?Es culpa de los pol¨ªticos?
Habr¨ªa que revisar el papel que juegan otros colectivos como, por ejemplo, la ¨¦lite econ¨®mica
Desde hace un tiempo, muchas personas han decidido que los pol¨ªticos son un gran problema en nuestro pa¨ªs. Las manifestaciones frente al Congreso de los diputados son un reflejo de esta realidad. Fen¨®menos como el 15-M o el 25-S no se pueden entender sin la crisis pol¨ªtica y de representaci¨®n que vivimos.
Adem¨¢s, los datos demosc¨®pico refuerzan esta creencia. Desde finales de 2009, un porcentaje muy elevado de ciudadanos sit¨²an en las encuestas del CIS a la clase pol¨ªtica como el tercer gran problema de Espa?a. El ¨²ltimo bar¨®metro de septiembre lo vuelve a reflejar: casi un 27% de los entrevistados declaran que la clase pol¨ªtica es su principal preocupaci¨®n, la cifra m¨¢s elevada de toda la democracia.
Es cierto que este estado de opini¨®n no es la primera vez que se produce. En los a?os 1995 y 1996, el n¨²mero de individuos que ve¨ªa a los pol¨ªticos como un problema tambi¨¦n era muy elevado, situ¨¢ndose como la segunda preocupaci¨®n de los espa?oles en septiembre de 1995. Al igual que entonces, la combinaci¨®n de una crisis econ¨®mica con casos de corrupci¨®n est¨¢ resultando letal para nuestro sistema pol¨ªtico.
Pero hay algo que nos diferencia de los a?os 90. En la actualidad, algunos expertos se han unido al coro de voces ciudadanas que sit¨²an a la clase pol¨ªtica como la responsable de todo los males que nos suceden. El pasado 10 de septiembre, en las p¨¢ginas de este peri¨®dico, C¨¦sar Molinas nos presentaba una teor¨ªa general de la clase pol¨ªtica. Cogiendo parcialmente los argumentos de Acemoglu y Robinson, para este economista gran parte de nuestros problemas se reducen a una ¡°¨¦lite extractiva¡± que es incapaz de asumir su parte de responsabilidad en la crisis, puesto que ello le alejar¨ªa de su principal inter¨¦s: hacerse con la renta de los espa?oles. Esta ¨¦lite son los pol¨ªticos y s¨®lo un nuevo sistema electoral, de car¨¢cter mayoritario, nos prevendr¨ªan de este problema.
Que algunos expertos hayan comenzado a pensar as¨ª es preocupante por diferentes razones. Por un lado, revela una falta de profundidad en sus an¨¢lisis. Aunque quiz¨¢s este comportamiento no sea inocente y lo que est¨¢n haciendo es evadir su parte de responsabilidad en la crisis. Por otro, las consecuencias para nuestras democracias pueden ser m¨¢s que preocupantes. Vayamos por partes
La combinaci¨®n de una crisis con casos de corrupci¨®n est¨¢ resultando letal para el sistema
?Es la clase pol¨ªtica la ¨²nica responsable? ?Nadie m¨¢s tiene responsabilidades en esta crisis? Intentar explicar cualquier fen¨®meno social, econ¨®mico o pol¨ªtico por un ¨²nico factor es algo m¨¢s que una ingenuidad. Casi todo lo que sucede en estos ¨¢mbitos no deja de ser la combinaci¨®n de muchos elementos, que puestos en conjunto, nos ayudan a entender por qu¨¦ las cosas suceden. Seguramente, en la crisis econ¨®mica no s¨®lo han influido un conjunto de decisiones pol¨ªticas equivocadas. Tambi¨¦n tienen su parte de responsabilidad los empresarios que se beneficiaron de las distintas burbujas o los economistas que, con sus recomendaciones, nos empujaban a desregular los mercados, hablaban del fin de los ciclos econ¨®micos o invitaban a la gente a invertir en productos financieros que hasta ellos mismos desconoc¨ªan en su funcionamiento.
