La encrucijada del socialismo catal¨¢n
Para abordar los retos necesitamos menos pasi¨®n nacional y m¨¢s pasi¨®n democr¨¢tica
No es ning¨²n secreto que el socialismo catal¨¢n atraviesa una profunda crisis, hasta el punto de que proliferan quienes o bien lo dan por muerto o bien achacan su maltrecho estado a errores de fondo en sus opciones estrat¨¦gicas, cuando no al propio hecho de su misma existencia independiente del socialismo espa?ol.
Es especialmente sustantiva la cr¨ªtica que se hace al socialismo catal¨¢n de haber desaprovechado sus a?os de gobierno para imponer su modelo de sociedad y desmontar el paradigma nacionalista, considerado como expresi¨®n de la hegemon¨ªa burguesa. As¨ª lo defend¨ªa en estas mismas p¨¢ginas Jos¨¦ Luis ?lvarez, en su art¨ªculo La lucha final de la burgues¨ªa catalana. Pero aqu¨ª hay un malentendido: no es lo mismo un partido nacionalista que un partido nacional, y el PSC es desde su nacimiento un partido nacional catal¨¢n, que reconoce Catalunya como un sujeto pol¨ªtico con identidad propia, compartiendo por tanto los fundamentos b¨¢sicos del catalanismo (reconocimiento nacional y autogobierno) y aportando al mismo la tradici¨®n federalista.
En consecuencia, nunca el PSC ha considerado que el autogobierno entrara en contradicci¨®n con su programa de reforma social, antes al contrario: para realizar dicho programa era y es necesario un potente instrumento pol¨ªtico para llevarlo a cabo. Este es el sentido profundo de la reforma del Estatuto impulsada por el Gobierno de izquierdas y catalanista presidido por Pasqual Maragall y de la defensa que hizo del mismo Jos¨¦ Montilla. Esta opci¨®n no significaba subordinarse a la hegemon¨ªa pol¨ªtica e ideol¨®gica del nacionalismo conservador, sino precisamente la prueba de la voluntad de disputarle dicha hegemon¨ªa.
Pero adem¨¢s, el Estatuto era mucho m¨¢s que un proyecto de autonom¨ªa para Catalunya, era un proyecto para Espa?a, pensado desde Catalunya. Era una oportunidad ¡ªsi lo prefieren¡ª para Espa?a y se perdi¨®. La perdieron quienes se enorgullec¨ªan de laminar un texto refrendado, o impulsaron su recorte en el Tribunal Constitucional utiliz¨¢ndolo pol¨ªticamente como tercera c¨¢mara (como recientemente ha advertido el profesor Rubio y Llorente). La perdimos, tambi¨¦n, quienes cometimos algunos errores de c¨¢lculo o de m¨¦todo. Errores que fueron utilizados por quienes no quer¨ªan la transformaci¨®n de Espa?a ni tampoco permitir que Catalunya pudiera ir m¨¢s all¨¢ como necesitaba, quer¨ªa y reclamaba. El pensamiento centralista se impuso: si no puede ser para todos, que no sea para Catalunya. As¨ª, aquellos cicateros y ego¨ªstas, nos han dejado en la encrucijada, haciendo el peor servicio posible a la causa que dec¨ªan defender: Espa?a.
Dialogar y acordar. Esto es lo que hay que hacer. Y veremos d¨®nde llegamos
Esta es la cuesti¨®n que debemos afrontar, sin melancol¨ªa por lo que pudo ser y no fue. Se malogr¨® el esp¨ªritu constitucional y, adem¨¢s, su letra es en parte incomprensible para una sociedad en la que ya m¨¢s de la mitad de sus miembros no votaron la Constituci¨®n, simplemente porque no ten¨ªamos la edad o no hab¨ªan nacido.
Esta oportunidad perdida nos deja en una encrucijada: o la independencia o una exigente y fuerte relaci¨®n bilateral, espec¨ªfica y propia. Lamentablemente, ser¨¢ una relaci¨®n m¨¢s fr¨ªa, m¨¢s efectiva que afectiva, pero no por ello menos natural o democr¨¢tica que en otros Estados complejos y diversos. Si Espa?a no quiere transformarse ser¨¢ una oferta menos eficiente (como Estado) y menos atractiva (como modelo), pero Catalunya ya no esperar¨¢ m¨¢s. Esta es la realidad. Se podr¨¢, en un ejercicio de soberbia unitarista y centralista, no comprender, o no querer hacerlo, pero ya no se podr¨¢ ignorar. Este es el cambio y el reto al que debemos enfrentarnos.
En este contexto, ?ha muerto el catalanismo pol¨ªtico, y con ¨¦l uno de sus pilares, el socialismo catal¨¢n, como proclaman los nuevos profetas? ?Aqu¨¦l que en su origen fundacional planteaba m¨¢s Catalunya y otra Espa?a? Nos toca a una nueva generaci¨®n de catalanistas y progresistas abordar el reto y la encrucijada con bases y ecuaciones nuevas, superando el bucle de recelos, decepciones y desconfianzas. Necesitamos m¨¢s naturalidad para abordar los retos. Para entendernos: menos pasi¨®n nacional y m¨¢s pasi¨®n democr¨¢tica. Esta es la clave.
