Gigantomaquia nacional
Mas ha convocado las elecciones en Catalu?a. Si Convergencia ha apostado por la independencia,la responsabilidad que ha asumido le exige hablar a los ciudadanos pol¨ªticamente, no metaf¨®ricamente
La confirmaci¨®n de que el presidente de la Generalitat, Artur Mas, convocar¨¢ anticipadamente las elecciones auton¨®micas constituye la ¨²nica noticia pol¨ªtica, estrictamente pol¨ªtica, sobre Catalu?a durante las ¨²ltimas semanas. El resto, en Catalu?a y fuera de Catalu?a, han sido tufaradas de noventayochismo atizadas a partir del hecho de que numerosos, numeros¨ªsimos catalanes ejercieron el pasado 11 de septiembre uno de los derechos garantizados por la Constituci¨®n de 1978: el derecho de manifestaci¨®n. Los autores del 98 consagraron un malentendido que se prolonga hasta la fecha. Establecieron, de una vez y para siempre, que Espa?a estaba en los toros el mismo d¨ªa de la derrota en Cuba y Filipinas. En realidad, en los toros solo estar¨ªan los aficionados, y no todos. ?nicamente los que consiguieran entrada y completaran el aforo de los tendidos.
Si sostener que el d¨ªa de la derrota en Cuba y Filipinas Espa?a estaba en los toros hubiera sido nada m¨¢s que una descomunal exageraci¨®n, el malentendido que consagraron los autores del 98 no se habr¨ªa prolongado hasta la fecha. El problema es que, adem¨¢s de una exageraci¨®n, aquella frase se convirti¨® en el banderazo de salida a una desquiciada carrera de met¨¢foras sobre el ser de Espa?a y las causas de su retraso. Cualquier cosa se pod¨ªa decir y cualquier cosa se dijo, en una interminable glosa l¨ªrica de la realidad que, al final, destilaba un solo mensaje: la situaci¨®n de Espa?a no era resultado de una pol¨ªtica, sino de un destino. Por ser la m¨¢s cat¨®lica entre las naciones, Espa?a habr¨ªa sido recompensada en el siglo XV con un Imperio. Por seguir si¨¦ndolo en 1898, deb¨ªa pagar con el desd¨¦n internacional a una pobreza que, sin duda, era pobreza, pero de la m¨¢s ins¨®lita de sus especies: una pobreza santa. En lugar de combatirla lo que hab¨ªa que hacer era celebrarla, asumirla como el extra?o privilegio con el que Dios distingu¨ªa a la m¨¢s fiel de sus hijas por empe?arse, se dec¨ªa, en seguir siendo lo que hab¨ªa sido.
El programa con el que Convergencia lleg¨® a la Generalitat no es el mismo que alienta ahora en la calle
Met¨¢foras, met¨¢foras y m¨¢s met¨¢foras fueron invadi¨¦ndolo todo, desde los ensayos hist¨®ricos a los discursos parlamentarios, desde las odas patri¨®ticas a los titulares de prensa, terminando por disfrazar la realidad como una gigantomaquia en la que un singular protagonista, la naci¨®n espa?ola, atravesaba los diversos estadios de la vida hasta llegar a la vejez y la decadencia. Si otros gigantes, si otras naciones la ofend¨ªan era porque el mundo hab¨ªa dejado de respetar lo m¨¢s sagrado, gui¨¢ndose por las ciencias experimentales y no por la teolog¨ªa, y prefiriendo, en expresi¨®n de Unamuno, las m¨¢quinas de coser y los tel¨¦fonos al fervor cat¨®lico que brotaba de cualquier territorio en el que un espa?ol posara los pies. En esta extravagante gigantomaquia nacional, cu¨¢ntas alusiones a rumbos, surcos, estelas, caminos (la met¨¢fora del tren no gozaba a¨²n de su actual prestigio); cu¨¢ntas invocaciones a horizontes radiantes, voluntades de ser, heroicas resistencias y destinos propios. Hasta llegar a 1921, fecha en la que Ortega, con Espa?a invertebrada, lleva a cabo una truculenta revoluci¨®n para dejar las cosas en el mismo sitio dando la impresi¨®n de que todo hab¨ªa cambiado. Porque, no es que Ortega pusiera fin al aluvi¨®n de met¨¢foras de la gigantomaquia nacional, sino que cre¨® otras nuevas mediante el ingenioso procedimiento de sustituir el registro l¨ªrico de las anteriores por un registro cient¨ªfico.
En Espa?a invertebrada, la ley de gravitaci¨®n universal se transformaba en ley de gravitaci¨®n espiritual, entendida como el fen¨®meno por el cual ¡°un ejemplar¡± es seguido por ¡°sus d¨®ciles¡±. Y el teorema de Arqu¨ªmedes dejaba de aplicarse solo a los s¨®lidos sumergidos en un l¨ªquido y se extend¨ªa, adem¨¢s, a los grupos humanos, que se sit¨²an mansa y naturalmente, asegura Ortega, en el nivel social que les corresponde gracias a una misteriosa caracter¨ªstica denominada ¡°densidad vital¡±. Detr¨¢s de la afirmaci¨®n de que entre Espa?a y Catalu?a solo es posible la ¡°conllevancia¡±, realizada durante el debate del Estatuto en 1931, se encuentra todo el andamiaje de la met¨¢fora cient¨ªfica con la que Ortega sustituy¨® a partir de Espa?a invertebrada la anterior met¨¢fora l¨ªrica empleada en la gigantomaquia nacional. En esa obra, tan profusa como parcialmente citada, hay adem¨¢s otras afirmaciones, como la comparaci¨®n de la pol¨ªtica de Castilla a la de Cecil Rhodes, fundador de la Rhodesia del apartheid, el elogio de la guerra como est¨ªmulo de la naci¨®n semejante al de los virus, o la reclamaci¨®n de ¡°purificaci¨®n y mejoramiento ¨¦tnicos¡± como remedio m¨¢s eficaz que las ¡°mejoras pol¨ªticas¡± para producir un ¡°afinamiento de la raza¡±.