Como acertadamente se?ala Molinas, una parte del problema est¨¢ en ¡°no tener un diagn¨®stico razonable de la crisis¡±. Pero, de nuevo, ?s¨®lo los pol¨ªticos deben decirnos por qu¨¦ suceden las cosas y c¨®mo podemos resolver nuestros problemas? Seguramente, son muchos los colectivos que se muestran incapaces de hacer un an¨¢lisis certero de la situaci¨®n actual. Adem¨¢s, si un papel cumplen los expertos en la sociedad es la de utilizar su cualificaci¨®n t¨¦cnica en generar an¨¢lisis y opiniones mucho m¨¢s formadas que las del conjunto de los ciudadanos. En cambio, muchos de estos expertos han optado por poner en el punto de mira a la clase pol¨ªtica. Esto me lleva a pensar que quiz¨¢s los pol¨ªticos no son los ¨²nicos que tienen la tentaci¨®n de evadir su responsabilidad en esta crisis.
?Por qu¨¦ una persona tan formada va a actuar de esta manera? Algunos de estos expertos antes frecuentaban agencias de calificaci¨®n y consultoras, actores muy relevantes para explicar el colapso del sistema financiero. Adem¨¢s, puesto que tampoco parecen haber revisado parte de las teor¨ªas econ¨®micas que nos han conducido a la crisis econ¨®mica actual, siguen empe?ados en argumentos err¨®neos. Por ello, cuando se adoptan las medidas que proponen y no funcionan, acaban concluyendo que el gobernante de turno ha sido muy blando y no ha aplicado su recomendaci¨®n con la profundidad que se merece. Usando un s¨ªmil cinematogr¨¢fico, como dec¨ªa Groucho en la genial pel¨ªcula de Los hermanos Marx van al oeste, ¡°es la guerra, traed madera, traed madera¡±. Y as¨ª hasta desmontar el tren. Es decir, y as¨ª hasta que la austeridad acabe con nuestras econom¨ªas.
Seguir culpando a los pol¨ªticos de todos nuestros males tiene horribles consecuencias. Si se contin¨²a por esta senda, se va a producir una profunda deslegitimaci¨®n de las democracias, algo que se a?adir¨ªa a algunos procesos tambi¨¦n preocupantes. En los ¨²ltimos a?os, nuestros sistemas pol¨ªticos han perdido mucho de su poder representativo. Ya sea por el surgimiento de instituciones de escaso origen democr¨¢tico pero con un gran poder (por ejemplo, los bancos centrales independientes) como por la creciente apertura econ¨®mica que est¨¢ reduciendo la capacidad de maniobra de los gobiernos, los ciudadanos estamos perdiendo parte de nuestra capacidad de influencia sobre las decisiones pol¨ªticas. Si a esto le a?adimos el constante descr¨¦dito de los pol¨ªticos, agrandamos las heridas por las que est¨¢n sangrando nuestras democracias.
Adem¨¢s, un caldo de cultivo de estas caracter¨ªsticas est¨¢ generando las condiciones adecuadas para que surjan populismos de todo pelaje, desde los que proponen robar los carros de supermercado, hasta los que pueden derivar en opciones de car¨¢cter m¨¢s autoritario. Si los pol¨ªticos son el problema, ?cu¨¢l es la soluci¨®n? Pensar que con un nuevo sistema electoral lo cambiaremos todo, revela un gran desconocimiento de c¨®mo funcionan los sistemas electorales y de lo que sucede en otras democracias.
En definitiva, son muchos los que nos han empujado a la situaci¨®n econ¨®mica que estamos viviendo y, seguramente, tambi¨¦n habr¨ªa que revisar el papel que juegan otros colectivos como, por ejemplo, la ¨¦lite econ¨®mica. Pensar que los pol¨ªticos son los ¨²nicos culpables de la actual situaci¨®n, no s¨®lo no es acertado, sino que revela la falta de asunci¨®n de responsabilidades por parte del resto de protagonistas de la crisis, conduciendo a nuestras democracias a un callej¨®n sin salida. Esto no quita que los partidos deban revisar su funcionamiento interno y reflexionar sobre c¨®mo seleccionan a sus dirigentes. Que los ciudadanos vayan a manifestarse frente a las instituciones representativas no es casualidad. Pero tambi¨¦n nos deber¨ªamos preguntar por qu¨¦ muchas personas de enorme val¨ªa tienen escasa vocaci¨®n pol¨ªtica. Si seguimos desprestigiando a la clase pol¨ªtica, ser¨¢ muy dif¨ªcil convencer a muchas personas para que dediquen una parte de su vida a la gesti¨®n de lo p¨²blico.
Ignacio Urquizu es profesor de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid. Autor del libro La crisis de la socialdemocracia: ?Qu¨¦ crisis? (Catarata)
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