Los dem¨®cratas, cuando tienen disputas o desacuerdos, dialogan, acuerdan los procedimientos de resoluci¨®n y resuelven en consecuencia. Incluso la ruptura. Dialogar y acordar. Esto es lo que hay que hacer. Con serenidad y respeto. Y veremos d¨®nde llegamos. Pero la deriva impositiva (soberanistas) o restrictiva (centralistas), que est¨¢ nutriendo de actitudes y fundamentos m¨¢s viscerales que racionales, no presagia nada bueno, ni ¡ªlamentablemente¡ª nuevo.
El PSC debe estar en esta encrucijada con posiciones m¨¢s realistas y menos aprior¨ªsticas. Si lo prefieren, m¨¢s c¨ªvicas y menos ideol¨®gicas, en el sentido cl¨¢sico del t¨¦rmino. Defendiendo sus ideas, necesariamente diversas si queremos seguir pareci¨¦ndonos a la sociedad catalana ¡ªcomo afirmamos con exceso de orgullo¡ª, pero centr¨¢ndonos en los valores y principios democr¨¢ticos que todo proceso de negociaci¨®n y pacto: respeto, claridad, coherencia y cumplimiento escrupuloso de los procesos y formatos democr¨¢ticos. Y aportando una gran dosis de realismo pol¨ªtico basado en la naturaleza interdependiente (espa?ola, europea, global y digital) de cualquier soberan¨ªa. ?sta, o es compartida o ser¨¢ un mal proyecto para los catalanes. Hablemos claro, sin complejos y sin excesos de emotividad y sensacionalismos. Ganemos la batalla de la cultura democr¨¢tica y de la claridad pol¨ªtica. Este es el desaf¨ªo.
Este nuevo tiempo, obligar¨¢ a cambios profundos. Cambios, por ejemplo, en la concepci¨®n de los partidos como caja de resonancia jer¨¢rquica o cambios en nuestra relaci¨®n con el resto de actores pol¨ªticos: desde los nuevos movimientos¡ hasta la colaboraci¨®n con los progresistas espa?oles. Los socialistas catalanes no podremos impulsar o participar de este nuevo tiempo bilateral entre Catalunya y Espa?a, si no tiene su correspondencia natural y normalizada tambi¨¦n en la relaci¨®n bilateral entre el PSC y el PSOE.
El PSC est¨¢ en una triple encrucijada: interna, catalana y espa?ola
Las tesis y las voces atrapadas en la l¨®gica del pasado tienen limitadas su capacidad de an¨¢lisis y sobretodo de propuesta. Mi generaci¨®n (como actitud, no como edad) no renuncia al legado de la historia, incluida su pesada carga, pero si quiere escribir su propia historia deber¨¢ cambiar de mochila. ?sta no es que sea pesada, es que no contiene lo que necesitamos para esta nueva etapa: ni br¨²jula, ni cartograf¨ªas adecuadas.
Perm¨ªtanme un apunte personal. Descubr¨ª el socialismo de muy joven, en un ambiente familiar agrario y humilde totalmente ajeno al ¡°mundo burgu¨¦s¡±, de la mano de personas que, como Ernest Lluch, estaban convencidas de que el socialismo no s¨®lo se conseguir¨ªa con determinadas pol¨ªticas p¨²blicas sino tambi¨¦n a trav¨¦s de la ¨¦tica y la moral de cada uno de nosotros; que, como Joan Revent¨®s, cre¨ªan que el socialismo era tambi¨¦n un sentimiento; y que, como Jordi Sol¨¦ Tura, afirmaban que las reformas a menudo son mucho m¨¢s dif¨ªciles que las revoluciones.
Descubr¨ª el socialismo de la mano de personas que no pod¨ªan concebir la lucha por la libertad, la igualdad, la solidaridad, la dignidad de las personas y en definitiva, por una sociedad cohesionada, como una lucha desgajada de la cohesi¨®n nacional. Formaban parte todos ellos de una corriente dominante que vinculaba cohesi¨®n social y cohesi¨®n nacional; que consideraba un bien superior a preservar la integraci¨®n comunitaria y velaba por evitar las fracturas identitarias. S¨®lo con cohesi¨®n nacional era posible una verdadera cohesi¨®n social en Catalunya. Desde estos principios debemos comprender e incluso reafirmar la opci¨®n estrat¨¦gica del PSC de evitar la resurrecci¨®n del lerrouxismo y priorizar la unidad civil del pueblo de Catalunya para evitar la divisi¨®n comunitaria de la sociedad catalana y los conflictos derivados de ella.
El futuro del PSC depender¨¢, parad¨®jicamente, del grado de renovada fidelidad a su pasado, a sus or¨ªgenes. La justicia social es el objetivo; el autogobierno, su instrumento y la naci¨®n abierta, nuestra sociedad. Una coherencia con nuestro proyecto fundacional que no tiene nada de nost¨¢lgica ni de a?orada. Y para ello necesitamos un nuevo modelo de partido de amplia base, plural e integrador, radicalmente anclado en la modernidad, que haga de su praxis democr¨¢tica interna una prueba palmaria de su vocaci¨®n de servicio p¨²blico a la sociedad catalana.
El PSC est¨¢ en una triple encrucijada: interna, catalana y espa?ola. S¨®lo m¨¢s coraje y m¨¢s claridad podr¨¢n contribuir al acierto que necesitamos.
Laia Bonet es jurista y diputada socialistas en el Parlamento de Catalu?a.
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