Advertidos contra la gigantomaquia nacional y contra sus met¨¢foras, que el franquismo persigui¨® traducir en asfixiantes realidades, los no nacionalistas entendieron que el punto de encuentro con los nacionalistas de cualquier naci¨®n era un entramado institucional libremente pactado cuyas reglas comprometieran a todos. A m¨¢s met¨¢foras nacionalistas, a m¨¢s invocaciones a desafecciones y fatigas predicadas de los protagonistas de la gigantomaquia nacional, la respuesta solo pod¨ªa ser instituciones m¨¢s incluyentes, instituciones m¨¢s respetadas, instituciones m¨¢s democr¨¢ticas. Pero los Gobiernos de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar decidieron que las instituciones no eran suficiente, que hab¨ªa que sacar al ruedo de la gigantomaquia nacional a la naci¨®n espa?ola y echarla a re?ir con las otras naciones, y sembraron el pa¨ªs de enf¨¢ticas banderas y promulgaron decretos para fijar la historia. Llegaron los Gobiernos de Rodr¨ªguez Zapatero, y su respuesta consisti¨® en desmantelar el entramado institucional que los no nacionalistas defend¨ªan como el punto de encuentro con los nacionalistas, abriendo un atropellado proceso de reformas estatutarias que al final solo alumbraron unas instituciones menos incluyentes, menos respetadas y, seguramente, menos democr¨¢ticas.
Una cosa es segura: esta crisis no es el resultado de un destino, sino de una pol¨ªtica
Catalu?a no estaba en la calle el 11 de septiembre, como tampoco Espa?a estaba en los toros cuando la derrota de Cuba y Filipinas. Pero, al igual que en 1898, el hecho de que muchos, much¨ªsimos catalanes ejercieran el derecho de manifestaci¨®n que garantiza la Constituci¨®n de 1978 se ha convertido en el banderazo de salida a una desquiciada carrera de met¨¢foras, esta vez sobre el ser de Catalu?a, aunque es de prever que pronto le seguir¨¢n las del ser de Espa?a. La ¨²nica noticia pol¨ªtica, estrictamente pol¨ªtica, en esta nueva tufarada de la gigantomaquia nacional es que el presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha convocado anticipadamente las elecciones auton¨®micas. Es lo correcto, no porque esas elecciones vayan a sustituir a un refer¨¦ndum; es lo correcto porque la manifestaci¨®n del 11 de septiembre interpelaba en primera instancia al Gobierno de Convergencia, y el Gobierno de Convergencia no le ha dado traducci¨®n institucional salvo el recurso a las met¨¢foras. El programa con el que Convergencia lleg¨® a la Generalitat no es el mismo que alienta ahora en la calle, aunque asegure que se limita a escucharlo desde los despachos. Quiz¨¢ el programa que alienta ahora en la calle sea el que prefieran mayoritariamente en las urnas los catalanes. Pero quiz¨¢ no lo prefieran. Y mientras el Gobierno de Convergencia no resuelva esa inc¨®gnita no est¨¢ en condiciones de exigir al resto de los partidos que la resuelvan, empuj¨¢ndolos a polemizar sobre si hay que reformar la Constituci¨®n en un sentido federal o hay que mantenerla como est¨¢.
En cualquier caso, una cosa es segura: esta crisis no es el resultado de un destino, sino de una pol¨ªtica. Ninguna naci¨®n, con o sin gigantomaquia, nos ha arrastrado hasta aqu¨ª porque hasta aqu¨ª solo nos ha arrastrado una confrontaci¨®n de programas en la que unos llevan la delantera y otros pierden posiciones. Si Convergencia ha apostado por la independencia y desea convertir esa apuesta en el eje principal de su programa, la responsabilidad que ha asumido le exige hablar a los ciudadanos pol¨ªticamente, no metaf¨®ricamente. Le exige abandonar las alusiones sentimentales a rumbos, surcos, estelas y caminos, y exponer razonadamente sus puntos de vista sobre fronteras, aduanas, cuotas y visados; le exige poner fin a las invocaciones l¨ªricas a horizontes radiantes, voluntades de ser, heroicas resistencias y destinos propios, y explicar c¨®mo conjugar¨¢ las libertades individuales y las exigencias de la construcci¨®n nacional. Puede que el tiempo de los no nacionalistas que defendieron unas instituciones hoy definitivamente maltrechas haya quedado atr¨¢s. Si fuera as¨ª, lo ¨²nico que les resta es dejar testimonio para quienes vengan despu¨¦s de que tambi¨¦n esta vez todo pudo ser de otra manera.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Artur Mas
- Independentismo
- Elecciones anticipadas
- Elecciones catalanas 2012
- Nacionalismo
- Elecciones Catalanas
- CiU
- Convocatoria elecciones
- Autodeterminaci¨®n
- Elecciones auton¨®micas
- Calendario electoral
- Conflictos pol¨ªticos
- Partidos pol¨ªticos
- Elecciones
- Ideolog¨ªas
- Pol¨ªtica
- Catalu?a
- Espa?a
- La cuesti¨®n catalana