D¨ªez se gana en silencio la Casa de Alba
Alfonso D¨ªez lleg¨® a la vida de la duquesa con todos los hijos de ella en contra Hasta que do?a Cayetana puso orden, reparti¨® su herencia en vida y ¨¦l rechaz¨® el t¨ªtulo Al a?o de su boda, el exfuncionario se revela como una fuerza estabilizadora en la familia
?l, de gestionar arreglillos en su mesa del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) y evadirse obsesivamente con el cine, ha pasado a fotografiarse con Tom Cruise y que le ofrezcan hacer cr¨ªtica de pel¨ªculas en la prensa. Ella, de la silla de ruedas y la voz de pajarillo herido y susurrante quej¨¢ndose de que sus hijos no la entienden ni la hacen caso, ha pasado a echarse un baile flamenco memorable en la alfombra que la llev¨® al altar y ba?arse en las Baleares con biquini. Los dos disfrutan sin lugar a dudas de una mejor vida. Juntos.
Alfonso D¨ªez, de ser ese presunto cazadotes ante el que unos hijos aterrados por el curr¨ªculo amoroso de su madre ¨Ctan temperamental, impulsiva y torrencial como una estrella de Hollywood y con tres matrimonios a la espalda¨C ha pasado a ser ese intruso a quien se acaba cogiendo cari?o: ¡°Hemos conectado¡±, declaraba en Vanity Fair finalmente Cayetano Mart¨ªnez de Irujo, el hijo guapet¨®n y jinete, como firmando p¨²blicamente la pipa de la paz al menos con un sector de los v¨¢stagos.
Despu¨¦s de la que se mont¨® con la boda. Un a?o de amor ha sido este, en el que, desde que se casaran en Sevilla el 5 de octubre del a?o pasado, a Alfonso D¨ªez le ha ido tocando salvar escollos y abri¨¦ndose puertas. Pero el hombre a quien su esposa saca 25 a?os se ha colocado como un profesional en su sitio y ha jugado pulcramente un impecable papel institucional como nuevo duque consorte.
En ese entramado de minifamilia real que es la Casa de Alba, junto a la matriarca, que es la persona con m¨¢s t¨ªtulos nobiliarios del mundo, el reci¨¦n llegado no ha chirriado ni dado que hablar en ninguna de sus apariciones p¨²blicas. Se escabulle como nadie, pasea como nadie, mantiene el discreto segundo plano como nadie. Una bendici¨®n.
Que hab¨ªa que acudir al entierro de Manuel Le¨®n, el ch¨®fer de toda la vida en representaci¨®n de la firma Alba, acud¨ªa. Que hab¨ªa que hacer la gira conjunta por los palacios de la familia favoritos de su esposa, se trasladaba uno por uno: de San Sebasti¨¢n a Marbella y luego a Ibiza para recalar despu¨¦s en Due?as, Sevilla, donde residen oficialmente disfrutando, entre otras cosas, de su a?o de excedencia en la Administraci¨®n. Ni una mala o buena palabra ha salido de su boca. Comparado con los tonos en los que habitualmente se engarzan su amante esposa y madre, los hermanos, las nueras y los yernos entre s¨ª, quien realmente parece arist¨®crata es ¨¦l.
Menuda adquisici¨®n para la casa. Aquel chavalillo, hermano de Pedrusco, el m¨¢s amigo de todos los amigos que tuvo en vida Jes¨²s Aguirre, anterior esposo de Cayetana, y que ahora se ha empe?ado tambi¨¦n en montar un anticuario para emular a su hermano, ha resultado ser ideal e incluso ejemplo de las nuevas formas que deber¨ªan imperar en su entorno para los m¨¢s ¨ªntimos y cercanos.
Una vez quedaron por escrito la partici¨®n de los bienes, las sociedades, las tierras, las casas ¨Cque ascienden a un valor nebuloso que se encuentra entre los 600 y los 3.000 millones de euros¨C, una vez qued¨® claro que ¨¦l se conformaba con no valerse de ning¨²n t¨ªtulo nobiliario y, eso s¨ª, su sueldo vitalicio (que supondr¨¢ un piquillo m¨¢s que los 1.500 euros que ganar¨ªa en la Administraci¨®n P¨²blica como funcionario nivel 18), el nuevo duque consorte era sin duda, por escrito y con las cosas firmadas, bienvenido a la casa. Y adem¨¢s, sobre todo, cumpl¨ªa un papel fundamental. Cuidar a mam¨¢.
