®n salarial.. Los ¡°mercados¡± no son los malos de esta pel¨ªcula; solo reaccionan
Para cualquier persona que no est¨¦ cegada por su ideolog¨ªa o sus intereses particulares, deber¨ªa saltar a la vista que la pol¨ªtica de austeridad compulsiva y ca¨ªdas de salarios no funciona. Dos recesiones econ¨®micas en tres a?os y la existencia de una depresi¨®n rampante es algo que nunca hab¨ªamos visto desde los a?os treinta del siglo pasado.
La recesi¨®n de 2008 fue provocada por la crisis financiera de 2008. Pero la reca¨ªda en la recesi¨®n, despu¨¦s de que las econom¨ªas hubiesen comenzado a recuperarse en 2010, ha sido provocada por la pol¨ªtica de austeridad y reducciones salariales. La terquedad con la que se impone esa estrategia desde las instituciones europeas y se pr¨¢ctica por nuestros gobiernos pone al descubierto una sorprendente indiferencia a sus severos costes humanos. Y manifiesta tambi¨¦n una llamativa ceguera frente a los estropicios democr¨¢ticos que ocasiona: el recurso a gobiernos tecnocr¨¢ticos y el aumento de apoyo pol¨ªtico a opciones populistas y radicales.
?C¨®mo explicar esta tozudez y ceguera pol¨ªtica? Podemos hacer dos hip¨®tesis. La primera es que crean en la idea de la "austeridad expansiva". Pero es dif¨ªcil sostenerla. La investigaci¨®n econ¨®mica no encuentra efectos expansivos en este tipo de pol¨ªticas y, por el contrario, alerta de sus costes. Aunque sean tozudos, hay que suponer que est¨¢n informados. La segunda es que los gobiernos y las autoridades europeas se comportan como dictadores benevolentes y practican contrabando de reformas. Vale la pena explorar esta hip¨®tesis.
Todo estudiante de un curso de introducci¨®n a la Econom¨ªa de mercado aprende dos principios b¨¢sicos. El primero es que las personas tienen distintas preferencias acerca de los bienes privados y las pol¨ªticas p¨²blicas que mejor satisfacen su bienestar. El segundo es que los mercados y las pol¨ªticas solo funcionan bien cuando tienen en cuenta esas preferencias sociales.
Venden como reformas las pol¨ªticas movidas por su propia ideolog¨ªa o por intereses de grupos
Muchos pol¨ªticos y economistas metidos a reformadores olvidan estos principios y se comportan como dictadores benevolentes. Dictadores, porque imponen sus propias preferencias a la sociedad; y benevolentes, porque creen estar haci¨¦ndole un favor, en la medida en que esta tendr¨ªa un velo de ignorancia que le impide ver cu¨¢les son sus verdaderos intereses a largo plazo.
Bienintencionados, los dictadores benevolentes acostumbran a practicar el contrabando de reformas. Es decir, venden como verdaderas reformas lo que no son sino pol¨ªticas movidas por su propia ideolog¨ªa o por intereses de grupos que han conseguido capturar las pol¨ªticas en su beneficio. Se pueden poner muchos ejemplos, pero quiz¨¢ el m¨¢s evidente es la sanidad. Nuestros gobiernos venden como reformas sanitarias lo que son amputaciones del sistema p¨²blico de salud que responden a su ideolog¨ªa sobre los servicios p¨²blicos o a intereses de grupos econ¨®micos.
Pero, se me puede objetar, ?acaso no es cierto que las sociedades pueden no ver la necesidad del cambio? En ese caso, ?no es funci¨®n de la pol¨ªtica liderar las reformas? Sin duda, pero liderar no es imponer sino persuadir.
La econom¨ªa pol¨ªtica de las reformas ense?a que no hay reforma eficaz ni sostenible si no cuenta con el apoyo de una amplia corriente de opini¨®n p¨²blica. Eso es tambi¨¦n lo que nos dice el conocimiento existente. Una investigaci¨®n reciente encuentra que el ¡°apoyo social¡± es clave para el ¨¦xito de los procesos de ajuste fiscal (Paolo Mauro, Chipping Away at Public Debt. Sources of Failures and Keys to Success in Fiscal Adjustment, FMI, 2011). Cuando las reformas se imponen, adem¨¢s de no ser eficaces, el malestar social acaba moviendo violentamente el p¨¦ndulo de la pol¨ªtica contra ellas. La huelga general de 28 de diciembre de 1988 contra la pol¨ªtica de Felipe Gonz¨¢lez o el retroceso de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en su decretazo laboral son buenos ejemplos.
Incapaces de persuadir, los dictadores benevolentes que practican el contrabando de reformas apelan con frecuencia a la ret¨®rica del ¡°sufrimiento¡± y al "decreto-ley".
