Posibilidades reales
Lo que ocurre ahora en Europa est¨¢ a caballo entre un comienzo y una ¨²ltima oportunidad
Cuesta trabajo pensar que en momentos de tanta desaz¨®n social pueda vislumbrarse un atisbo de que las cosas puedan cambiar, alg¨²n rayo de luz que muestre un camino que, por duro que sea, constituya una verdadera salida a la crisis. Alg¨²n punto de referencia para abandonar el c¨²mulo de idas y venidas, de trompicones y promesas vanas que hemos sufrido durante los ¨²ltimos a?os en Europa. Algo est¨¢ cambiando en la forma de proceder de los pa¨ªses que conforman la moneda ¨²nica, resultado de una combinaci¨®n de miedo al abismo y de la confirmaci¨®n de que es preciso cooperar porque el unilateralismo que se ha practicado hasta ahora ha dejado solamente un panorama econ¨®mico y social desolador. En mi opini¨®n, y aunque sea de un modo a¨²n tenue, se vislumbran, por vez primera, posibilidades reales de cambio.
Como en tantas otras cosas en la vida, hay dos formas de cooperar en la Eurozona, bien sea por voluntad de creer que es lo m¨¢s apropiado o, alternativamente porque las circunstancias obliguen a ello. Lo que est¨¢ sucediendo tiene m¨¢s de lo segundo que de lo primero pero lo importante es que esa v¨ªa de cooperaci¨®n sea lo suficientemente firme. Cuando dos o m¨¢s partes no se ponen de acuerdo, puede resultar conveniente que se establezca alg¨²n mecanismo que las fuerce a colaborar y el juego se transforma de no cooperativo a cooperativo. Esto parece haber ocurrido con la decisi¨®n del pasado 6 de septiembre del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo, que dio dos pasos muy importantes y no exentos de riesgo pero que, hasta el momento, parecen haber funcionado. El primero es poner por delante un programa de compra de deuda que, sin poder considerarse expansi¨®n cuantitativa al m¨¢s puro estilo anglosaj¨®n, ha sido bien acogido internacionalmente por mercados y l¨ªderes ¡ªempezando por el propio Obama, quien sigue muy de cerca el devenir de Europa como una parte importante del suyo propio¡ª. El segundo paso ha consistido en establecer la condicionalidad de solicitar un rescate para poder acceder a tales facilidades. Pudiera parecer que de este modo se satisfacen las aspiraciones de Alemania y el llamado n¨²cleo duro del euro, pero lo cierto es que este segundo paso ha sido tambi¨¦n el perfecto anzuelo en el que necesariamente ten¨ªa que picar ese n¨²cleo duro. Porque la gran duda que se ha cernido siempre sobre esa eterna promesa de solidaridad financiera de los pa¨ªses del norte era hasta qu¨¦ punto era s¨®lida o era simplemente mucho palo y poca zanahoria. Ahora existe la obligaci¨®n de cooperar. No est¨¢ siendo f¨¢cil pero ahora se est¨¢ discutiendo al fin las cuestiones que se deb¨ªan estar discutiendo desde hace meses. Es el momento de las preferencias reveladas para Europa de mostrar las verdaderas voluntades dadas las opciones disponibles. Bien es cierto que a¨²n los elementos y la evidencia hacen dif¨ªcil el optimismo pero lo que est¨¢ ocurriendo ahora en Europa es algo a caballo entre un comienzo y una ¨²ltima oportunidad. Algo lo suficientemente importante para considerarlo un principio desde la perspectiva m¨¢s metaf¨ªsica y aristot¨¦lica de que el principio es tambi¨¦n la parte esencial y primera de donde provienen las cosas y la cosa que buscamos es la estabilidad como ¨²nica llave para la recuperaci¨®n econ¨®mica.