Ahora est¨¢n encantados. Como sus amigas, completamente entregadas a su sentido del glamour discreto, su aire de lord muy acorde con su anglofilia y sus detalles incesantes. Hablan todos p¨²blicamente maravillas de ¨¦l. Salvo Jacobo Siruela, el hijo editor, hoy propietario junto a su proscrita esposa en la casa, Inka Mart¨ª, de la prestigiosa y exclusiva editorial Atalanta. Este no suelta prenda ni a favor ni en contra y es, siempre fiel a otro aire m¨¢s bohemio e intelectual, quien m¨¢s alejado parece del circo de la Espa?a ca?¨ª que tiende a atraer como un im¨¢n a casi todo el resto de la familia.
Sus otros hermanos, en cambio, han pasado de torcer el ce?o a alabarlo p¨²blicamente sin problemas. Incluso a considerarlo uno de los suyos encomend¨¢ndole cada vez m¨¢s representaciones p¨²blicas. ?l lo mismo borda las recepciones dentro del mundo de la moda, los toros, el flamenco, la cultura, las ONG y la banca en los buf¨¦s al aire libre veraniegos del Palacio de Due?as que su medida emoci¨®n ante el Cristo de los Gitanos en Semana Santa. Lo mismo sujeta a su esposa el abanico en La Maestranza y asiste a un estreno de los Morancos que disfruta de un encuentro en San Sebasti¨¢n con Pl¨¢cido Domingo y comparte tranquilamente mesa y mantel con Carlos de Inglaterra. Ambos ¨Clos compromisos cantan¨C representan como pocos una viruta inconsciente de lo que podemos considerar posmodernidad.
Comparado con los tonos en los que habitualmente se engarzan su amante esposa y madre, los hermanos, las nueras y los yernos entre s¨ª, quien realmente parece arist¨®crata es D¨ªez
La aclimataci¨®n ha sido f¨¢cil. Como bien llegaba a la conclusi¨®n Cayetano en Vanity Fair: ¡°Vamos, en general, cuando se trata de mejorar, el ser humano se adapta f¨¢cil, ?eh?¡±. No ha sufrido, como podr¨ªa muy bien haber ocurrido, una especie de s¨ªndrome Letizia. Pongan por caso que muy bien se pod¨ªa haber dado. Porque el salto resultaba de considerables dimensiones. Ejemplo: de pegar sellos o cuidar la fotocopiadora en la mesa del organismo p¨²blico a viajar en pos del arte ¨Cuna pasi¨®n compartida por la pareja¨C por Italia, Jordania, Par¨ªs y Estambul, hay un recorrido en el que algunos pueden arriesgarse a perder la cabeza.
Y analizado en general, este reci¨¦n llegado, se ha imbuido m¨¢s del seso que necesita una casa poco adaptada a la cruda realidad que cualquiera de sus miembros. Les da mil vueltas. Porque en ese denodado esfuerzo por acercarse a la plebe, los herederos han ido dando palos de ciego. No serv¨ªan sencillamente solo las intenciones. O les fallan sus asesores de comunicaci¨®n, si es que los tienen.
No basta abrir los salones del Palacio de Liria para eventos, como tienen previsto los propietarios. Ni las exposiciones como la que finalmente mostrar¨¢ distintos tesoros de su patrimonio en la sede del Ayuntamiento de Madrid en Cibeles ¨Cesta sin ¨¢nimo de lucro, tan solo cubriendo los gastos¨C si luego, ese venenoso y habil¨ªsimo reportero con aspecto de santo de barrio que es Jordi ?vole te sorprende en su programa Salvados con el pie cambiado y pilla a Cayetano diciendo que entre Andaluc¨ªa y Salamanca hay otra mentalidad a la hora de trabajar, como dice el patr¨®n.
