M¨¢rgenes en la financiaci¨®n auton¨®mica
Se deber¨ªa proporcionar m¨¢s espacio fiscal a las comunidades aut¨®nomas para que cuenten con los recursos suficientes que atiendan a los servicios p¨²blicos fundamentales como la sanidad y la educaci¨®n
Las tensiones centr¨ªfugas en Catalu?a, independentistas en su versi¨®n extrema, tienen su primer fundamento en la existencia de ciudadanos con sentimiento de pertenencia exclusiva a una comunidad pol¨ªtica de ¨¢mbito catal¨¢n. No se sienten espa?oles y, al margen de otros factores, preferir¨ªan ajustar la realidad institucional (el Estado) a ese espacio de pertenencia e identificaci¨®n. Las encuestas del CIS muestran que, desde finales de los a?os ochenta, alrededor del 15% de los catalanes tienen este perfil. A ese porcentaje probablemente habr¨ªa que sumarle una parte del 25% de ciudadanos que se sienten m¨¢s catalanes que espa?oles.
Existe un segundo fundamento, que tiene que ver con el hecho de que Catalu?a es un pa¨ªs rico en t¨¦rminos comparados y, por tanto, cuenta con un saldo fiscal desfavorable. Cerrar las fronteras fiscales para interiorizar todos los ingresos p¨²blicos que se generan en su territorio supondr¨ªa contar con m¨¢s recursos financieros manteniendo la presi¨®n fiscal actual. Ser¨ªa el argumento economicista a favor de la independencia. Un argumento que puede funcionar con individuos con una identidad pol¨ªtica diferente al grupo anterior y, sobre todo, con los ciudadanos menos politizados. Puro pragmatismo.
Ambos fundamentos est¨¢n presentes en la vida pol¨ªtica espa?ola desde hace mucho tiempo, antes incluso del arranque del Estado auton¨®mico. La crisis econ¨®mica es lo que explica el desbordamiento actual, porque ampl¨ªa la base de ciudadanos que abraza uno u otro motivo. La respuesta a la crisis en la UE se estructura mediante una intervenci¨®n jer¨¢rquica donde el que ayuda pasa a dirigir y controlar al gobierno que es ayudado. Lo est¨¢ sufriendo el Ejecutivo espa?ol y ahora opta por aplicarlo hacia abajo. Hombres de negro, memorandos, planes de ajuste supervisados¡ La reforma de la Ley de Estabilidad Presupuestaria y el desarrollo legal del Fondo de Liquidez Auton¨®mica conllevan un ejercicio de centralizaci¨®n de la autonom¨ªa financiera y, por tanto, pol¨ªtica. Y si hab¨ªa alguna duda de esta voluntad y del nuevo enfoque del Ministerio de Hacienda, la ret¨®rica y escenificaci¨®n antes, durante y despu¨¦s de las ¨²ltimas reuniones del Consejo de Pol¨ªtica Fiscal y Financiera la despejan.
En segundo lugar, la crisis econ¨®mica vac¨ªa las arcas auton¨®micas. Las subidas de impuestos y los recortes de gasto generan descontento y frustraci¨®n. En este contexto, la idea de que reduciendo a cero el saldo fiscal de Catalu?a no habr¨ªa que penar, cala y se extiende. Una idea que, dicho sea de paso, no plantea especiales problemas en el terreno de las ideas a los partidos situados en la derecha o a los que priorizan la dimensi¨®n nacionalista sobre el eje izquierda / derecha, pero s¨ª a los partidos de izquierda (y sindicatos) no nacionalistas. Porque si algo caracteriza a esta tradici¨®n es la construcci¨®n de espacios de fraternidad lo m¨¢s amplios posibles, que son los que posibilitan que exista redistribuci¨®n y equidad. El presupuesto de la Uni¨®n Europea refleja bien la dificultad de redistribuir cuando no existe un sentimiento de comunidad pol¨ªtica bien asentado. Es dif¨ªcil de entender que colaboren en la tarea de erosi¨®n de un espacio de fraternidad a escala espa?ola que s¨ª funciona.
Es un error intelectual poner en la balanza solo los beneficios potenciales de la independencia
En esta tesitura, caben tres escenarios. El primero es el del conflicto abierto. El Gobierno central cuenta con una mayor¨ªa absoluta en el Congreso, una Constituci¨®n espa?ola que da escaso juego a las tesis independentistas, y un argumento de peso: la centralizaci¨®n y la unidad son ingredientes b¨¢sicos para la estrategia de salida de la crisis. Por su parte, la Generalitat, a expensas de lo que digan las urnas, puede seguir ganando adeptos a la causa independentista y generar un ruido creciente y ensordecedor en el espacio pol¨ªtico que se prolonga en el tiempo.
