A tortas con los vigilantes de la moral
Una iran¨ª trata de evitar su detenci¨®n por parte de una agente de la polic¨ªa moral./. FARS
Que las chicas son guerreras ya lo dec¨ªa la canci¨®n de Coz hace tres d¨¦cadas. Pero no s¨®lo en el mundo del rock, sino tambi¨¦n bajo el velo que les imponen algunas sociedades con el pretexto de la moralidad y la religi¨®n. Me han llamado la atenci¨®n estos d¨ªas pasados de manifestaciones islamistas dos noticias sin aparente conexi¨®n, aunque, a mi parecer, muy simb¨®licas de un cambio menos ruidoso que se est¨¢ produciendo en esta parte del mundo: la revoluci¨®n silenciosa de las mujeres. Una iran¨ª y una saud¨ª han parado los pies a los vigilantes de la moral en sendos incidentes.
En el caso saud¨ª, una joven dej¨® inconsciente a un mutawa al golpearle con una piedra para evitar la detenci¨®n de una amiga, el mi¨¦rcoles de la semana pasada, nada menos que en la ciudad santa de La Meca. Los mutawa son los miembros la agencia para la Promoci¨®n de la Virtud y la Prevenci¨®n del Vicio, una especie de polic¨ªa moral.
La muchacha se hallaba dentro de un coche con un chico con el que no ten¨ªa ning¨²n parentesco cuando uno de esos puritanos les pidi¨® la documentaci¨®n. Arabia Saud¨ª impone una estricta segregaci¨®n sexual. Mujeres y hombres que no sean familiares de primer grado no pueden interactuar de forma directa. Sabedores de las consecuencias, una amiga de la chica y otros dos j¨®venes acudieron en su ayuda, con el resultado mencionado. Una patrulla de la polic¨ªa detuvo a la agresora y los tres varones, todos yemen¨ªes, pero la chica a la que los mutawa interpelaron en primer lugar logr¨® escapar.
No es la primera vez que en el reino ¨¢rabe una mujer se encara con los vigilantes de la moral. Hace algunos meses, se hizo viral un v¨ªdeo en el que la v¨ªctima grab¨® su propio incidente con unos mutawa, en un centro comercial de Riad. Los abusos de ese cuerpo ya obligaron a las autoridades a reformarlo en 2007, pero la prensa sigue recogiendo casos escabrosos que, la mayor¨ªa de las veces, tienen como v¨ªctimas a las mujeres.
La periodista iranoamericana Folnaz Esfandiari cuenta en su blog, Persian Letters, el caso de un cl¨¦rigo pateado por una mujer a la que afe¨® que el pa?uelo no le cubriera por completo el cabello. El hombre, identificado como hoyatoleslam Ali Beheshti, ha relatado a la agencia semioficial Mehr que cuando le pidi¨® ¡°educadamente que se tapara bien¡±, la interpelada le respondi¨® que cerrara los ojos. Seg¨²n el religioso, la mujer le insult¨®, le hizo caerse con un empuj¨®n y se li¨® a darle patadas.
Hay que haber vivido en Ir¨¢n para entender el hartazgo que la mujer tuvo que haber acumulado para actuar de ese modo. Los iran¨ªes son gente que mantiene mucho las formas y una reacci¨®n violenta como ¨¦sa es bastante inusual, aunque cada vez son m¨¢s las j¨®venes que plantan cara a quienes les increpan por su forma de vestir.
Cubrirse la cabeza con un pa?uelo y ocultar las formas del cuerpo con una bata amorfa no es una opci¨®n personal sino una obligaci¨®n legal que alcanza a todas las iran¨ªes y extranjeras que visitan Ir¨¢n, sean de la confesi¨®n que sean. Desde el a?o siguiente a la revoluci¨®n de 1979, esa norma se ha impuesto por la fuerza y, aunque en los a?os de Gobierno del reformista Jatam¨ª se habl¨® de una relajaci¨®n, la ley no ha cambiado.
Existe incluso una rama de la polic¨ªa que se ocupa de vigilar el ¡°buen hiyab¡± (que las mujeres se cubran como mandan los c¨¢nones) y que los chicos no lleven camisetas con ¡°s¨ªmbolos sat¨¢nicos¡± (l¨¦ase, de grupos rock o heavy metal) ni se corten el pelo a lo punki. Pero son sobre todo las mujeres quienes concentran la preocupaci¨®n y los esfuerzos de las autoridades de la Rep¨²blica Isl¨¢mica. As¨ª que cada verano lanzan campa?as en las principales ciudades del pa¨ªs para asegurarse de que el calor no afloja las voluntades.
Aunque como relata Esfandiari, el hiyab se presenta como una ¡°protecci¨®n¡± para las mujeres frente a los peligros de la sociedad, muchas mujeres no s¨®lo cuestionan esa imposici¨®n sino que la sienten como un insulto, una limitaci¨®n a su libertad y un intento de mantenerlas bajo control. Para quien tenga inter¨¦s, este relato desmonta la teor¨ªa de la protecci¨®n (y est¨¢ escrito por un hombre que ha vivido lo que sufr¨ªa su hermana obligada a taparse para evitar la lascivia masculina).
Significativamente, el incidente que denuncia el cl¨¦rigo no se produjo ni en Teher¨¢n ni en ninguna de las grandes ciudades, donde en teor¨ªa las mujeres est¨¢n m¨¢s expuestas a la (perniciosa) influencia occidental, sino en Shamirzad, una localidad de 5.000 habitantes en la provincia de Semnan, al este de la capital iran¨ª. Adem¨¢s, la propia agencia Mehr se?ala que no es el primer caso y cita otros tres religiosos que han sido golpeados ¡°cumplir con su deber¡±. Seg¨²n la agencia, aunque Beheshti no ha presentado denuncia, el fiscal est¨¢ investigando de oficio.
En YouTube tambi¨¦n hay algunos ejemplos. Pero si se teclea "Iran + hijab", la mayor¨ªa de los resultados son de mujeres maltratadas y golpeadas por la polic¨ªa por culpa de un mech¨®n de pelo al aire o una bata demasiado corta o demasiado ajustada. En estos casos nadie investiga la humillaci¨®n a que son sometidas. Se lo merecen por descocadas.
Resulta triste que las mujeres tengan que recurrir a la violencia para defenderse de estos abusos en sus pa¨ªses. Sin embargo, me parece relevante que intenten poner freno a quienes limitan su libertad y pretenden convertirlas en eternas menores de edad sin derecho a decidir por s¨ª mismas c¨®mo vestirse, con qui¨¦n relacionarse o c¨®mo comportarse en p¨²blico. M¨¢s all¨¢ de estas an¨¦cdotas, tanto en Ir¨¢n como en Arabia Saud¨ª y otros pa¨ªses de la zona, las mujeres est¨¢n cada d¨ªa mejor formadas y preparadas profesionalmente. Por muchos velos que les impongan, va a ser dif¨ªcil mantenerlas relegadas para siempre.
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