La gran responsabilidad
Por acci¨®n u omisi¨®n, los pol¨ªticos son parte importante de la crisis econ¨®mica y en parte causantes de la misma
El debate sobre qui¨¦n tiene la responsabilidad ante la situaci¨®n econ¨®mica que vive nuestro pa¨ªs ha tomado un giro interesante desde este ¨²ltimo verano. Hemos pasado de echarle la culpa de todos nuestros males a los mercados financieros y a la globalizaci¨®n a, por fin, empezar a buscar responsabilidades en lugares m¨¢s concretos. El ¨²ltimo sitio en el que las estamos buscando es en el ¨¢mbito pol¨ªtico. Las posturas (introducidas por t¨ªtulos al menos tan apocal¨ªpticos como el de este art¨ªculo) oscilan entre aquellas que acusan a los pol¨ªticos de ser responsables de todos los males acaecidos en el mundo y algunos m¨¢s por venir, a aquellas que les redimen con la excusa de que otros pa¨ªses con sistemas pol¨ªticos supuestamente m¨¢s perfectos que el nuestro tambi¨¦n est¨¢n sufriendo las consecuencias de la crisis. Resuelto as¨ª, el debate se polariza, lo que hace que al final del d¨ªa sea mucho m¨¢s dif¨ªcil buscar responsables y sobre todo intentar encontrar los mecanismos que se esconden detr¨¢s de dichas supuestas responsabilidades.
Desde mi punto de vista, los pol¨ªticos, nuestros pol¨ªticos, tienen una profunda responsabilidad por lo que est¨¢ ocurriendo en nuestro pa¨ªs; tambi¨¦n pienso que redimirles no les hace ni nos hace ning¨²n favor; y, finalmente, tambi¨¦n creo que las razones por las que son responsables son, sin embargo, probablemente diferentes de las que apunta la tendencia dominante.
Empiezo por el principio. Lo que se est¨¢ debatiendo cuando se hace la pregunta de ¡°?son los pol¨ªticos responsables?¡± no es si los pol¨ªticos son tipos con unas capacidades innatas sobrehumanas para cambiar las cosas. No, no es eso, todos sabemos que los pol¨ªticos son parecidos al resto de los mortales, es decir, en general, y salvo excepciones, son personas bastante mediocres. Lo que se est¨¢ preguntando es algo bastante diferente: ?tienen alguna responsabilidad m¨¢s directa en lo que ha ocurrido? Es decir, si hubieran actuado de otra forma, ?estar¨ªamos en una situaci¨®n diferente? ?Qu¨¦ conexi¨®n causal hay entre sus acciones (u omisiones) y lo que ha pasado? Creo que esa es la verdadera cuesti¨®n. Si decimos que no hay conexi¨®n causal, o que esta es muy remota, entonces podremos exonerarles. Si, por el contario, demostr¨¢ramos de manera fehaciente esa conexi¨®n, habr¨ªa entonces que declararles culpables.
Creo que esa conexi¨®n causal existe, y que por eso podemos decir que los pol¨ªticos tienen una buena parte de la responsabilidad de lo que ha pasado; al mismo tiempo, creo que ello no tiene que ver con nuestro sistema electoral. Con otro sistema electoral habr¨ªan pasado cosas muy similares, siendo la ¡°constante¡± nuestros mismos pol¨ªticos. Vincular ambas cosas es tan espurio como decir que el precio de los tornillos es la causa fundamental de la suspensi¨®n del programa de vuelos tripulados a Marte. Es de los pol¨ªticos de lo que hablamos aqu¨ª, de carne y hueso, y no de las instituciones. E intentar entender qu¨¦ responsabilidad tienen en todo esto no solo no es populista, sino que como dec¨ªa antes, es una obligaci¨®n que tenemos como dem¨®cratas. Lo contrario ser¨ªa frivolizar, adem¨¢s de ser muy paternalista.
Debemos analizar de la manera m¨¢s desinteresada posible qu¨¦ fall¨®, cu¨¢les fueron las causas y cu¨¢les los efectos, para remediarlo y para que no se repita
La responsabilidad de nuestros pol¨ªticos es, creo, tanto por acci¨®n como por omisi¨®n. Hay una primera responsabilidad por omisi¨®n: nuestros pol¨ªticos no cumplieron la primera de las obligaciones que como pol¨ªticos se les atribuye, que es la de ¡°vigilar¡± que los dem¨¢s no cometan desmanes. ¡°Deb¨ª de pinchar la burbuja inmobiliaria, pero no lo hice, y me arrepiento¡±, ser¨ªa un ejemplo de ello. Se agradece la confesi¨®n y la autocr¨ªtica (m¨¢s si cabe en un pa¨ªs en el que nadie, absolutamente nadie, pide perd¨®n por nada) pero, ?no ilustra la propia confesi¨®n, a su vez, un determinado nivel de culpa in vigilando?
Vayamos al segundo supuesto, no ya la omisi¨®n del deber de vigilar, sino la propia acci¨®n, es decir, que las decisiones que se tomaron fueron causantes directamente de lo que est¨¢ pasando ahora. La lista de ejemplos es largu¨ªsima: fueron los pol¨ªticos los que all¨¢ por los a?os ochenta decidieron desregular los mercados financieros; fueron los pol¨ªticos los que tomaron la decisi¨®n de crear un euro con unas instituciones de gobernanza insuficientes, cuando en la ¨¦poca en la que se estaba dise?ando la moneda ¨²nica muchos expertos dijeron que si se tomaban esas decisiones las consecuencias podr¨ªan ser muy costosas; y fueron los pol¨ªticos los que tomaron la decisi¨®n de liberalizar hasta el extremo de lo imposible los mercados inmobiliarios, por ejemplo, en nuestro pa¨ªs.
Pues bien, que yo sepa, nadie oblig¨® a los pol¨ªticos que tomaron esas decisiones a hacerlo; si no estaban de acuerdo con ellas, y alguien les oblig¨®, siempre pod¨ªan haber dimitido antes de tomarlas; y si alguien les oblig¨®, y no pudieron resistirse, convendr¨ªa saberlo, porque la cuesti¨®n de ¡°qui¨¦n gobierna en realidad¡± es crucial en estos momentos.
Por acci¨®n u omisi¨®n, los pol¨ªticos son una parte importante del problema, y en parte causantes del mismo. Y la obligaci¨®n de los dem¨¢s, sobre todo de los intelectuales, es intentar analizar de la manera m¨¢s desinteresada posible qu¨¦ fall¨®, cu¨¢les fueron las causas y cu¨¢les los efectos, para intentar no solamente remediarlos, sino adem¨¢s que no se vuelvan a repetir en el futuro.
Antonio Estella es visiting fellow en el University Center for Human Values, de la Universidad de Princeton.
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