La ocupaci¨®n de Isla de Tierra
Hasta hace pocos a?os coordin¨¦ un programa de cooperaci¨®n internacional en un barrio de Alhucemas (Marruecos). Recuerdo que la primera vez que acud¨ª a la cercana playa de Sfiha y vi las islas espa?olas que hay a unas brazadas de la costa marroqu¨ª, unos roquedos improductivos res¨ªduo de un pasado colonial, me pareci¨® un anacronismo absurdo y derrochador. La ¨²nica isla ocupada por una guarnici¨®n militar ha de abastecerse en helic¨®ptero desde Melilla, sin que exista comunicaci¨®n alguna con la cercan¨ªsima ciudad de Alhucemas.
?Ahora, cuando he conocido la ocupaci¨®n de una de ellas por decenas de inmigrantes, he vuelto a pensar en las contradicciones que en la ¨¦poca actual tienen estos resabios imperalistas. M¨¢s tarde, he sabido c¨®mo se ha ¡°solucionado¡± el problema. Con la ayuda del r¨¦gimen marroqu¨ª, se ha desalojado la isla ocupada y se ha enviado a la mayor parte de las personas que all¨ª estaban al desierto entre Marruecos y Argelia, a cientos de kil¨®metros de distancia, abandon¨¢ndolos all¨ª a su suerte. Pero no tengo duda de que volver¨¢n. Los he visto tambi¨¦n muchas veces haciendo el camino bajo un sol abrasador y escondi¨¦ndose de la polic¨ªa marroqu¨ª.
?Cu¨¢ndo entender¨¢n nuestras autoridades que este tipo de actuaciones son similares a esconder el polvo debajo de las alfombras? La avalancha humana procedente del sur se basa ¨²nicamente en la desigualdad de renta entre unos pa¨ªses y otros. Solo la progresiva nivelaci¨®n de esa brecha contribuir¨¢ a reducir el problema migratorio. Y nuestros pol¨ªticos no est¨¢n por la labor. Pan para hoy y hambre para ma?ana. En poco tiempo no habr¨¢ vallas, ni mares, ni fronteras que puedan detener a estos parias.¡ª Rafael S¨¢nchez Fern¨¢ndez Garc¨ªa.
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