El segundo escenario es el opuesto. El Gobierno central asume las tesis independentistas, acepta los resultados de un refer¨¦ndum en el que una amplia mayor¨ªa de los catalanes vota a favor, y se sienta a negociar las condiciones de la secesi¨®n, incluidas las reformas constitucionales necesarias. Teniendo en cuenta la posici¨®n de fuerza del Gobierno actual y su programa, me parece que la probabilidad de que ocurra esto en el corto o medio plazo es muy baja.
El tercero de los escenarios pasa por avanzar en la soluci¨®n federal, en todos sus planos. Juan Jos¨¦ Soloz¨¢bal se refer¨ªa a los aspectos institucionales, de gobernanza y cultura federal de respeto y lealtad mutua en su art¨ªculo del 24 de septiembre en EL PA?S. Yo me centrar¨¦ en su dimensi¨®n financiera, para acabar con otras dos cuestiones particulares que ata?en al caso catal¨¢n.
Hay que eliminar el agravio comparativo que supone la aplicaci¨®n del sistema foral
Podemos y debemos reformar la financiaci¨®n auton¨®mica. En 2014 deber¨ªa comenzar a aplicarse un nuevo sistema que habr¨¢ que acordar el a?o que viene. El modelo actual es mejor que los anteriores. Pero es mejorable. En primer lugar, el sistema sigue fallando en que no proporciona la autonom¨ªa y la responsabilidad fiscal suficientes a los Gobiernos aut¨®nomos. Siguen siendo unos Gobiernos excesivamente dependientes en lo financiero. Y eso no es bueno para el funcionamiento de la democracia ni para la asignaci¨®n eficiente de los recursos. Se deber¨ªa proporcionar m¨¢s espacio fiscal a las comunidades aut¨®nomas para que cuenten con los recursos suficientes que atiendan a los servicios p¨²blicos fundamentales (sanidad, educaci¨®n, servicios sociales) que son los que muestran una din¨¢mica m¨¢s expansiva por la combinaci¨®n de factores demogr¨¢ficos, avances tecnol¨®gicos y objetivos pol¨ªticos internos o comunitarios. La llamada reforma fiscal verde deber¨ªa ser pieza central para ello. En segundo lugar, hay que eliminar en el menor plazo posible el agravio comparativo que supone la aplicaci¨®n del sistema foral. Respetando el bloque constitucional, los resultados del foro pueden y deben equipararse a los del sistema de financiaci¨®n de r¨¦gimen com¨²n. En tercer lugar, siguen existiendo diferencias en la financiaci¨®n per capita no justificables. Toca ajustar de nuevo la nivelaci¨®n interterritorial.
Finalmente, dos cuestiones muy importantes. Es un error intelectual poner en la balanza solo los beneficios potenciales de la independencia. Es verdad que, todo lo dem¨¢s constante, cerrar las fronteras fiscales proporcionar¨ªa varios miles de millones de euros a las arcas catalanas. El problema es que la hip¨®tesis de que todo lo dem¨¢s se mantiene constante no es razonable. Existe incertidumbre sobre la integraci¨®n de un hipot¨¦tico Estado catal¨¢n en la Uni¨®n Europea y el euro; no se tiene en cuenta qu¨¦ podr¨ªa pasar con las empresas que operan desde Catalu?a en el resto de Espa?a; habr¨ªa que estimar la respuesta del comercio con el resto de Espa?a, el principal mercado para los productos catalanes. En el art¨ªculo de ?ngel de la Fuente y Sevi Rodr¨ªguez, publicado el 24 de septiembre en EL PA?S, se apuntaba que la ca¨ªda derivada del PIB catal¨¢n podr¨ªa alcanzar el 9%. Quiz¨¢ en el largo plazo, estos efectos negativos se ir¨ªan difuminando, pero en el corto y medio plazo podr¨ªan pesar m¨¢s que los positivos. Este coste neto podr¨ªa ser irrelevante para los que apoyan la independencia por una cuesti¨®n de sentimiento, pero no para los pragm¨¢ticos.
El segundo y ¨²ltimo comentario se refiere a la valoraci¨®n de Catalu?a, su econom¨ªa, su cultura y su sociedad civil por parte del resto de Espa?a. Por distintas causas, mi sensaci¨®n es que el liderazgo y buen hacer de Catalu?a y los catalanes no son suficientemente valorados. La realidad es que son y deben ser modelo e inspiraci¨®n para todos los dem¨¢s. Su capital social, su sistema universitario, su capital pol¨ªtico, su capacidad de innovaci¨®n en todos los frentes¡ El resto de Espa?a tiene mucho que aprender de Catalu?a. Una Espa?a sin Catalu?a ser¨ªa m¨¢s pobre y d¨¦bil en lo econ¨®mico, pero a¨²n m¨¢s en el resto de los aspectos. Esto lo pensamos muchos. Quiz¨¢ debemos empezar a decirlo m¨¢s veces y m¨¢s alto.
Santiago Lago Pe?as es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Vigo.
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