¡®Burundanga¡¯ para Fidel

Fidel Castro cumple hoy 86 a?os, y est¨¢ de suerte. Por primera vez desde hace decenas de a?os podr¨¢ escuchar en la radio algunos cl¨¢sicos de la m¨²sica cubana que hasta hace poco han estado vetados en ese medio. M¨²sicos de la envergadura del pianista Bebo Vald¨¦s, el saxofonista Paquito D¡¯Rivera y los cantantes Celia Cruz, Gloria Estefan o Willy Chirino no se pod¨ªan programar, ni en radio ni en televisi¨®n. No llegaron a estar nunca oficialmente prohibidos, pero todo el mundo sab¨ªa que exist¨ªa una lista negra ¡ªse dice que figuraban unos 50 artistas¡ª que m¨¢s val¨ªa ignorar, como si los incluidos ah¨ª no existieran. Las autoridades han comunicado por fin que s¨ª, que adelante. Lo han dicho a su manera: del mismo modo que los censuraron, ahora los permiten. Nunca de manera p¨²blica.

Sea como sea, Fidel y el resto de los cubanos podr¨¢n escuchar ya sin ninguna amenaza, por ejemplo, el chorro de voz de Celia Cruz. Que le radien al jefe supremo Burundanga, uno de sus ¨¦xitos, seguro que le hace gracia: ¡°Songo le dio a Borondongo, / Borondongo le dio a Bernab¨¦, / Bernab¨¦ le peg¨® a muchilanga, le ech¨® a burundanga / les hinchan los pies¡­¡±. Los tiempos cambian y seguro que Fidel entiende ya que una letra de tanta virulencia contrarrevolucionaria no tiene ya poder para torcer el destino de su r¨¦gimen. Incluso, y puesto que siempre lleva el ch¨¢ndal, que se ponga a bailar y que lo disfrute. ?Feliz cumplea?os!

Ya desde muy pronto la revoluci¨®n empez¨® a mirar torcido a cuanto supusiera un motivo de placer o entretenimiento que influyera negativamente en la construcci¨®n del socialismo. Nada de distracciones, la nueva sociedad exig¨ªa seriedad y compromiso. Fue c¨¦lebre el caso de un cortometraje que Castro prohibi¨® en 1961. Se titulaba P. M., contaba la manera de divertirse de un grupo de habaneros y lo rodaron Orlando Jim¨¦nez Leal y Sab¨¢ Cabrera. Fue aquella censura la que termin¨® condenando al exilio al hermano de este ¨²ltimo, Guillermo Cabrera Infante.

Dentro de la revoluci¨®n, todo; contra la revoluci¨®n, nada¡±. En la f¨®rmula de Fidel no entraban los m¨²sicos que, por el simple hecho de vivir fuera (y al margen de sus ideolog¨ªas), cuestionaban los logros del r¨¦gimen comunista. Terminar con la lista negra es una buena se?al: disfrutar con los de fuera deja de ser una opci¨®n pol¨ªtica.