El dilema de Monti
El horizonte electoral acent¨²a en Italia el rechazo al rescate de su maltrecha econom¨ªa
En su modesta semana de vacaciones, el primer ministro Mario Monti quiz¨¢ consiga perfilar c¨®mo evitar que Italia, segundo pa¨ªs en la l¨ªnea de fuego despu¨¦s de Espa?a, se convierta en reh¨¦n de Alemania y Bruselas a trav¨¦s del rescate de su maltrecha econom¨ªa. En los ¨²ltimos d¨ªas crece ostensiblemente en el pa¨ªs transalpino el rechazo a una intervenci¨®n europea ¡ª¡°podemos hacerlo solos¡±, es el lema¡ª, que dada la proximidad de elecciones generales se percibe como un serio riesgo pol¨ªtico y financiero.
En Italia se desenvainan las espadas ante la cita de marzo con las urnas. El partido de Silvio Berlusconi, uno de los que sostiene al Gobierno tecnocr¨¢tico, junto con el centroizquierdista Partido Democr¨¢tico y otros, ya ha ense?ado las u?as esta semana en una votaci¨®n sobre recortes presupuestarios. Sus diputados castigaron a Monti por declarar a un peri¨®dico estadounidense que la prima de riesgo superar¨ªa los 1.000 puntos con Il Cavaliere.
Es improbable que alguno de los partidos mayoritarios que prestan su apoyo a Monti asuma el riesgo de precipitar su ca¨ªda y cargar con unas elecciones anticipadas, aunque en pura aritm¨¦tica pueda hacerlo el Pueblo de la Libertad. Como lo es igualmente que el propio primer ministro, si puede evitarlo, decida pedir a sus socios europeos un rescate al que su Gobierno no elegido dif¨ªcilmente sobrevivir¨ªa en el Parlamento. Monti puede ser fan de las tesis fiscales de Angela Merkel, pero no ignora que el conjunto de su pa¨ªs est¨¢ en contra de la intervenci¨®n. Los partidos, porque consideran que acudir¨ªan a los comicios maniatados por las condiciones impuestas. Los ciudadanos, porque en su mayor¨ªa est¨¢n persuadidos de que pese a sus sacrificios econ¨®micos es Alemania la que acaba benefici¨¢ndose. Lo previsible es que Monti intente resistir y que la tregua a su Ejecutivo se mantenga hasta marzo.
A esas elecciones podr¨ªa concurrir Berlusconi. El ex primer ministro, que dimiti¨® humillado en noviembre, no se ha pronunciado formalmente, pero en las ¨²ltimas semanas, y pese al desplome de su partido en intenci¨®n de voto, no ha dejado de agitar las aguas de la incertidumbre. Pocas cosas ser¨ªan peores para Italia durante los pr¨®ximos meses que sucumbir a la especulaci¨®n sobre si un pol¨ªtico absolutamente desacreditado por sus nueve a?os en el poder vuelve a intentar o no el asalto al Gobierno.
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