En primer lugar, se comportan como malos m¨¦dicos. La buena pr¨¢ctica cl¨ªnica obliga al cirujano a informar de forma veraz al paciente y a que sea este quien tome la decisi¨®n final; y, en su caso, a practicar la cirug¨ªa con el m¨ªnimo dolor. La buena pr¨¢ctica pol¨ªtica debe hacer lo mismo con las reformas. Sin embargo, no sucede as¨ª con las pol¨ªticas de austeridad y reformas que practican nuestros gobiernos bajo el dictado de Bruselas, Berl¨ªn y Fr¨¢ncfort.
Las exigencias que ahora imponen a Grecia, Portugal, Irlanda y Espa?a benefician a sus bancos
En la medida en que la explicaci¨®n que utilizan para imponer la austeridad y las reformas no es veraz, quien m¨¢s est¨¢ actuando como dictador benevolente y haciendo contrabando de reformas son las autoridades europeas y el Gobierno alem¨¢n. La visi¨®n liberal-conservadora germ¨¢nica de las causas del sobreendeudamiento es err¨®nea, interesada y basada en t¨®picos. Sostiene que el sobreendeudamiento fue debido a la prodigalidad fiscal y a la falta de competitividad. Oculta que tanto la econom¨ªa espa?ola como irlandesa han mostrado un buen comportamiento exportador y que la verdadera causa del sobreendeudamiento de estos pa¨ªses no fue el despilfarro fiscal (ten¨ªan super¨¢vit p¨²blico antes de la crisis) sino un fallo monumental del sistema bancario europeo, en particular del alem¨¢n.
Durante los primeros a?os de este siglo los bancos alemanes no encontraron oportunidades de inversi¨®n en su pa¨ªs para el ahorro que generaba su econom¨ªa, sometida a dieta de consumo y reducci¨®n de salarios para favorecer sus exportaciones. En esa situaci¨®n de anorexia interna, los bancos alemanes optaron por prestar a los bancos espa?oles e irlandeses (y al Gobierno griego) para que estos financiasen inversiones inmobiliarias de r¨¢pida plusval¨ªa. Crearon una burbuja crediticia, distorsionaron el modelo productivo de la econom¨ªa espa?ola y no midieron bien el riesgo crediticio que estaban creando. Ese fallo bancario es lo que ahora oculta el Gobierno alem¨¢n a sus ciudadanos, cont¨¢ndoles a cambio una historia llena de t¨®picos. La realidad es que la pol¨ªtica de austeridad que ahora impone a Grecia, Portugal, Irlanda y Espa?a es en beneficio de sus bancos.
Incapaces de persuadir, los gobiernos de los pa¨ªses a los que se les imponen la austeridad y las reformas han de imponer a su vez esas medidas mediante el uso del decreto-ley. Una forma que, como me ha recordado el catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica Josep M. Vall¨¦s, trae memoria de la pr¨¢ctica alemana del ¡°decreto presidencial¡± extraparlamentario de los a?os 1930-33, mediante el cual el canciller Heinrich Br¨¹ning impuso la austeridad a sus ciudadanos durante la recesi¨®n de aquellos a?os. Con los dram¨¢ticos efectos sociales y pol¨ªticos que son bien conocidos.
Para imponer con contundencia esta pol¨ªtica, el Gobierno alem¨¢n est¨¢ utilizando el euro como un instrumento de su hegemon¨ªa comercial y financiera. Los ¡°mercados¡± no son los malos de esta pel¨ªcula; lo ¨²nico que hacen es reaccionar. Sabiendo que los pa¨ªses sometidos a austeridad sufrir¨¢n a?os de estancamiento y elevado desempleo y no podr¨¢n devolver la deuda, lo que hacen es aprovechar la ocasi¨®n para aumentar el precio al que prestan. Esa presi¨®n de los mercados es aprovechada por Bruselas para el contrabando de reformas. Pero el problema no son los mercados sino la mala pol¨ªtica.
Hay un malentendido sobre el euro. Creemos que es la moneda de una uni¨®n pol¨ªtica cuando en realidad es la moneda com¨²n de una uni¨®n cambiaria cuyo principal beneficiario ha sido y es la econom¨ªa alemana, algo que puede verse f¨¢cilmente observando las balanzas comerciales de la eurozona. El euro es utilizado por Alemania como un instrumento de dominaci¨®n cuasi neocolonial. O se hace del euro una verdadera moneda com¨²n, con un banco central merecedor de tal nombre, o no tiene sentido seguir con este malentendido.
En cualquier caso, nuestro pa¨ªs tiene que hacer reformas orientadas a reducir el d¨¦ficit p¨²blico, lograr un mejor reparto de responsabilidades sobre el Estado del Bienestar, fomentar una sociedad m¨¢s innovadora y mejorar la competitividad de la econom¨ªa. Pero esas reformas no se lograr¨¢n con gobiernos que se comporten como dictadores benevolentes y practiquen el contrabando de reformas.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la Universidad de Barcelona.
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