Reacciones a la represi¨®n del 25-S
Perm¨ªtame que haga aqu¨ª en mi casa un reconocimiento a la mayor¨ªa de espa?oles que no nos manifestamos, que no salimos en las portadas de la prensa y que no abrimos los telediarios. No se nos ve, pero estamos ah¨ª. Somos la mayor¨ªa de los 47 millones de personas que viven en Espa?a.
Si no salimos a la calle es porque debemos atender a nuestros hijos y a nuestros mayores, ya que quienes pod¨ªan hacerlo en nuestro lugar han perdido sus empleos. Si no salimos a la calle es porque tememos perder el ¨²nico trabajo que queda en casa. Si no salimos a la calle es porque ya se ocuparon ustedes, con una previsi¨®n digna de elogio, de agravar las penas y declarar delito similar al terrorismo la simple resistencia pac¨ªfica. Si no salimos a la calle es porque no quisi¨¦ramos mezclarnos con polic¨ªas infiltrados, con capuchas, dedicados a reventar y deslegitimar las muy respetables muestras del hartazgo de la poblaci¨®n. Si no salimos a la calle es porque no queremos que nos den un palo sin merecerlo ni que nos imputen delitos grav¨ªsimos contra las instituciones del Estado por el simple hecho de manifestar que ya no podemos m¨¢s.
Que no se equivoque el se?or presidente. Que no salgamos a la calle no significa que estemos resignados ni complacidos con su acci¨®n de Gobierno.¡ª Aitor Goitia Cruz. Madrid.
Mariano Rajoy hace las cuentas de los asistentes a las manifestaciones, por los que han faltado a ellas. Aplicando esta teor¨ªa a los resultados de las ¨²ltimas elecciones, en las que el PP obtuvo m¨¢s de 10 millones de votos, el PP las habr¨ªa perdido. El desarrollo de esta forma de entender las cuentas explica por qu¨¦ nos van tan mal las cosas; el deterioro de la ¡°marca Espa?a¡±; la prima de riesgo, etc¨¦tera.¡ª Fernando Murillo. Hoyo de Manzanares, Madrid.
Estos d¨ªas en torno al 25-S he tenido un recuerdo, una evocaci¨®n, una constataci¨®n, emanando de ellos un consejo: frente a la alucinante espiral de arbitrariedad represiva en el 25-S hay algo heroico o cuasi b¨ªblico en ese camarero del paseo del Prado, brazos abiertos en el quicio de la puerta de su bar, impidiendo una escabechina policial en su interior (luego perpetrada en Atocha de todas formas): un poco como el jud¨ªo errante de la mitolog¨ªa cristiana, el zapatero Ausero entre sus muchos nombres, cuando empuj¨® a Cristo del quicio de su puerta cuando se detuvo all¨ª a descansar camino del calvario. Solo que esta vez los expulsados fueron otros, y, contrariamente a lo que hizo el jud¨ªo errante, esta vez estuvo bien y fue de justicia impedir el paso a quien all¨ª quer¨ªa entrar con intenciones aviesas.
Defendamos todos al camarero. Un consejo: frente a las agresiones policiales o sus actuaciones poco claras, cualquiera, frente a la presunci¨®n de veracidad de que disfruta la polic¨ªa ante cualquier juez, siempre hay que denunciar. As¨ª le cueste a uno 10 o 20 a?os que se haga justicia, o haya que llegar hasta Estrasburgo.¡ª Juan Rib¨® Chalmeta.
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