En este comienzo de la cooperaci¨®n Espa?a tiene un papel esencial, tanto como laboratorio para esa nueva forma de concebir el equilibrio entre responsabilidad y solidaridad en Europa, como para ir m¨¢s all¨¢, porque no bastar¨¢ con seguir los dictados de Bruselas. Espa?a tiene un papel determinante m¨¢s all¨¢ de su involuntario papel de prueba ¨²ltima y definitiva para la Europa de la moneda ¨²nica. Si las cosas transcurren como los mercados, las instituciones europeas e internacionales y el sentido com¨²n esperan ¡ªcon un rescate m¨¢s o menos convencional pero rescate al fin y al cabo¡ª Espa?a debe trascender m¨¢s all¨¢ de ese horizonte porque lo tr¨¢gico de todo este planteamiento es que al plan de Europa le faltan a¨²n elementos esenciales y a Espa?a le corresponde tratar de hacerlos visibles y exigibles. En particular, los programas de consolidaci¨®n fiscal tendr¨¢n que implantarse pero resultar¨ªa bastante contraproducente que esto se hiciera en plazos demasiado cortos y poco realistas, sin espacio para que los esfuerzos en materia de estabilidad financiera y para las reformas tengan un cierto margen de maniobra. No parece conveniente intercambiar, como se sugiere desde algunas instancias estos d¨ªas, menos condicionalidad por plazos m¨¢s estrictos. Se debe aceptar la condicionalidad que se crea conveniente para un pa¨ªs endeudado p¨²blica y privadamente hasta las cejas y debe hacerse con los plazos suficientemente amplios para que el desapalancamiento y el equilibrio financiero se logren por v¨ªas realistas en lugar de masoquistas. Todo ello, desde el comienzo que tiene quien escribe estas l¨ªneas de que el camino de la recuperaci¨®n econ¨®mica no puede ser r¨¢pido ni milagroso pero conviene iniciarlo cuanto antes para tener un asidero.
El problema de fondo en Espa?a es una deuda privada elevad¨ªsima
Entre tanto, Espa?a tambi¨¦n puede hacer m¨¢s y continuar su propio programa de reformas e iniciativas para la recuperaci¨®n. Esto implica la asunci¨®n, en primer lugar, de que el problema de fondo que impide la recuperaci¨®n y la creaci¨®n de empleo es una deuda privada elevad¨ªsima que lastra tanto el consumo como las posibilidades de inversi¨®n. Hay que establecer un marco de p¨¦rdidas asumibles, dentro de un entorno de correcci¨®n de los precios de los activos que poco a poco se est¨¢ produciendo.
Pero el ejemplo debe surgir desde la esfera p¨²blica. Es hora de que el Estado se plantee hasta qu¨¦ punto puede generar recursos mediante la venta de activos y otras v¨ªas similares a¨²n no consideradas. Un Estado que debe plantearse ¡ªdesde un punto de vista meramente de la eficiencia econ¨®mica y administrativa y al margen de consideraciones pol¨ªticas¡ª qu¨¦ modelo de estructura administrativa es el m¨¢s adecuado. Parece totalmente desaconsejable una mala resoluci¨®n a los problemas que, como en Catalunya, est¨¢n evidenciando que la estructura administrativa del Estado no parece ya la m¨¢s adecuada, al margen de lo que sugieran pol¨ªticamente. No sabemos cu¨¢l es una soluci¨®n econ¨®mica pol¨ªticamente aceptable para unos y para otros, pero lo que s¨ª sabemos es que la estructura actual no parece la respuesta y, por ello, habr¨¢ que buscar, tarde o temprano, con altura de miras y sin tab¨²es, un nuevo marco administrativo territorial que acomode mejor las preferencias de todos y que sea m¨¢s eficiente. No olvidemos que los ciudadanos no son ajenos a que Espa?a tiene una estructura sobrecargada y con exceso de capacidad y que saben que las posibilidades econ¨®micas reales del pa¨ªs pasan por corregir este tipo de deficiencias internas, iniciar un nuevo camino con una imagen m¨¢s saneada y establecer una renovada interlocuci¨®n con Europa.
Santiago Carb¨® Valverde es catedr¨¢tico de Econom¨ªa y Finanzas de la Bangor Business School e investigador de Funcas.
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