Esther Madudu, un ejemplo de matrona africana
Hace poco tiempo recib¨ªamos la noticia de que el n¨²mero de muertes de ni?os y ni?as menores de cinco a?os ha disminuido enormemente en los ¨²ltimos 20 a?os: de 12 millones que mor¨ªan en 1990 a los 7 de 2011; lo que representa un descenso del 41%. As¨ª lo ha hecho saber UNICEF en el informe titulado "El compromiso con la supervivencia infantil: una promesa renovada". Esta reducci¨®n se atribuye, en parte, a los programas de ayuda al desarrollo que ha estado bien dirigidos, entre los que destacan los de inmunizaci¨®n y educaci¨®n sanitaria, campos en los que UNICEF ha invertido grandemente en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Tambi¨¦n se reconoce que el crecimiento econ¨®mico y un mayor est¨¢ndar de vida han ayudado a reducir las muertes.
A pesar de la mejora, ?frica sigue concentrando el mayor n¨²mero de casos; junto a Asia meridional sumar¨ªa el 80% de las muertes de menores de cinco a?os que se producen desde 2011. Como promedio, 1 de cada 9 ni?os de ?frica subsahariana muere antes de cumplir los 5 a?os. Por eso hay que seguir sumando esfuerzos y no cejar en la batalla contra la mortalidad infantil.
Desde 1990, tambi¨¦n la mortalidad materna ha disminuido en un 47%. Igual que sucede en el caso de la mortalidad infantil, es en ?frica subsahariana donde se concentran el mayor n¨²mero de muertes, con una media de 500 por cada 100.000 nacimientos. Todo esto lo cont¨¢bamos con m¨¢s detalle hace algunos meses cuando hablamos de la campa?a Stand Up for African Mothers promovida por la organizaci¨®n AMREF (Fundaci¨®n africana para la medicina y la investigaci¨®n), para disminuir la mortalidad materna y la infantil. Entre sus objetivos tiene el de formar a 15.000 matronas africanas antes de 2015 y equipar m¨¢s centros de salud.
Una de las propuestas que me parecen m¨¢s interesantes de esta campa?a es la de proponer a una matrona africana, Esther Madudu, como candidata al Premio Nobel de la Paz 2015, como s¨ªmbolo de la lucha de las matronas africanas por la vida de las madres.
Esther Madudu en el centro de salud donde trabaja en Uganda.
Hoy me he acordado de esta mujer que tuve la oportunidad de conocer el pasado mes de junio y que me dej¨® impresionado por la fuerza que irradia. Es una persona optimista, que nunca pierde la sonrisa y que sue?a con crear un sistema que salve a m¨¢s madres y ni?os, en su pa¨ªs, Uganda, y en el resto del continente africano.
En su ¨²ltima visita a Espa?a, no dejaba de contar, una y otra vez, que llegaba de Par¨ªs donde hab¨ªa visitado una maternidad. Estaba impresionada por la cantidad de maquinas y material, por el n¨²mero de enfermeras y comadronas y, sobre todo, porque hubiera 10 m¨¦dicos trabajando all¨ª.
Un m¨¦dico en ?frica es un lujo, sobre todo en las zonas rurales. En el centro de salud donde trabaja Esther ella es el ¨²nico personal sanitario de la zona, no tiene casi equipamiento, est¨¢n la mayor¨ªa del tiempo sin luz y para conseguir medicinas y provisiones tiene que viajar ella misma una larga distancia para recogerlas.
Ella sola tiene que atender a las madres embarazadas que vienen a la consulta, asistirlas en los partos, hacer los test de VIH/SIDA, llevar adelante el programa de salud reproductiva para adolescentes, encargarse de las vacunas¡, incluso tiene que caminar todos los d¨ªas para conseguir el agua que necesita en su ambulatorio. Adem¨¢s, ella no hace turnos porque no tiene quien la sustituya, ella est¨¢ de servicio 24 horas al d¨ªa.
