Licencia para fornicar
Tras la publicaci¨®n de sus fotos desnudo en Las Vegas, la prensa se pregunta: ?humanizan las juergas de Harry a la familia real brit¨¢nica? M¨¢s all¨¢ de la vocaci¨®n de los tabloides por hinchar la pol¨¦mica, los esc¨¢ndalos sexuales y fiestas de pr¨ªncipes son una tradici¨®n
No fue como lo del elefante y el Rey. La ¨²ltima travesura del pr¨ªncipe Harry de Inglaterra ¨Cdesnudo en la suite de un hotel en Las Vegas, mujeres desnudas, fotos¨C no ha desatado indignaci¨®n general entre los s¨²bditos de su abuela, Isabel II. S¨ª alg¨²n que otro columnista ha hablado del ¡°da?o¡± a la imagen de la familia real, de lo ¡°embarazosas¡± que fueron las fotos y tal y cual, pero ni ellos se lo creen; se trata de la antigua pr¨¢ctica comercial de los tabloides ingleses de generar pol¨¦mica donde no la hay.
Porque ¨Crealmente¨C no la hay. En vez de indignaci¨®n, la reacci¨®n de la gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n, podemos estar seguros, ha sido una leve sacudida de la cabeza y una sonrisa; un cierto afecto tambi¨¦n ¨Cincluso un pel¨ªn de orgullo¨C, tipo: ¡°?Ese es nuestro chico!¡±.
Si hay una cosa que los ingleses aman es la tradici¨®n. Lo vimos en el jubileo de la reina hace un par de meses; lo vimos en la ceremonia inaugural de los Juegos Ol¨ªmpicos de Londres, una celebraci¨®n de la historia de Inglaterra. Los pr¨ªncipes escandalosos tambi¨¦n son tradici¨®n. Para un heredero a la corona es casi obligatorio, casi parte del deber institucional, participar en fiestas desenfrenadas, emborracharse a lo loco y acumular l¨ªos sexuales, preferiblemente con plebeyas.
Harry podr¨ªa haberle arrancado el m¨®vil a
The Times de Londres, se?alando que las andanzas de Harry ¡°humanizaban¡± a la familia real, record¨® esta semana el comportamiento de un par de pr¨ªncipes en los siglos XIV y XV, y el de otro en el siglo XVIII. Shakespeare retrata en una de sus obras al pr¨ªncipe Hal, que acabar¨ªa siendo Enrique V, como un libertino que beb¨ªa con colegas proletarios y fraternizaba con mujeres del bajo mundo en los pubs del decadente este de Londres. Un escritor franc¨¦s describi¨® al que ser¨ªa Enrique IV como un joven que ¡°pensaba solo en les dames¡±. Cuando el ¡°pr¨ªncipe regente¡± ingl¨¦s fue presentado en 1795 a la mujer con la que estaba obligado a contraer matrimonio, se emborrach¨® hasta ¡°que se qued¨® ciego¡±, cuenta The Times, y pas¨® su noche de bodas inconsciente con la cabeza metida en la chimenea del dormitorio.
Pero la verdad es que no hay que ir tan lejos para encontrar ejemplos reales de esta naturaleza; y tampoco hay que limitarse a pensar que solo los del lado masculino de la aristocracia inglesa participaban en la juerga. Antes de casarse con un fot¨®grafo, la hermana menor de la actual reina, la princesa Margarita, frecuentaba clubes nocturnos londinenses donde beb¨ªa y bailaba hasta la madrugada. Despu¨¦s de casarse, tuvo affaires con un jardinero y, entre otros (seg¨²n se ha publicado), con un se?or que rob¨® un banco londinense. Ten¨ªa una casa en la isla caribe?a de Mustique, donde no s¨¦ con exactitud lo que hac¨ªa, pero una pista la dio una serie de fotos que la misma princesa hizo de tres hombres ¨Cal menos uno de ellos su amante¨C completamente desnudos.
Tampoco hay que olvidar el caso del actual heredero al trono, el pr¨ªncipe Carlos, enamorado locamente toda su vida, incluso durante su desafortunado matrimonio, de su actual esposa, Camilla Parker Bowles. Recordemos, como contamos en este diario el a?o pasado, que la relaci¨®n entre los dos comenz¨® en 1970 cuando ella le coment¨®: ¡°Mi bisabuela y tu ?bisabuelo fueron amantes. ?Qu¨¦ te parece? ?C¨®mo lo ves¡?¡±.
Podr¨ªamos, en resumen, escribir un libro (aunque seguro que ya se ha hecho) sobre la noble tradici¨®n en la que se enmarcan las ¨²ltimas diabluras de Harry. No puede haber duda de que ¨¦l conoce la tradici¨®n perfectamente bien. Como el resto de su familia, sabe de historia ¨Cal menos, la de los reyes y las reinas¨C. Tiene que tener muy claro el papel que se le exige como pr¨ªncipe. Siendo no primero ni segundo, sino tercero en l¨ªnea a la corona, la exigencia de ser un vividor es a¨²n mayor. Lo que quiz¨¢ explica por qu¨¦ las fotos de Las Vegas han salido a la luz, publicadas el viernes en el sensacionalista The Sun. Las fotos las sac¨® con un tel¨¦fono m¨®vil una persona presente en la habitaci¨®n. Se puede suponer que si tanto le preocupaba a Enrique su posible publicaci¨®n ¨Cviral en Internet, por supuesto¨C, podr¨ªa haberle arrancado el m¨®vil a su compa?era de org¨ªa y borrado las fotos; o haberle pedido a uno de sus guardaespaldas que lo hiciera.
No le causaron mayor problema, pese a los gemidos de algunos funcionarios de palacio, ya que en el fondo intu¨ªa que sus compatriotas le perdonar¨ªan y que bastantes de ellos, incluso, le aplaudir¨ªan. Independientemente de su fren¨¦tica vida privada, el pr¨ªncipe Harry sabe adem¨¢s que goza del cari?o de los ingleses. Cumple sus obligaciones formales como embajador de la reina con el debido encanto y cortes¨ªa. Su naturalidad, su trato respetuoso, su predisposici¨®n a bailar en p¨²blico con los nativos ¨Co nativas¨C cautiv¨® tanto a los p¨²blicos de Jamaica y Brasil como a los brit¨¢nicos durante las visitas oficiales que hizo a aquellos pa¨ªses a principios de a?o. Desnudo o vestido, tiene mucho cr¨¦dito acumulado el pr¨ªncipe Harry. Tiene licencia para fornicar.
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