La religi¨®n como pretexto
La prohibici¨®n de la circuncisi¨®n en Alemania condena un rito jud¨ªo y una tradici¨®n musulmana
Haciendo surf sobre una crisis econ¨®mica mundial grave, sin relaci¨®n directa con ella sino como tel¨®n de fondo, dos hechos inesperados han llegado para complicar m¨¢s la vida de los ciudadanos y las relaciones diplom¨¢ticas. Por una parte La inocencia del islam, tr¨¢iler de una pel¨ªcula inexistente de origen ultracristiano copto-cat¨®lico y difundido por YouTube, tuvo un efecto incendiario con los musulmanes m¨¢s fan¨¢ticos: un v¨ªdeo obsceno que degrada la imagen de Mahoma. Y, como a?adidura, las caricaturas indecentes de Charlie Hebdo,las cuales, en nombre de la libertad de expresi¨®n, no hacen sino provocar lo que ya sabemos: invocando ¡°la blasfemia¡±, el islam es al¨¦rgico a toda cr¨ªtica.
Por otra parte, con una simetr¨ªa y en una coincidencia a no dar cr¨¦dito, llega el juicio del tribunal de gran instancia de Colonia (Alemania), que considera la circuncisi¨®n como un delito penal, condenando as¨ª, en nombre de la ley, un rito multimilenario vigente para los jud¨ªos y, desde un poco m¨¢s tarde, para los musulmanes. Las reacciones de ambos bandos han sido y ser¨¢n diferentes, pero no menos graves.
Estados Unidos estuvo en primera l¨ªnea en la liberaci¨®n de Libia. Y sin embargo, es all¨ª donde tuvo lugar el primer atentado y asesinato de un embajador ¨¢rabe-hablante y principal sost¨¦n de la insurrecci¨®n libia. Seguir¨ªan manifestaciones violentas en L¨ªbano, Egipto, Sud¨¢n, Bangladesh, Pakist¨¢n, Australia, Indonesia, T¨²nez ¡ªtodas ¡°en defensa del honor del profeta¡±¡ª. En todas partes, los Gobiernos intentan apagar el incendio. ?Es concebible que un v¨ªdeo ¡°nauseabundo¡± (seg¨²n Hillary Clinton) baste para provocar levantamientos asesinos? ?O sirve de instrumento, de palanca, para movilizar a los musulmanes moderados y empujarlos hacia el radicalismo sun¨ª o salafista? Desde la primavera islamista, las cosas se juegan en esa mesa: ?qui¨¦n, entre los musulmanes democr¨¢ticos ¡ªque separen las esferas privadas y p¨²blicas¡ª y los extremistas ¡ªpara quienes el islam comanda en todas circunstancias¡ª, ganar¨¢ la partida?
El otro caso de provocaci¨®n es la prohibici¨®n de la circuncisi¨®n ¡ªimposible no asociarla al primer caso mencionado, aunque solo fuera por la coincidencia temporal¡ª. Seg¨²n los argumentos perentorios del tribunal, la circuncisi¨®n es un delito penal porque modifica el cuerpo de manera ¡°duradera e irreparable¡± y atenta as¨ª contra el ¡°derecho de un ni?o a su integridad f¨ªsica, que prima sobre del derecho de los padres¡±. ?Se trata, como sostiene el jurista Reinhard Merkel, miembro del Comit¨¦ de ?tica, ¡°una herida intencional¡± injustificable ante la ley alemana? Su blanco no ser¨ªa la educaci¨®n religiosa, sino que manifestar¨ªa el desprecio del derecho fundamental a la integridad corporal. Por no haber sido recurrido en casaci¨®n, este juicio es definitivo y se aplica a Alemania entera. Si el asunto no es del todo nuevo desde la publicaci¨®n del ensayo de la soci¨®loga turco-alemana Necla Kelek Alegato por la liberaci¨®n del hombre musulm¨¢n que inspir¨® los jueces, resulta preocupante a partir del momento en que, seg¨²n los sondeos, el 56% de los alemanes aprueba el juicio de Colonia, lo que no puede sino suscitar la preocupaci¨®n de la poblaci¨®n jud¨ªa, que no olvida que Hitler y sus secuaces mataron a 1,5 millones de ni?os jud¨ªos.
Podr¨ªamos esperar un cierto respeto por parte de las autoridades
Hay alrededor de 105.000 jud¨ªos alemanes que se sienten nuevamente acosados y discriminados. Practicada al octavo d¨ªa del nacimiento de los hijos de madres jud¨ªas, la circuncisi¨®n recuerda la alianza entre Dios y Abraham. Para los musulmanes, contrariamente a la creencia popular, la circuncisi¨®n no es obligatoria y no figura claramente en el Cor¨¢n. Se tratar¨ªa de una tradici¨®n preisl¨¢mica mezclada con consideraciones de higiene para celebrar el ingreso de los creyentes en la comunidad. Tanto para unos como otros, la circuncisi¨®n es una pr¨¢ctica no negociable.
Para Dieter Graumann, presidente del Consejo Central de jud¨ªos alemanes, ¡°prohibir la circuncisi¨®n en Alemania ser¨ªa ilegalizar fr¨ªamente a los jud¨ªos alemanes¡±. El expresidente de dicho Consejo se pregunta seriamente ¡°si este pa¨ªs a¨²n nos quiere¡±, y se asombra del n¨²mero de reacciones de doctores y juristas que sugieren que los jud¨ªos y los musulmanes quieren mutilar y traumatizar a sus hijos. Y sin embargo, mientras la canciller Merkel expresa su desacuerdo hablando de ¡°un pa¨ªs de t¨ªteres¡±, las asociaciones de m¨¦dicos ya han recomendado a sus socios que cesen toda circuncisi¨®n ¡°en nombre del bien del ni?o, sin esperar la decisi¨®n del Comit¨¦ de ?tica¡±, y varios hospitales han suprimido ya esta pr¨¢ctica.
En Francia, donde seg¨²n el Consejo de Estado ¡°esta pr¨¢ctica religiosa, desprovista de todo fundamento legal, est¨¢ pese a todo admitida¡±, los rabinos recuerdan ¡°que se trata ante todo de un acto identitario independiente del grado de pr¨¢ctica religiosa¡±. Y que ¡°los nazis bajaban los pantalones de los ni?os para constatar si estaban circuncisos¡±.
?Ser¨ªa la religi¨®n, agitada hoy m¨¢s que ayer por los intolerantes, los extremistas y los fundamentalistas reaccionarios de todas las confesiones, el chivo expiatorio actual que cristalizara todas las frustraciones de nuestras sociedades mutantes? Est¨¢ claro que en cualquier sociedad medianamente civilizada la religi¨®n no deber¨ªa entrometerse en la vida privada de los ciudadanos. Pero podr¨ªamos esperar un cierto respeto por parte de las autoridades civiles p¨²blicas y privadas.
Nicole Muchnik es periodista y escritora.
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