Por eso, a Esther, en el hospital de Par¨ªs, le parec¨ªa estar en el cielo: ¡°todo tan limpio, todo el personal con sus uniformes, todo tan bonito¡±.
Me dice: ¡°t¨² sabes que en ?frica no es as¨ª¡±. La limpieza es un problema, las mujeres llegan al centro de salud cansadas despu¨¦s de caminar durante horas. ¡°Ellas son las que m¨¢s sufren¡±.
Es entonces cuando arranca a hablar de las mujeres africanas: ¡°son la mayor fuente de ingresos de una familia, ellas cuidan de que nada les falte, de alimentar a los hijos, de que vayan al colegio...¡± Comenta Esther que lo que caracteriza a la mujer africana es el caminar: ¡°caminan para conseguir agua, para buscar le?a, para llevar a los ni?os al colegio, para trabajar en los campos, para ir al centro de salud, para dar a luz¡±.
Esto ¨²ltimo es uno de los aspectos que m¨¢s le preocupan a Esther. Me cuenta que en su zona algunas mujeres tienen que caminar hasta 8 kil¨®metros para ir a dar a luz. No tienen una ambulancia que pueda transportarlas. M¨¢s de una vez, ella misma ha tenido que coger su bicicleta y salir corriendo ante el aviso de que una mujer que caminaba hacia el ambulatorio no hab¨ªa podido llegar y estaba pariendo en mitad del camino.
Le pregunto por los hombres africanos y no titubea en su respuesta: ¡°African men have problem¡±. Los hombres africanos tienen problema. ¡°Yo he visto a alguno de ellos golpear a su mujer embarazada hasta matarla, solo porque la comida que hab¨ªa cocinado no era de su agrado¡±. Asegura que los problemas de g¨¦nero tambi¨¦n influyen en las tasas de mortalidad.
Me da otro ejemplo sobre los hombres: comenta que en ?frica hay m¨¢s de un mill¨®n de ni?os y ni?as hu¨¦rfanos porque las madres, que eran las que los cuidaban, han muerto y los padres no se quieren ocupar de ellos porque cuidar de los hijos es un trabajo de mujeres.
Esther Madudu con un grupo de madres.
Le pregunto sobre ella y me dice que lo que m¨¢s le duele es no poder dedicar m¨¢s tiempo a sus dos hijos, su trabajo no se lo permite y me recuerda que tiene que estar 24 de servicio. Menos mal que tiene a su madre que le ayuda en esta tarea, me dice. Luego me comenta que perdi¨® a su marido porque este le exig¨ªa que cuidase de ¨¦l. Le pregunt¨® un d¨ªa ¡°?quieres estar conmigo o con tus pacientes?¡±. Ella eligi¨® a los pacientes y ¨¦l se fue, desde entonces no ha vuelto a saber nada de ¨¦l.
Sus pacientes son su vida, sobre todo las mujeres embarazadas. Cada mes ve una media de 50, pero lo que le preocupa es que hay muchas m¨¢s que no tienen la posibilidad de acudir a un centro de salud como el suyo. Llevan adelante sus embarazos sin ninguna supervisi¨®n y dan a luz en sus aldeas, asistidas por parteras tradicionales, y, as¨ª, muchas de ellas mueren.
Por eso, Esther Madudu se ha tomado tan en serio el reto de formar a 15.000 nuevas comadronas, para que se pueda llegar a muchas m¨¢s mujeres.
Me asegura que sue?a con un futuro en el que ninguna mujer pierda la vida dando vida.
Creo que por eso vale la pena apoyar esta campa?a y firmar para que Esther Madudu sea candidata al Premio Nobel de la Paz 2015, como medio para concienciar sobre el trabajo de estas mujeres y su valent¨ªa. Si quieres puedes firmar AQU?.
Todas las fotos AMREF/Sven Torfin
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