Cuba, a dos velas
El apag¨®n del domingo refleja como las reformas se han quedado varadas
En medio del apag¨®n que dej¨® a oscuras el domingo a media Cuba durante casi seis horas, sigui¨® funcionando la telefon¨ªa, la fija y la m¨®vil. La red social Twitter no fall¨®, al menos mientras no se descargaron las bater¨ªas de los terminales y de los PC. Esa s¨ª fue una medida de ¨¦xito, la de la libertad de adquisici¨®n de m¨®viles, ordenadores personales y electrodom¨¦sticos, impulsada por Ra¨²l Castro a partir de marzo de 2008, aunque dirigida solo a la esfera del consumo. Pero otras reformas se han atascado. Entre ellas, la del sector energ¨¦tico, para el que el propio Fidel ide¨® una revoluci¨®n antes de enfermar y retirarse como columnista egregio de Granma.
Los apagones no son una novedad en la isla. Fueron constantes a principios de los noventa, durante el periodo especial tras la ca¨ªda de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y de su apoyo a Cuba. Hasta 16 horas al d¨ªa se quedaba La Habana sin electricidad, porque no llegaba el petr¨®leo para alimentar las centrales y generadores. En esas lleg¨® Ch¨¢vez y el petr¨®leo venezolano. Pero, claro, esa generosidad no bast¨®.
Y a principios de siglo volvieron los apagones, pues no se acometieron las inversiones imprescindibles para rehabilitar el sistema el¨¦ctrico, necesitado de una renovaci¨®n casi total. Como todo en Cuba.
El sistema el¨¦ctrico sigue prendido con alfileres oxidados, con lo que lo extra?o es que no haya m¨¢s cortes de suministro. Los nuevos generadores (en parte de fabricaci¨®n espa?ola) que introdujo el r¨¦gimen hace una decena de a?os, no resolvieron el problema, aunque ya mucha gente, desde luego todas las embajadas y centros oficiales, tiene generadores propios.
La ¨²nica explicaci¨®n que se dio, y se dio tarde, al apag¨®n del domingo es que se debi¨® a una aver¨ªa en una l¨ªnea de 220.000 voltios (a estos reg¨ªmenes les encantan siempre las cifras). Nada m¨¢s.
El Malec¨®n se llen¨® de gente que hu¨ªa del calor de sus casas y buscaba compadreo, siempre, claro, bajo la atenta mirada de la polic¨ªa que si no ve¨ªa bien, sin duda escuchaba. Como segu¨ªa, muy probablemente, los chats en red, aunque solo fuera para enterarse ellos mismos de que en Cuba se hab¨ªa ido la luz, que no el discernimiento de sus sufridas gentes.
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