Entre otras cosas, ah¨ª quedaba al descubierto que la casa de Alba contaba con tres millones de euros en ayudas de la Uni¨®n Europea: ¡°Hombre, es que disponemos de 25.000 hect¨¢reas en toda Espa?a¡±, se justificaba Mart¨ªnez de Irujo, obsesionado por rentabilizar el patrimonio. Y a?ad¨ªa: ¡°Nosotros no nos hemos arruinado porque no somos ricos¡±. La frase podr¨ªa entrar en los anales del delirio a lo Cristiano estoy triste Ronaldo. Tiene miga. O manda huevos, que dir¨ªa Trillo Figueroa.
Pero ha habido m¨¢s sombras en este intenso a?o de amor y lujos. Incluso pese a que vayan diciendo que necesitan cash, una tendencia muy com¨²n entre los arist¨®cratas desde que la impusiera Tita Cervera y vendiera un constable por unos 25 millones de euros, n¨²meros redondos.
El primer susto lo dio Eugenia Mart¨ªnez de Irujo. No pudo acudir a la boda de su progenitora por los estragos que le caus¨® una varicela traidora que oblig¨® a la pareja a trasladarse a Liria para visitarla en Madrid nada m¨¢s casarse. Pero eso no ha sido lo peor. Lo peor, tambi¨¦n por parte de Eugenia, viene con el disgusto que tiene su madre por la lucha legal que mantienen ella y Fran Rivera por la custodia de su hija, Cayetana, de 13 a?os. La abuela Cayetana se ha manifestado p¨²blicamente y ha apoyado ante el juzgado la versi¨®n de su ni?a. De seguirle plaza por plaza incluso despu¨¦s de que se divorciara de su hija, ha pasado a retirarle la palabra.
Un oto?o movido
Mientras Alfonso D¨ªez acondiciona la casa que ha adquirido en Sanl¨²car de Barrameda (para cuyo pago, ha asegurado, ha solicitado un cr¨¦dito que avala con su piso de Madrid), los hijos de la duquesa afrontan un agitado inicio de temporada. Eugenia conserva la custodia de su hija hasta el arranque del juicio a principios de noviembre, Carlos presenta la exposici¨®n ¡®El Legado Casa de Alba¡¯, que se podr¨¢ ver en la sala de exposiciones del Ayuntamiento de Madrid a partir del 1 de diciembre, y Cayetano se deja ver cada vez m¨¢s con su exmujer, Genoveva Casanova.
Quiz¨¢s para aislarse de ciertas tensiones, Alfonso ha decidido invertir. Hay que pensar en el futuro, con la que est¨¢ cayendo. Se ha comprado una casa de trazo gaditano en Sanl¨²car de Barrameda con dos plantas y unos 200 metros cuadrados que actualmente tiene en obras. M¨¢s que casa es palacete con una solera de 150 a?os de antig¨¹edad y un patio donde se conserve la fresca. Queda a un paseo de la playa y, eso s¨ª, toca reformar por dentro y por fuera.
Buen balance este a?o para la pareja, pese a las sombras. Ni Alfonso ha resultado el gigol¨® con riesgo de escandalera que todos esos matrimonios en ciertas esferas y tama?a diferencia de edad pueden provocar, ni los hijos han seguido a la gresca despu¨¦s de que hasta Carlos, el heredero del ducado de Alba, aceptara ser padrino de bodas junto a la madrina y amiga ¨ªntima de Cayetana, Carmen Tello.
Ella ha recuperado su salud admirablemente y bien aconsejada por su marido ¨Cque la convenci¨® cuando eran novios para someterse a una operaci¨®n cerebral que le ha permitido recuperar la movilidad¨C, trota hoy por el mundo y sus posesiones con la dif¨ªcil sencillez que todos reconocen en quien pese a todo es ¨Cno se me mareen¨C cinco veces duquesa, dieciocho veces marquesa, veinte condesa, vizcondesa, condesa-duquesa y condestablesa, adem¨¢s de ser catorce veces grande de Espa?a. Ah¨ª es nada.
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